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Los vascos vuelven a la barra del bar 14 meses después: “Volver a ver clientes de pie impacta”

Clientes del bar Río, en VItoria, toman una cerveza en la barra

Alazne Aldayturriaga

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A las 17.00 horas de la tarde del jueves, la estampa de las calles del centro de Vitoria no refleja el fin de la emergencia sanitaria y de las restricciones, anunciadas el martes por el lehendakari, Iñigo Urkullu, en una comparecencia institucional. El decreto en vigor desde la medianoche del jueves se fija, entre otros ámbitos, en la hostelería, a la que le devuelve una de sus principales valías: la barra del bar. Sin embargo, en pleno contraste con la imagen que se veía en la prepandemia, permanecen vacías, salvo por algún que otro cliente que se ha animado a tomar el café de después de la comida sentado en el taburete o incluso de pie. Los hosteleros defienden que la gente tenía “muchas ganas” de que llegara este día, en el que dejarán de controlar el aforo del bar y la clientela podrá consumir de pie, en la barra, como acostumbraba antes de la pandemia.

Entre las pocas personas que han decidido sentarse en la barra del bar durante la tarde de este jueves está Leire, que se ha acercado al bar El 7. “La verdad es que tenía ganas porque es algo que llevamos un montón de tiempo sin poder hacer, aunque después de tanto tiempo, te acostumbras a las medidas y creo que va a costar un poco volver a la barra”, confiesa. No obstante, Majda, camarera del local, no cree que la gente se haya acostumbrado: “Hemos tenido que andar alguna vez detrás de los clientes para recordarles que no estaba permitido el consumo en barra”. Por eso, opina que, a pesar de no haber notado aún el levantamiento de la restricción, a partir de la tarde del jueves y, sobre todo el fin de semana, la clientela volverá a tomar la barra del bar.

Para Miguel, camarero del bar Río de Vitoria, la barra del bar acerca al trabajador y al consumidor, pues esa cercanía permite “entablar conversaciones” que no se pueden mantener “si el cliente debe consumir sentado en una mesa lejana a la barra”, donde permanecen los camareros sirviendo. La barra del Río sigue tranquila, pero esperan que el “ambiente” que ofrece la barra llegue con el fin de semana, “cuando más gente se animará”. Además, la clientela —que “no es juvenil, la gente que entra ronda los 40 años”— “ya estaba esperando la semana pasada que se volviera a permitir beber y comer en la barra”. Así, señala que hay mucha gente “barrista, a quien no le gustan ni las terrazas ni las mesas”, por lo que se siente contento con el fin de la limitación, así como de que se haya levantado el límite horario de apertura de los establecimientos.

Hemos tenido que andar alguna vez detrás de los clientes para recordarles que no estaba permitido el consumo en barra

Majda camarera

Fer y dos compañeros de trabajo han acudido al bar tras una reunión y se han tomado una cerveza en la barra, como en los viejos tiempos. “Para tomar una caña rápida viene bien”, comentan, y añaden que deseaban volver a la normalidad. “No valoramos el riesgo; además, estamos todos vacunados y compartimos tiempo y espacio en el trabajo, donde también comemos”, apuntan, lo que les hace sentirse seguros. Las primeras medidas restrictivas de la pandemia les resultaron “frustrantes”. Se cerraron los bares y, cuando reabrieron, los aforos y medidas fueron oscilando; no obstante, han ido adaptándose a estos cambios. Ahora, cuando todas esas medidas han desaparecido, creen que la transición a “la vida normal” va a ser más rápida.

“Habrá más ambiente”

En el bar Café Plaza, Iñaki se sentía “a gusto” con las medidas que prohibían consumir en barra, ya que, “en un local tan pequeño se veía todo más ordenadito”. Aun así, admite que con el consumo en barra “habrá más ambiente”. Este jueves, como en el resto de los bares de la capital, no se ha percibido “demasiado” el cambio. “Ha sido más un impacto visual, de repente ves a gente de pie, estás acostumbrado a decir todo el día que no se puede, que tienen que sentarse, y hacer ese cambio impacta, pueden estar tranquilamente ahí”, indica. Asimismo, cree que va a ser “difícil” que se mantengan las medidas generales que siguen vigentes en toda España, como el uso de la mascarilla en interiores y mientras no se esté consumiendo: “Quien sea más miedoso puede que la use, pero los demás no creo que la utilicen”.

Quien sea más miedoso puede que use la mascarilla, pero los demás no creo que la utilicen

En ese aspecto, Mikel, responsable de Txinbo Edaritegia, subraya que las personas mayores tienen más miedo, por lo que será “más seguro que sigan poniéndose la mascarilla y no se acerquen tanto a la barra”, pero los jóvenes “tienen ganas, quieren tirar para adelante”. Por eso, espera que no gane el miedo y la clientela apueste por consumir “para que vuelva el ambiente de alegría” que no han vivido durante este año y medio de medidas restrictivas en las que, asegura, las subvenciones del Gobierno vasco “no han sido suficientes”. “Ha habido una carencia de ayudas, lo único que reclamo es que el Gobierno tiene que garantizar la subsistencia de las personas”, zanja.

“El daño es terrible”

Quien tampoco se muestra contento con las decisiones del Ejecutivo es Javier Echaguíbel, gerente de los cines Gorbeia y Florida de Vitoria. A su parecer, no sirve de nada que amplíen el aforo al 100% si no permiten que los espectadores puedan consumir palomitas y otros tipos de 'snacks' mientras ven la película elegida, medida que solo está en vigor en Euskadi. “El daño es terrible. Estamos hablando de márgenes brutos de no beneficio del 20% en el caso del cine Florida, ya que es un público más mayor, pero en cines de centros comerciales, donde acuden los jóvenes, que consumen más palomitas, ese margen puede ser del 50%, lo que se traduce en un 20% y 50% de despidos”, explica. Por ello, declara que “puestos a elegir, preferiría estar al 75% de aforo y permitir la compra de palomitas” que estar al 100% sin ellas. “Hay preguntas que no me explico, el daño psicológico que hacen estas medidas, sobre todo en el público adulto, que es más susceptible al miedo, es terrible. Además, en el bar se puede beber, codo con codo, pero en el cine, donde no ha habido contagios, no se puede consumir”, concluye.

Con el fin de las medidas, también termina la limitación de aforos en las instalaciones deportivas. Al centro cívico Aldabe de Vitoria, no dejan de llegar usuarios de las instalaciones. A partir de este sábado no será necesario registrar una cita previa para poder acceder a las piscinas cubiertas que ofrece, como tampoco lo será en ninguna instalación deportiva de la ciudad. Además, el frontón Lakua, donde se han inoculado más de 370.000 dosis de la vacuna contra la COVID-19 desde que se convirtió en vacunódromo en abril, pasa de pinchar dosis a dar pelotazos otra vez. Por su parte, Bilbao Kirolak ha anunciado “un proceso de vuelta a la normalidad que va a ser paulatino y progresivo”. Así, también quienes no estén abonados en los polideportivos municipales podrán hacer uso de las instalaciones. A lo largo del mes de octubre, se irán ampliando los horarios de las salas, si bien se mantendrá la cita previa, debido a “la satisfacción trasladada por las personas usuarias con este sistema”, según ha señalado la concejala de Juventud y Deporte del Ayuntamiento de Bilbao, Itxaso Erroteta.

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