Las personas sin hogar aumentan un 53% en Euskadi: “Te los cruzas cada día en el metro y no sabes que duermen en la calle”
Entre los años 2018 y 2022 el número de personas sin hogar localizadas por las administraciones vascas pasó de 430 a 658. De ellas, 507 personas residen en las calles de las tres capitales, siendo mayor el aumento en Donostia. El problema, en muchas ocasiones, suelen ser aquellas personas que las instituciones no consiguen detectar y, por tanto, no les pueden ofrecer alternativas de vivienda.
“Las personas sin hogar son muchas más que las que vemos en la calle. El sinhogarismo es mucho más que la persona que vemos tumbada en un banco o durmiendo en un cajero o en un albergue. Hay un sinhogarismo mucho más oculto e invisibilizado, principalmente femenino, en el que no conseguimos identificar a esas personas como personas sin hogar porque se salen del perfil. Son aquellas personas que duermen en lonjas o en domicilios en condiciones no deseables o se van a lugares alejados de la ciudad. Estas personas se levantan cada día, te las puedes cruzar en el metro y van a formarse e incluso a trabajar. Nos las cruzamos todos los días y no somos capaces de identificar que son personas sin hogar”, asegura a este periódico Santi Martínez, coordinador de la asociación Goiztiri, referente del trabajo de apoyo a personas en situación de pobreza y riesgo de exclusión social en la Margen Izquierda del Gran Bilbao.
Los datos recogidos en esos cuatro años apuntan que de las personas sin hogar localizadas, en 2018 un 63% eran extranjeras, mientras que en 2022, la cifra aumentó hasta el 78%. De ellas, además, en 2018 el 25% era menor de 30 años y, en 2022 el 35%. Se trata de información recabada en el VI Recuento de Personas en Situación de Exclusión Residencial, desarrollado en octubre de 2022 en 23 municipios de Euskadi. Una radiografía que realizan las instituciones locales, forales y el Gobierno vasco para dar a conocer la situación de sinhogarismo en la comunidad autónoma.
Aunque se ofrezcan cada vez más plazas en albergues, también aumentan las peticiones, por tanto, es un fenómeno que está en crecimiento en todas sus tipologías
“Que el número de las personas sin hogar va en aumento es un fenómeno que, según se está demostrando, no es coyuntural, sino estructural. Desde las entidades y desde el Gobierno vasco empezamos a visualizar que las personas sin hogar son mucho más que las que están en calle y que, aunque se ofrezcan cada vez más plazas en albergues, también aumentan las peticiones, por tanto, es un fenómeno que está en crecimiento en todas sus tipologías. El trabajo de muchas entidades se basa en tratar de erradicar el sinhogarismo y poner los derechos en el centro del debate”, asegura Martínez.
19 medidas para acabar con la exclusión residencial
Para dar solución a esa problemática y lograr la inclusión real de las personas sin hogar, Nerea Melgosa, consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno vasco, ha dado a conocer esta semana en Vitoria las líneas maestras del borrador de la II Estrategia vasca contra la exclusión residencial grave para el periodo 2023-2028, en la que incluyen 19 medidas para “prevenir y reducir la exclusión residencial, fomentando el derecho de las personas a la vivienda, al empleo, a la garantía de ingresos, a la salud y a los servicios sociales, mejorando la calidad de los recursos de atención y promoviendo la cooperación entre diferentes entidades y sistemas”.
“La estrategia fortalece el derecho de las personas sin hogar a la vivienda, reforzando las medidas para evitar los desahucios y ofreciendo a las personas y familias que han perdido su vivienda una alternativa habitacional adaptada a sus necesidades. Las nuevas medidas van encaminadas a ayudar a los jóvenes sin referentes familiares en su tránsito a la vida adulta, acompañando a aquellas personas jóvenes dadas de alta en centros residenciales y de internamiento”, ha asegurado la consejera.
En este sentido, Martínez considera que hay factores externos que dificultan la tarea de las instituciones locales. “Se está demostrando a lo largo de los años que a pesar de las medidas que implementamos el fenómeno del sinhogarismo no decrece, sino que aumenta. Hay factores que pueden transcender mucho más de nuestra realidad como país como las situaciones internacionales, los flujos migratorios o las guerras. Son cuestiones que no podemos manejar desde niveles más locales y regionales, pero son realidades que tenemos que afrontar y que antes o después nos las encontramos en nuestras calles”, explica Martínez.
Al igual que hay derechos que tenemos plenamente asumidos, como la sanidad universal, hay otra serie de derechos que nos cuesta más asumir, como el caso de la vivienda
Los datos reflejan que una de cada diez personas sin hogar es mujer, un número que se mantiene constante en los últimos años. Según ha indicado Melgosa, el borrador de la II Estrategia vasca contra la exclusión residencial grave para el periodo 2023-2028 asume “el compromiso de crear recursos especializados para uso exclusivo de mujeres en situación de exclusión residencial grave” “Las mujeres somos más vulnerables a la exclusión residencial, por factores como las desigualdades sociales de género, la discriminación laboral y la falta de autonomía económica. Nos seguimos enfrentando a múltiples barreras que nos excluyen de muchos derechos, y el acceso a la vivienda no es la excepción”, ha insistido.
Para Martínez, más allá de las instituciones, el papel de la sociedad es fundamental para acabar con este tipo de situaciones y mejorar la vida de las personas sin hogar. “Como sociedad podemos hacer mucho. En primer lugar, reflexionar y darnos cuenta de que es una realidad que convive con nosotros, que cualquier persona que no tiene una situación de exclusión residencial, por cualquier circunstancia puede pasar a tenerla y ser conscientes de que de tenemos que reivindicar que al igual que hay derechos que tenemos plenamente asumidos, como la sanidad universal, hay otra serie de derechos que nos cuesta más asumir, como el caso de la vivienda. Tenemos que dejar de entender la vivienda como una propiedad privada y verla como un alojamiento para todo el mundo”, concluye.
Casi un tercio de la población vasca, en riesgo de pobreza
Con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, este martes 17 de octubre, sindicatos, organizaciones sociales y vecinales frente a la Delegación del Gobierno vasco por un lado y la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social en Euskadi por el otro, se han concentrado en Bilbao para denunciar que “un tercio de la población vasca tiene dificultades para cubrir sus necesidades básicas”, es decir, le cuesta acceder a ciertos bienes y servicios como a algunos alimentos de alto coste, al dentista o pagar la calefacción. A pesar de que las organizaciones remarcan que los datos en Euskadi son mejores que a nivel estatal, aseguran que “el 22,3% de la población vasca (entre quienes se encuentra un número importante de pensionistas, sobre todo mujeres) se ve con dificultades para llegar a fin de mes, lo que significa ausencia de bienestar. Y dentro de ese sector de gente se reconoce que había 159.737 personas en riesgo de pobreza, lo que supone un 7,6 % de la población”. Entre los colectivos más vulnerables destacan los emigrantes no europeos, las familias mono-marentales y las personas con trabajos precarios.
Tras una pancarta en la que se leía “Por una RGI que acabe con la pobreza. Murrizketarik ez”, decenas de personas han denunciado frente a la Delegación del Gobierno vasco que “39.143 personas en situación de exclusión se quedaron fuera del derecho a la percepción de la RGI, debido a los extremadamente requisitos impuestos para acceder a ese derecho”.
Desde el Observatorio Vasco de la Juventud del Gobierno vasco también han aportado nuevos datos sobre la pobreza este martes, en este caso sobre la juventud precarizada. En concreto han indicado que en 2022, el 4,8% de la juventud de Euskadi de 16 a 29 años se encontraba en situación de pobreza. Una tasa que ha aumentado “de forma considerable” entre 2012 y 2018, respecto a los años anteriores, pero en 2020 experimentó un “descenso que se ha confirmado en 2022”. “En general, la tasa de pobreza de la juventud sigue la misma tendencia que la de la población total de Euskadi, pero las cifras correspondientes a las personas jóvenes son algo más altas que la media general en la mayoría de los años”, han destacado, para después añadir que “la tasa de pobreza real es algo superior entre las mujeres jóvenes, de un 5,1%, que entre los hombres jóvenes, de un 4,5%”.
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