¿Quién dijo miedo?
Peio Gómez Damorenea sintetizó muy bien en su último artículo aquí el espíritu que, no sólo le impulsó en su vida, sino con el que se atrevió, en esta Euskadi tan pequeñita y tan aferrada a lo de siempre, a promover el primer periódico nativo digital. Se alió con otros que en el pasado habían sabido conjurar sus miedos en silencio y dar pasos hacia adelante que cambiaran el rumbo de nuestra sociedad, que abrieran nuevos espacios en los que respirar libertad, que empujaran a la modernización y la transformación del país. Como tantos y tantos resistentes durante tantas décadas.
¿Quién apostaba hace diez años que ésta era una forma de prensa y de negocio, de generar empleo y amplificar los puntos de vista informativos, que llegaba para quedarse? Pero es que nació de la misma escuela que nos embarcó a tanta gente a participar del primer Gobierno no nacionalista de la historia vasca. El Gobierno que no se quedó en gestionar lo que había, sino que se atrevió a sentar las bases de la transformación, que empezó a mover las estructuras clásicas, a hablar del cambio climático o del talento, el primer documento estratégico sobre envejecimiento y sostenibilidad de las cuentas públicas, y todo ello bajo las dianas del terror. De esa misma escuela salió el empuje a este proyecto. Del mismo que no hizo caso de quienes auguraban que nunca un lehendakari podría ser socialista, que nunca conseguiríamos acabar con ETA sin pagar un precio.
Así que quitándose miedos, apuntando a lo importante, también se fue configurando una nueva historia compartida con la vida de este medio, reflejada en ella, en donde había que dar un nuevo salto. La edición vasca de elDiario.es surgió no sólo cuando el socialismo estaba fuera de la totalidad de los Gobiernos, desde el de España a los ayuntamientos, salvo unas cuantas excepciones en las que nadie cuestionó el liderazgo nos correspondía. Es que surgió cuando todas las tribunas auguraban, un día sí y otro también, que nuestro Partido estaba condenado al ostracismo que ETA no consiguió, a la irrelevancia con la que muchos soñaron, a nuestra sustitución por nuevas formas emergentes en el espacio de la izquierda. Escrito está.
Y en ese escenario, cuando este medio buscaba todavía su asiento en el panorama mediático de Euskadi, es en el que decidí dar un paso al frente que forma parte del relato de esta década: someterme por primera vez a unas primarias en mi partido (y, de paso, en todos los partidos vascos), contrastar con otros compañeros y resultar elegida como Secretaria General del PSE-EE. Con un objetivo expreso: abrir un nuevo tiempo que abriera a su vez las puertas a nuevos liderazgos y recuperar a nuestro partido como elemento transformador y referente fiable de la izquierda vasca. También está escrito aquí, en esta década, como están escritas todas las dudas de quienes ignoran la fuerza de un socialismo que sabe mucho de ostracismo, de represalias, de dictaduras, de intentos de aniquilación, y está a punto de cumplir 137 años. Lo que ningún otro partido puede decir en Euskadi. ¿Quién dijo miedo?
Y así fue pasando de casi todo: siete citas electorales, tres mociones de censura (sólo una con éxito), la recuperación del entendimiento entre nacionalistas y no nacionalistas para sacar adelante Euskadi dos décadas después de que se rompiera ese hilo, la implosión y reinvención del PSOE, una quiebra en Cataluña y la recuperación del suelo de entendimiento entre diferentes también allí, la disolución de ETA sin que conteste a lo básico (¿por qué mató, extorsionó, persiguió, torturó?, ¿dónde están los cuerpos de Fouz, Quiroga, García Carneiro, Pertur, Naparra?), Trump, el Brexit, la pandemia, una nueva guerra en Europa, ... Si alguien dijo miedo es que no supo leer que hemos llegado ya a un mundo distinto que no podemos interpretar con recetas antiguas, pero al que sí podemos responder con valores profundos que permitan mantener el timón de la nave en tiempos turbulentos: la solidaridad, el diálogo, la igualdad, la pluralidad, el atrevimiento para la transformación, la cooperación, el blindaje y la ampliación de derechos y libertades, ...Valores socialistas que resisten y que proyectan el camino del futuro.
"Soy una convencida practicante del pragmatismo útil frente a los que militan en el dogmatismo inútil, que ni responde a los desafíos como sociedad ni a las necesidades concretas de cada ciudadano"
Porque los tiempos disruptivos que nos ha correspondido navegar ponen a prueba los principios, los lemas, los eslóganes, los titulares cortos para respuestas largas y meditadas. Ponen a prueba el sentido de la política. Y yo soy una convencida practicante del pragmatismo útil frente a los que militan en el dogmatismo inútil, que ni responde a los desafíos como sociedad ni a las necesidades concretas de cada ciudadano. Una convencida de que no nos podemos permitir dejarnos arrastrar ni por inercias ni por ocurrencias. Y eso exige apuestas arriesgadas, como en estos años ha sido que el socialismo vasco no se quedara en la comodidad de señalar con el dedo lo que falta, sino poner todas las manos al servicio de las necesidades que tenemos que cubrir y las oportunidades que no podemos dejar escapar.
Y sólo hay que repasar en la hemeroteca de elDiario.es que hemos hecho lo que dijimos que íbamos a hacer. Que hoy la agenda social no sólo es el centro de la agenda del Gobierno, sin más distracciones, sino que es el centro de la agenda de la oposición. Que hemos pasado de ser un partido que se quería ningunear a ser el cauce central por el que tienen que pasar todas las políticas y los acuerdos. Un partido afianzado, creíble, indispensable para el progreso de la ciudadanía vasca, imprescindible para sacar adelante cualquier política, cualquier iniciativa, cualquier acuerdo que haga posible avanzar. Y que, en la medida en que hemos recuperado ese espacio, a Euskadi le ha ido mejor, y a sus instituciones les ha ido mejor.
Así que no son muy ajenos los miedos que supieron espantar los fundadores de este medio, y los miedos que en política a veces se sienten a los acuerdos, los vértigos cuando se asumen responsabilidades con la sociedad, ante el que dirán, quién me criticará y quién me aplaudirá. No son válidos esos temores para arrancar una aventura empresarial, periodística ni política. Menos aún cuando lo que sí sabemos con certeza es que las incertidumbres, los cambios de guion repentinos, no nos van a abandonar. Ante lo que queda por delante, ante ese futuro que no está escrito, para elDiario.es o para la política, si de verdad tenemos vocación de servir a la sociedad, habrá que repetirse '¿quién dijo miedo?'.
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