Pactar no es pastar
Pactar está bien y pastar tampoco está mal si no se vende como un pacto. Son verbos diferentes. El pasado 24 de mayo el electorado no enterró el bipartidismo, pero envió un serio aviso, obligando a los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, a dejar de mirarse el ombligo para complementar mayorías. Como en Extremadura no hay mucha práctica de diálogo, los hegemónicos han tenido que someterse a una apresurada y rigurosa dieta de adelgazamiento de la soberbia que, en algunos ayuntamientos, sobrepasaba los 20 años, con el contundente argumento de “porque me sale de los co...” Durante 26 años, Extremadura se hizo tan estrecha que solo cabía en ella el pensamiento de Ibarra, que tampoco era muy ancho. Era el amo y como amo se comportaba, eligiendo interlocutores sumisos y concediendo “peonadas” en las plazas de los pueblos a los que esperaban ser señalados por su dedo protector. Antes los señoritos lo hacían desde un caballo, pero él mandaba a sus capataces para cumplimentar tan desagradable misión y, si acaso, señalaba a alguno bajando la ventanilla de su coche oficial. Todavía, 32 años después, sigue montado en el coche, aunque lleva ocho fuera del mando en plaza. El excelentísimo de por vida no se baja del coche oficial ni aunque se lo llenen de escorpiones y, si puede, en él hará su último viaje.
Dijo Ibarra –¡qué humilde!- que se iba al asiento trasero, dejando supuestamente que Vara condujera la tartana, pero todo indicaba que seguía marcando la ruta, los destinos y paradas, porque a los dictadores, no sólo a Franco, les gusta dejarlo todo “atado y bien atado”. Vara logró incluso más escaños, 38, pero era evidente de que nunca logró liberarse del aliento en su nuca del padrecito que, casi desde el principio, se dedicó a meter entre las ruedas de su supuesto protegido los palos de la displicencia. Vinieron mal dadas porque Zapatero, una ruina como político, se encargó de arruinar al PSOE y de sus lodos salieron los barros de un PP hegemónico que logró superar al PSOE incluso en Andalucía, Extremadura y Castilla la Mancha. Y Vara, haciendo suyo el poema de Rafael León y Antonio Quintero, parece que se dijo: “Otro cualquiera en mi caso/ se hubiera echao a llorá…/Yo, crusándome de brazo/ dije que me daba igual”. Aguantó el tirón, supo digerir la derrota y afrontar el reto de recuperar el poder cuatro años después. “Con la ayuda del vecino, mató mi padre un cochino” se dice en mi pueblo. Si ZP ayudó al PP, no se puede negar que el pistacho fosforito de altos vuelos ayudó al PSOE con su mercadotecnia de todo a cien. ¿Dónde estará el consejero de Ocurrencias? Los centenares de cargos de libre designación, que están recogiendo sus cosas para salir pitando, deberían organizarle un homenaje. Dos por el precio de uno, a él y a su marioneta.
En ocasiones importan menos los votos y escaños que la oportunidad de hacerse necesarios, como le ocurrió a IU en la pasada legislatura que, con tres diputados, pudo decidir durante cuatro años. Y decidieron, claro, no por dejar gobernar al PP, que había sido el partido más votado, sino por hacer seguidismo de todas sus políticas y decisiones, justificando incluso aberraciones reglamentarias para cercenar en la Asamblea la voz de la oposición o para, a días de concluir la legislatura, hacer valer un contrato multimillonario en Telextremadura. Hubo más pasto que pacto. PP e IU se quisieron, fueron felices y comieron perdices, pero el electorado puñetero pasa la dolorosa cada cuatro años y Pedrito se ha ido, nadie sabe como ha sido… Y el bicicleto también se ha ido, bien se sabe porqué ha sido… El caso es que Vara ha vuelto a ganar las elecciones, ahora sin mayoría absoluta con lo que se verá abocado a negociar cualquier decisión y a retomar una voluntad de diálogo que ya practicó incluso con su holgada mayoría. ¿Y en los ayuntamientos? Más de lo mismo. En el de Badajoz Celdrán sentó cátedra del “yo me lo guiso, yo me lo como”, con él hubiera sido difícil cualquier entendimiento, pero dejó a Fragoso en su lugar y este, la primera en la frente, se ha pegado un tortazo, bajando de 17 a 13 concejales, perdiendo la mayoría absoluta pero ganando las elecciones. Y como los de Ciudadanos estaban por el cambio, han acordado que en Badajoz y Cáceres todo siga igual, pero contando con ellos. O sea… Al final fumata blanca que los dejará bien vistos. Hasta puede que vistos para sentencia. A partir de mañana comenzará el descuento y si no espabilan se irán con Escobar y su IU.
Aunque los cambios no se vislumbren espectaculares y el bipartidismo sume adeptos con los antibipartidistas, el panorama parece entrar por unos derroteros desconocidos, en los que hablar, dialogar, consensuar, acordar… serán verbos con los que nos iremos familiarizando. ¿Que se ha movido algo para que todo parezca distinto pero siendo igual? Allá por el otoño el electorado volverá a tener la sartén por el mango y alguno se va a llevar un sartenazo.