Vicenta Alonso, psicóloga: “En mi profesión me he encontrado con justificaciones de la violencia de género incluso en asesinatos”
A día de hoy no es obligatorio que profesionales como psicólogos, psiquiatras o médicos cuenten con formación en el ámbito de la violencia de género. Esto conlleva en muchos casos a la justificación y minimización de los casos de violencia contra las mujeres. Vicenta Alonso de la Cruz es una de las profesionales en psicología que reivindica que este tipo de conocimientos sean de carácter obligatorio para así, tratar de evitar malas prácticas. Alonso es la coordinadora de la Comisión de Igualdad del Colegio Oficial de Psicología de Bizkaia y ha participado, junto a otras profesionales de su ámbito, en el Curso de Verano de la UPV/EHU 'Salud mental con perspectiva de género. Hacia una práctica profesional feminista' que ha tenido lugar esta semana en Bilbao.
“Asistimos con preocupación en estos últimos años a un movimiento negacionista y un movimiento que es muy resistente y muy combativo en cuanto a la perspectiva de género. Hay que dejar claro que la perspectiva de género tiene amplia evidencia empírica y amplio soporte científico. Lo que no tiene evidencia empírica y lo que no tiene soporte científico es decir que la violencia contra las mujeres es una violencia más y debe ser tratada como una violencia más”, indica Alonso a este periódico.
Para esta psicóloga, programas de televisión como 'La isla de las tentaciones' o 'Mujeres, hombres y viceversa' pueden fomentar actitudes violentas entre jóvenes y no tan jóvenes. “Esa idea de control y de posesión del otro: 'Tú eres mía, yo soy tuya, mi vida eres tú, yo no soy nadie sin ti'. Todo eso nos está colocando en una situación de subordinación. Coloca a las mujeres en una situación de subordinación, no coloca al hombre. Al colocarnos a nosotras en esa situación, lo que promovemos es que en un momento dado se puedan dar más violencias y con eso ya se está dando una violencia. El hecho de que una mujer se sitúe en un plano desequilibrado y asimétrico en la relación de pareja ya es una violencia”, lamenta.
¿Qué es la salud mental con perspectiva de género?
Es una obligación, una obligación ética. Esa es una de las ideas clave de este de este curso, en el que queremos poner encima de la mesa la necesidad de incorporar la mirada de género a la hora de atender a esos malestares que nos presentan las mujeres y también los hombres que se acercan a nuestras consultas, bien como psicólogas o psicólogos o como psiquiatras. Cuando queremos abordar la sintomatología que presenta una persona, no podemos obviar que esa persona está inmersa en una estructura social y cultural de desigualdad, donde hay una serie de opresiones, una serie de violencias que afectan de forma absolutamente significativa a las mujeres, tanto en lo cualitativo como lo cuantitativo, y que están incidiendo de manera muy significativa en su bienestar psicológico y en su salud mental. Así lo reconoce nuestra normativa interna, tanto la ley de Igualdad de la Comunidad Autónoma Vasca como la ley de Igualdad a nivel estatal, pero también a nivel internacional. La propia OMS y la Asociación Americana de Psiquiatría establecen la obligatoriedad y la necesidad de incorporar esta perspectiva y esta mirada a la atención en salud mental, porque si no, no estamos atendiendo a la patología o al malestar que nos están planteando estas personas.
Asistimos con preocupación en estos últimos años a un movimiento negacionista y un movimiento que es muy resistente y muy combativo en cuanto a la perspectiva de género
¿Y cómo se puede incorporar?
Esa respuesta a la que pretendemos responder en este curso. Primero, siendo conscientes de cuáles son nuestros sesgos, porque todas y todos venimos de una sociedad patriarcal, en una sociedad en la que nos hemos construido y nos han construido como personas en base a unos modelos o unos roles estereotipados muy claros. Incluso feministas que tienen un recorrido y un proceso ya hecho son conscientes de que de forma inconsciente esos sesgos están ahí. Por tanto, el primer paso es ser consciente de que eso está ahí, ser consciente de que el patriarcado nos atraviesa a todos y a todas y que hay que estar revisándonos y supervisándonos para que esto no afecte primero a nuestra parte profesional y luego ya en nuestra parte personal.
Después de ese darse cuenta y de ese ser consciente viene el formarnos, el buscar formación que nos que nos enseñe conceptos como opresiones, violencias estructurales, sujetos políticos, interseccionalidad, visión androcéntrica de la ciencia, violencia de género, etcétera. Profundizar en esos conceptos y saber qué implica cada uno de ellos. Esa formación a día de hoy es algo que tenemos que buscar cada uno y cada una por nuestra cuenta, en función de esas inquietudes e intereses particulares. Esa formación debería ser obligatoria, debería ser obligatoria en las universidades y debería ser un requisito imprescindible para trabajar, por lo menos en determinados ámbitos, como es la atención a la violencia de género, donde nos podemos encontrar con malas prácticas debidas a que a que no entendemos o no queremos entender lo que es la violencia de género.
¿Y porque no es obligatoria?
A día de hoy no es obligatoria, quizá porque todavía se sigue conceptualizando la perspectiva de género y los postulados feministas como una postura ideológica. Se habla de que es ideología y asistimos con preocupación en estos últimos años a un movimiento negacionista y un movimiento que es muy resistente y muy combativo en cuanto a la perspectiva de género. Yo creo que hay que dejar claro que la perspectiva de género tiene amplia evidencia empírica y amplio soporte científico. Lo que no tiene evidencia empírica y lo que no tiene soporte científico es decir que la violencia contra las mujeres es una violencia más y debe ser tratada como una violencia más. Ese postulado no se sostiene científicamente. Sin embargo, el decir que la violencia contra las mujeres responde a una situación estructural que se repite en distintas culturas, en distintos países, en distintas edades y clases, etc. Esto tiene evidencia y cada vez mayor y así lo corrobora, como hemos dicho antes, asociaciones nada sospechosas, como puede ser la OMS o la o la Asociación Americana de Psiquiatría.
Ha dicho un término que es 'visión androcéntrica'. ¿Cómo puede afectar esto a las pacientes?
La visión androcéntrica de la de la ciencia es ser conscientes de que la ciencia, en este caso, nos vamos a referir a la psicología y a la psiquiatría, es una ciencia que está construida y que ha sido construida por y para hombres, en donde se ha adoptado el al hombre como referencia para medir, como referencia que seguir, adoptando modelos tradicionales de masculinidad y de feminidad. Cuántas veces se ha diagnosticado o se diagnostica a las mujeres de ansiedad, de depresión, de histeria en su momento, cuando lo que hay detrás es una situación de opresión, de violencia. Hacerle responsable a esa mujer de lo que le está pasando cuando lo que le está pasando es fruto de una situación social es algo. permíteme la expresión, un poco perverso, porque la culpabilizamos todavía más.
Esto pasa mucho con las víctimas de violencia de género, que nos encontramos que muchas veces ellas evidentemente cuando llegan a denunciar llegan totalmente rotas porque no denuncian al primer golpe o al primer insulto o a la primera violencia que sufren. Denuncian tras años y tras muchas violencias que las han ido minando la autoestima, las han ido minando como personas y cuando llegan, evidentemente su estado a nivel psicológico está totalmente roto. Eso muchas veces juega en su contra porque se les resta credibilidad. Esta mujer no está bien, pero evidentemente no está bien porque ha sufrido esa violencia y el no estar bien es consecuencia de esa violencia que ha sufrido, pero desgraciadamente en muchas ocasiones corre en su contra.
Aunque no en un primer momento mensajes negacionistas de la violencia de género nos parezcan estrambóticos y muy alejados de la realidad, terminan calando y hay mucha gente que se los cree
¿Cómo se aborda la violencia de género en una consulta?
Es difícil abordar la violencia de género si no la vemos y para verla tenemos que querer verla. Desgraciadamente, como hemos dicho antes, asistimos con preocupación a movimientos que la niegan, a movimientos que cada vez son más beligerantes a la hora de negar esa violencia estructural. No olvidemos que es estructural hacia la mujer. Muchos profesionales de la psicología y de la psiquiatría e incluso de la medicina, parten de la base de que la violencia de género, de que la violencia contra las mujeres no es una violencia específica, sino que es una violencia más. Es decir, que en los casos de violencia de género la mujer es víctima de un hombre concreto que ha sido violento con ella, pero que eso no significa que haya una estructura social que apoye, que sustente esa esa violencia contra esa mujer. Si no somos capaces de ver eso, difícilmente lo vamos a poder erradicar.
En algunos casos no se puede ver, porque a lo mejor no hemos recibido la formación adecuada, porque estamos atravesados por ese patriarcado y no somos capaces de desligarnos de esos postulados. Pero en otras ocasiones es que no se quiere ver. No se quiere ver porque ver eso también nos apela como profesionales y como ciudadanos. Es decir, si yo estoy viendo que hay una violencia que va más allá de esta mujer concreta que tengo delante mío, ¿Qué estoy haciendo yo? ¿Aparte de ayudar a esta mujer que estoy haciendo yo como profesional y como ciudadana para acabar con esa situación de violencia? Y también porque resuenan muchas cosas. Ya sea el terapeuta hombre, o la terapeuta mujer, cuando escuchamos situaciones de violencia también nos interpela porque a lo mejor nos resuenan cosas dentro de nosotros, dentro de nuestras vidas, y a lo mejor son cosas a las que no nos queremos enfrentar. Hay muchos motivos por los cuales no se puede y no se quiere ver la violencia de género.
¿Se puede tratar a un hombre que ejerce la violencia de género desde un plano psicológico para que deje de tener este tipo de actitudes?
Si, se puede hacer y de hecho se hace. En el ámbito penitenciario hay un largo recorrido en programas de intervención con hombres violentos hacia sus mujeres. Se tienen que dar unas condiciones. Evidentemente tiene que haber un mínimo reconocimiento del ejercicio de esa violencia, por mínimo que sea, porque una de las cosas que más nos vamos a encontrar con los maltratadores, es la justificación y la negación de su comportamiento violento que contrasta paradójicamente con la culpabilización de la víctima. Pero esto no es casual. El hecho de que el maltratador no se responsabilice de su conducta violenta y se responsabilice y se culpabilice a la víctima es algo que está apoyado socialmente, en mayor o menor medida. Yo en mi práctica profesional todavía me he encontrado con justificaciones y con minimizaciones incluso cuando la víctima ha sido asesinada. ‘Porque algo habrá hecho, porque ha llevado a este pobre hombre a una situación en la que ha perdido los papeles y ha perdido la cabeza, pero es un buen hombre’, etcétera. Todo ese discurso todavía sigue estando presente. A eso me refiero con que la violencia de género es algo estructural y está ahí.
A tu pregunta: ¿Se puede tratar? Sí. Se tienen que dar unas condiciones, un mínimo reconocimiento y una mínima intención de cambio. Que primero reconozca que efectivamente ha tenido un comportamiento que no era el adecuado y que quiere llevar en el futuro unas relaciones de pareja distintas, que se establezcan en otros parámetros. Desde ahí, podemos empezar a trabajar. El trabajo no es fácil, requiere muchísimo esfuerzo, muchísima inversión en tiempo y esfuerzo y es doloroso para el maltratador, pero se puede. Y la experiencia nos dice que sí que se puede.
Habla de que los comentarios justificando y minimizando la violencia de género siguen presentes. ¿No se ha mejorado la situación con los años?
Se ha mejorado, evidentemente. No podemos hablar de la misma situación en la que estábamos hace 20 años, eso está claro. Cualquier jurista nos dirá que la igualdad formal está y probablemente España sea uno de los de los países que a nivel legal, que a nivel de forma, más normas y más leyes tiene que aseguran esa igualdad. Lo que pasa es que hay un problema a la hora de aplicar esa ley. Es decir, que no se aplica con perspectiva de género y en muchas ocasiones tampoco se aplica en su totalidad. Y creo que, como ciudadanas y ciudadanos, tenemos que reivindicar un poco eso.
Hemos mejorado, sí y quisiera destacar que esa mejora es gracias al empuje y al esfuerzo del movimiento feminista que afortunadamente cada día está más vivo, más presente en nuestra sociedad. Pero también asistimos con preocupación a un movimiento contrario y yo creo que todas y todos somos conscientes de cómo se está produciendo y lo peligroso que esto puede ser. Aunque no en un primer momento mensajes negacionistas de la violencia de género nos parezcan estrambóticos y muy alejados de la realidad, terminan calando y hay mucha gente que se los cree. Nos toca estar alertas y denunciar este tipo de mensajes.
La ‘Isla de las tentaciones’ o ‘Mujeres, hombres y viceversa’, que tienen mucho seguimiento entre la gente joven, cuando lo analizas detenidamente y ves el modelo de pareja y la relación que transmiten, cuidado, asustan
¿Los mensajes negacionistas en cuanto a violencia de género pueden hacer que las nuevas generaciones den pasos hacia atrás y que cometan errores que ya creíamos que estaban superados?
Espero que no. Estos mensajes, por muy estrambóticos que parezcan, hay que pararlos, porque si se dejan, si no se contrarrestan, pueden calar. Y evidentemente, las personas jóvenes son mucho más permeables a este tipo de mensajes. Estamos hablando de la violencia de género, que no es solo la violencia física sino todas las violencias estructurales hacia la mujer. A lo mejor tenemos que plantearnos qué papel juegan ahí estos ideales de amor romántico o estos tipos de pareja y de relaciones amorosas que nos trasladan desde las televisiones. La ‘Isla de las tentaciones’ o ‘Mujeres, hombres y viceversa’, que tienen mucho seguimiento entre la gente joven, cuando lo analizas detenidamente y ves el modelo de pareja y la relación que transmiten, cuidado, asustan. Y aunque pensemos que es un programa de entretenimiento, que está preparado o que es un montaje, a lo mejor hay gente que no lo ve así y que sí que lo toma como referencia para sus relaciones en la vida real.
¿Cómo pueden afectar este tipo de programas a las relaciones de las personas que los ven?
Siguen la estela de ese ideal de amor romántico. Cada vez somos más conscientes de dónde nos ha situado esa idea del amor romántico a la hora de mantener relaciones amorosas en el plano heterosexual. Ese mito del amor romántico y esas relaciones y pautas que vemos son un mecanismo a través el cual estamos interiorizando una subordinación de la mujer hacia el hombre. Estamos interiorizando un control y estamos normalizando un nivel de violencia que desde fuera a lo mejor no la identificamos como violencia, pero lo es. Y eso es campo abonado para que puedan darse otro tipo de violencias en el futuro.
El teletrabajo muchas veces ha sido una trampa para las mujeres
¿Y cómo son esos tipos de violencias?
Esa idea de control y de posesión del otro: 'Tú eres mía, yo soy tuya, mi vida eres tú, yo no soy nadie sin ti'. Todo eso nos está colocando en una situación de subordinación. Coloca a las mujeres en una situación de subordinación, no coloca al hombre. Al colocarnos a nosotras en esa situación lo que promovemos es que en un momento dado se puedan dar más violencias y con eso ya se está dando una violencia. El hecho de que una mujer se sitúe en un plano desequilibrado y asimétrico en la relación de pareja ya es una violencia.
¿Qué consecuencias ha tenido la pandemia en la salud mental de las mujeres?
En un primer momento se vio que las denuncias por violencia de género habían bajado de manera drástica, mientras que las llamadas a los teléfonos de asesoramiento de violencia de género subían de manera significativa como ha sido aquí en la Comunidad Autónoma vasca. El confinamiento ha hecho que en los casos de violencia las mujeres estuvieran mucho más tiempo con sus agresores y en esa situación de emergencia y pandemia esa mujer a lo mejor ha aprendido a llevar a cabo estrategias para controlar y para gestionar en la medida de lo que puede esa situación porque ve que se le limitan los recursos de salida. Eso en cuanto a la violencia de género.
En cuanto a los cuidados, la pandemia ha vuelto a demostrar que quien diga que la igualdad se ha conseguido en este país, evidentemente se equivoca, porque entre otras cosas, los cuidados siguen recayendo en las mujeres. La pandemia nos ha venido a demostrar que esos cuidados estaban ahí, eran necesarios y que eran las mujeres las que tenían que llevar a cabo. El teletrabajo muchas veces ha sido una trampa para las mujeres porque les ha impuesto esa doble jornada de estar en casa trabajando y de estar cuidando a menores o ancianos. Todavía es necesario valorar con más detenimiento y a largo plazo cuáles han sido las consecuencias en las mujeres, que evidentemente han sido muchas.
El hecho de ir al psicólogo o al psiquiatra se sigue viendo de manera muy prejuiciosa y muy sesgada
¿La salud mental sigue siendo un tabú en esta sociedad?
Sí, sigue siendo tabú. Seguimos teniendo reparos a la hora de reconocer que tenemos un problema de salud mental, que tenemos necesidad de acudir a un profesional. A nadie le importa decir que tiene que ir al traumatólogo o que tiene que ir a rehabilitación todos los días una hora por semana, pero pocas personas dicen que van al psicólogo una vez a la semana. Quizá ocurre porque entendemos por salud mental o problemas de salud mental grandes problemas de salud mental y muchas veces es encontrar un espacio donde poder hablar y poder construir y recolocar cosas que a lo mejor necesitan ser colocadas, pero no hay esa cultura. No tenemos esa cultura y el hecho de ir al psicólogo o al psiquiatra se sigue viendo de manera muy prejuiciosa y muy sesgada. Yo creo que ahí tenemos una asignatura pendiente, todos como sociedad y también los profesionales de la salud mental en acercar la salud mental a la ciudadanía y normalizar el poder hablar de ello.
El teléfono del Servicio de Información y Atención a Mujeres Víctimas de Violencia Doméstica o Por Razón de Sexo (SATEVI) es el 900 840 111.
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