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Tres jóvenes con discapacidad ascienden al Himalaya: “Pasé del sofá al Everest”

Jesús, José y Alejandro en uno de los carteles del documental 'La cumbre es el camino'

Maialen Ferreira

26 de noviembre de 2021 22:39 h

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Cuando Jesús era pequeño, los niños de su colegio eran crueles con él por ser diferente. Para Alejandro, hablar con alguien a quien no conocía resultaba demasiado complicado. Por culpa de complicaciones cuando era bebé, José tuvo problemas para aprender a andar y, desde entonces, su vida se basaba en levantarse y pasar todo el día tumbado en su sofá. Los tres tienen 20 años, viven en Albacete y tienen una discapacidad intelectual, pero desde no hace mucho hay algo más importante que tienen en común: han logrado dejar sus barreras atrás para llegar al campamento base del Everest en la primera expedición inclusiva al Himalaya de la historia.

Durante 12 días anduvieron casi 100 kilómetros a 20 grados bajo cero hasta superar los 5.500 metros de altura, hito por el que han sido galardonados con la Medalla al Mérito Deportivo. La hazaña no podía haber sido posible sin la ayuda del reconocido alpinista Alex Txikon, quien ideó la idea recorrer la primera etapa de la expedición de su intento de ascensión al Everest en invierno y sin oxígeno acompañado de personas con discapacidad. “Me ha llenado más y ha sido más satisfactorio para mí ayudarles a subir que lograr mis retos deportivos”, ha confesado el alpinista vasco, que a lo largo de su carrera ha ascendido con éxito once de los catorce Ochomiles.

No pensamos en abandonar. Seguimos como pudimos, paso a paso. Sabíamos que íbamos a llegar, de una manera u otra, pero llegar íbamos a llegar

Junto a ellos, también han viajado los monitores de los chicos, que forman parte del grupo AMIAB, la asociación con sede central en Albacete para la inclusión de personas con discapacidad, además de los alpinistas Ramón Portilla y Oscar Cardo y el realizador Álvaro Sanz, quien ha grabado la aventura en un documental titulado 'La cumbre es el camino', estrenado este viernes en la Fundación Sabino Arana de Bilbao con la presencia de sus protagonistas.

“Respeto. Eso es lo que pienso cuando estoy aquí. No tengo miedo, pero sí respeto. Unos han llegado muy arriba, otros no han vuelto. Supongo que la montaña es así. Y es que, ya lo dicen, nunca midas la altura de una montaña hasta que alcances su cumbre”, dice uno de los jóvenes durante la película en la que se enfrentan a dificultades como el cansancio y el frío en uno de los inviernos más gélidos de los últimos años en Nepal. A pesar de ello, los tres coinciden en que jamás hubieran tirado la toalla.

“No pensamos en abandonar. Seguimos como pudimos, paso a paso. Sabíamos que íbamos a llegar, de una manera u otra, pero llegar íbamos a llegar”, ha señalado José mirando a sus compañeros, que asentían con la cabeza porque coincidían con él. “Si hubiéramos dicho de parar y volver no habría servido para nada todo lo que habíamos hecho ya”, ha seguido Alejandro.

De no hacer nada, de levantarme y estar todo el día en el sofá he pasado a ir al Everest. Es un cambio muy grande que a mí me ha cambiado la vida

A los tres, de un modo u otro, ese viaje les ha cambiado la vida. Durante el documental sus familiares hablan del momento en el que recibieron la noticia de que sus hijos iban a participar en una expedición al Everest. “¿Cómo va a ir si nunca ha hecho deporte? Le intenté convencer para que se echara atrás, pero él estaba muy decidido, tenía mucha fuerza y seguridad”, explica la madre de José en la película.

“No hay barreras, no hay limitaciones. El que quiere puede. Yo le diría a todas las personas con o sin discapacidad que por muchas veces que te digan que no, si te pones una meta en la vida, sea cual sea tu problema, siempre podrás alcanzarla”, ha indicado Jesús, quien ha recordado que su peor momento durante la expedición fue el que requirió de oxígeno porque la altura le hizo vomitar y no le dejaba respirar bien.

La aventura, sin duda, ha ayudado a que estos jóvenes superen las barreras que durante años han limitado sus vidas. “De no hacer nada, de levantarme y estar todo el día en el sofá, he pasado a ir al Everest. Es un cambio muy grande que a mí me ha cambiado la vida. Sigo haciendo deporte, voy de ruta y así la vida me va cambiando poco a poco”, ha explicado José.

Y es que, la finalidad de este proyecto es dar visibilidad a personas con discapacidad en una experiencia única, demostrando con ello que ningún reto, por difícil que sea, es inalcanzable y que los tres sean conscientes de lo que han sido capaces de conseguir. Idea que recoge la última frase de la película. “Hagan lo que hagan, lleguen a donde lleguen, han hecho lo más bonito: recorrer el camino”.

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