El misterio del lobo que se aventuró entre humanos en busca de un lugar donde morir
Una vecina que lo vio cruzar el pasado martes las calles de la aldea de Castrolandín, en Cuntis (Pontevedra), pensó primero que era un perro grande. La mujer observó cómo el animal se metía en una construcción abandonada y, al empezar a correrse la voz entre los vecinos, alguien se dio cuenta de que aquello era un lobo y de que debía de encontrarse muy enfermo. Se tumbó en un rincón y ya apenas reaccionó a los movimientos de los humanos, que aprovecharon lo insólito de la situación para hacerle fotos y que necesitaron varias llamadas hasta atinar con el servicio adecuado para hacerse cargo de un ejemplar salvaje como el que se había instalado entre sus viviendas.
La aparente intención del animal de quedarse en una zona habitada desconcertó a los presentes. La aldea, al pie del castro que le da nombre, tiene monte cerca, pero también el núcleo principal del poco populoso municipio de Cuntis -unos 4.700 habitantes- a poco más de un kilómetro de distancia. Los vecinos concluyeron que no podían dejarlo ahí y volver a sus casas sin más. Avisaron al equipo de Protección Civil de la localidad, que una vez en el lugar optó por llamar al 112 y preguntar cómo comunicarse con el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje. La confusión seguía sin disiparse y recurrieron al alcalde, Manuel Campos, que también se desplazó hasta la casa en ruinas en la que el lobo fue a buscar cobijo.
El regidor resolvió ponerse en contacto con la Consellería de Medio Ambiente. Tras las gestiones, finalmente aparecieron el jefe de servicio de la Consellería, un veterinario y un agente ambiental enviados por la Xunta. Sedaron al animal y lo llevaron al refugio, pero su situación siguió empeorando y el jueves murió. Ahora la autopsia y los análisis determinarán qué fue lo que lo mató. La hipótesis con más peso corrió ya el martes entre el grupo de vecinos de Castrolandín y es la del envenenamiento. El biólogo Xabier Vázquez Pumariño la considera “la más probable”.
El animal era un ejemplar adulto y quienes lo vieron describieron que, pese a la fama fiera de su especie, parecía desvalido. Estaba flaco y se le notaba débil. Siguiendo el procedimiento que la Consellería de Medio Ambiente asegura que es el habitual con la fauna que llega al centro de recuperación, los especialistas están analizando qué pasó y por qué la historia de este lobo llegó a este desenlace. Su comportamiento adentrándose en una zona habitada para refugiarse es “bastante anómalo”, expone Pumariño. El experto cree que “casi seguro” el cánido ingirió algún veneno no muy lejos de la aldea y se metió entre los humanos cuando iba en busca de un sitio en el que morir.
No es el único ejemplar que ha encontrado su fin envenenado por el hombre. El biólogo afirma que es habitual encontrarse con animales salvajes muertos por envenenamiento, tanto en Galicia como en general en España. A menudo, dice, el objetivo son los zorros u otras otras especies, pero una vez se pone una sustancia tóxica en un lugar abierto, se pierde el control sobre en qué estómago va a acabar. Estos casos, junto con los atropellos y la caza, explican buena parte de las muertes de estos cánidos. La natural, añade, no es la norma: “No hay ningún lobo que llegue a viejo”.
El biólogo carga contra la práctica, que califica de “muy sorprendente”, de poner venenos en los campos gallegos. Para un depredador apical -los que están en la cima de la cadena trófica- como el lobo, este problema es “bastante grave” porque a largo plazo impide que se sostengan las poblaciones y puede generar una pérdida de variabilidad genética. Estas sustancias, fáciles de conseguir en cualquier tienda, se transmiten por la cadena trófica y afectan a varias especies. Avisa de que hay lugares en los que “se envenena sistemáticamente” y añade que las muertes por esta causa “son bastante crueles”.
El lobo está en los últimos meses en el centro de una batalla abierta entre varias comunidades autónomas y el Gobierno central. En febrero hubo un acuerdo para incluirlo en la categoría de protección especial, pero Galicia, Castilla y León, Asturias y Cantabria se declararon en contra. No quieren que se prohíba la caza del Canis lupus porque lo consideran un problema para los ganaderos por los ataques que le atribuyen. Pumariño explica que matar más ejemplares puede llevar, paradójicamente, a que los lobos busquen con más frecuencia alimentarse de vacas y ovejas domésticas: si las manadas se desestructuran por la pérdida de alguno de sus miembros, los que quedan no son capaces de atrapar animales salvajes por sí mismos y recurren a los que cuidan los humanos.
El Gobierno ha puesto como fecha para el fin de la caza del lobo el 25 de septiembre. Ha anunciado que habrá fondos para facilitar la convivencia de la especie y las explotaciones, pero las quejas no cesan. Una agrupación ganaderos, la Plataforma en Defensa de la Gestión del Lobo 'Convivencia Lobo-Ganadero vivo', se va a manifestar el 9 de junio frente a la sede del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
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