Recuperan los restos de una víctima de la Guerra Civil e identifican a otras cinco más en la mayor fosa común de Euskadi
Los trabajos de exhumación e identificación de los restos de víctimas de la Guerra Civil no han cesado estos meses, desde que de forma “inesperada” hallasen la fosa común más grande de Euskadi, en la que había 46 personas enterradas desde hace más de 85 años. Gracias a esas labores, se han podido exhumar los restos de Tomás Rubín, gudari vasco fallecido el 3 de diciembre de 1936 y se ha identificado a otras cinco víctimas más: Ramón Crespo Ortiz, Fernando La Hera Urrutia, Ángel Pérez Puertas, los tres milicianos del batallón 'Jean Jaures', adscrito al sindicato UGT, Inazio Lopetegi Oliden, gudari del batallón 'San Andrés' del sindicato STV (ELA) y, por último, Lucas Galvete Gainza, miliciano del batallón 'Capitán Casero' de Izquierda Republicana.
Ignacio, Venancio y Ángel Rubín perdieron a su padre y a su madre prácticamente a la vez. Su padre, Tomás Rubín, vecino de Bilbao y albañil de profesión, combatió en la Guerra Civil como gudari en el batallón número 6 ANV-1 Olabarri. Cuando se encontraba en la batalla de Villarreal de Álava fue herido y tuvo que ser trasladado al hospital militar de Amorebieta, donde falleció el 3 de diciembre de 1936. Eso es lo último que su familia supo de él. A los tres meses, su mujer, Bernardina Sanz, falleció tras sufrir un infarto.
Después de aquello, los tres niños, que por aquel entonces tenían cinco, cuatro y un año, se marcharon a vivir con sus abuelos al barrio de bilbaíno de Bolueta. Los años pasaron, pero los tres siguieron viviendo relativamente cerca, en barrios vecinos. Ignacio, el mayor, se mudó a La Peña, Venancio, el mediano, a Santutxu, mientras que Ángel, el más pequeño de los tres, se fue a Txurdinaga. Ninguno de ellos supo qué había sido de su padre. Ninguno de ellos esperaba que su padre, en realidad, se encontraba enterrado a 20 minutos de allí, en Begoña, el barrio de al lado.
Con el paso de los años la esperanza de los tres de encontrar a su padre se fue menguando. Tras morir Venancio, hace ocho años, su hija Rocío se propuso un objetivo: localizar los restos de su abuelo para que descansaran con los de su padre. Así fue cómo comenzó la odisea que 86 años más tarde reuniría a Tomás con su familia este lunes 16 de mayo de 2022. “Toda la vida sin saber dónde descansaban los restos de mi aita y, ahora, gracias a la búsqueda por parte de las sobrinas podemos llevarlos al nicho familiar”, ha expresado Ángel Rubín, visiblemente emocionado y arropado por su sobrina Rocío tras recoger la urna que contiene los restos de su padre.
Sus placas identificativas, clave para encontrarlos
La historia de la familia de Fernando La Hera también incluye una larga búsqueda por parte, en esta ocasión, de su hija Fernanda, que segura de que los restos de su padre reposaban en el cementerio de Begoña, acudió al Instituto de la Memoria (Gogora) en 2017 a ofrecer su muestra de ADN. Desde entonces, ha participado en alguna de las exhumaciones que han ido realizando durante estos últimos años, pero sin éxito, al ver que no hallaban a su padre, hasta hace poco. Gracias a las chapas identificativas que llevaban, algunos de ellos en el cuello y otros en las muñecas, han podido encontrar los cuerpos de Fernando y otras cuatro víctimas de la Guerra Civil.
Fernando La Hera, cuyo número de placa era el 77.779, era vecino de Malabrigo, Sopuerta, estaba casado y tuvo una única hija, Fernanda. Durante la guerra combatió como miliciano en el batallón número 48 UGT 'Jean Jaures'. Murió cuando tenía 25 años durante los combates que tuvieron lugar en el Monte Artxanda. Junto a él, reposaban los restos de Ramón Crespo Ortiz, cuyo número de placa era 55.698. Nació y vivió en Lanestosa y estaba afiliado al Partido de la Unión Republicana de su localidad. A partir de la documentación aportada por la familia y los datos recabados por las investigaciones, han sabido que fue propuesto por el Ayuntamiento del municipio vizcaíno para ocupar el cargo de Fiscal Municipal suplente. Durante la Guerra Civil, fue vocal de la Junta de Defensa y combatiente del mismo batallón que Fernando La Hera, pero siendo él sargento del mismo. También fue miembro del mismo batallón Ángel Pérez Puertas, cuyos restos han sido identificados gracias a su placa 46.024. Era vecino de Barakaldo, estaba casado y tenía dos hijos.
Lucas Galvete Gainza también ha sido reconocido gracias a la placa con el número 29.958 encontrada junto a sus restos. Se trataba de un vecino de Olazti, Navarra, que durante la guerra luchó en el batallón anarquista número 36 'Malatesta' de la CNT. Por último, Inazio Lopetegi Oliden, cuya placa contenía el número 74.590, vecino del caserío Iparagirre de Oikia, en Zumaia, combatió como gudari en el batallón número 50 “San Andrés” de STV (ELA).
“Restituir y proclamar la dignidad”
“Dieron su vida por la más justa de las causas, por defender su país, por defender la libertad, la democracia, el autogobierno y la justicia social, toda una lección para las generaciones venideras. A todas las organizaciones y personas que trabajan por hacer posible esta labor nos une un propósito común: restituir y proclamar la dignidad de vuestros familiares, el valor del sacrificio de aquellos gudaris y milicianos que dieron su vida por su país y por la libertad”, ha detallado la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal durante el evento en Bilbao en el que se han entregado los restos de Tomás Rubín a su familia y en el que han estado presentes los familiares de las nuevas víctimas identificadas.
En la fosa común en la que el pasado 22 de marzo hallaron los 46 cuerpos, quedan aún 37 personas por identificar, para ello, Artolazabal ha pedido a todo aquel que crea que su familiar desaparecido pudo ser enterrado en el cementerio de Begoña o pudo morir en los combates acaecidos en el Monte Artxanda entre el 14 y el 18 de junio de 1937, que se acerque al Instituto de Memoria (Gogora) a aportar información y su muestra de ADN. Por el momento, 64 familias están colaborando. Sin embargo, a diferencia de los ya identificados, el resto de cuerpos no contaban con placas identificativas, por tanto, las labores de investigación están siendo más complicadas en esos casos. “Esperemos que pronto podáis ver cumplido vuestro deseo compartido: recuperar los restos de vuestros familiares desaparecidos”, ha concluido la consejera, dirigiéndose a los familiares de las víctimas de la Guerra Civil presentes en el acto.
Al menos 17 milicianos y gudaris inhumados en Donostia
Este lunes también se ha revelado la inhumación de al menos 17 milicianos y gudaris en el llamado Mausoleo de los Mártires, ubicado en el donostiarra cementerio de Polloe. El Mausoleo de los Mártires, construido en 1939 se ha relacionado durante años con los sublevados franquistas allí enterrados, pero, según un estudio encargado por el Ayuntamiento de Donostia a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, es “más que probable existencia de restos de milicianos que se enfrentaron precisamente a los sublevados en la defensa de San Sebastián”.
“Allí fueron depositados sus restos, junto a cuerpos de sublevados franquistas, y del mismo se desprende que 17 milicianos y gudaris fueron enterrados en el mausoleo y posiblemente otros 14, que se encuentran en fase de investigación”, ha explicado el historiador de Aranzadi Javi Buces en la rueda de prensa para presentar el hallazgo, en la que ha afirmado que “entre los inhumados, hay milicianos del PCE, de la CNT, UGT, de las Milicias Populares”, según recoge Europa Press.
Esta documentación, encontrada en el Archivo Municipal de San Sebastián y en el propio cementerio, se pondrá en manos de Gogora para su estudio, localización, exhumación y, en su caso, identificación de los restos. El alcalde de la ciudad, Eneko Goia y la edil de Igualdad, Solidaridad y Derechos Civiles, Ane Oyarbide han realizado un llamamiento a los familiares de las víctimas para que se pongan en contacto con el Ayuntamiento en la dirección 'Giza_Eskubideak@donostia.eus' o en el teléfono 943 481 975.
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