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Feijóo esquiva las críticas en un debate sin cuerpo a cuerpo y marcado por la falta de contraste entre propuestas

Gonzalo Cortizo

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Pocos golpes, cero debate. Siete voces embarulladas. Así transcurrió el cara a cara que enfrentó a Alberto Núñez Feijóo contra todos los demás en las pantallas de la Televisión de Galicia. El candidato a la reelección consiguió librarse del cuerpo a cuerpo y salvar la papeleta con afirmaciones como la siguiente: “Hicimos muchas cosas, nos quedan muchas por hacer”. El formato planteado por la TVG se lo puso fácil. 

Alberto Núñez Feijóo salió del debate sin grandes problemas y solo encontró un momento de apuro cuando el resto de formaciones con opciones a obtener un escaño le recriminaron su gestión de la crisis del coronavirus. El candidato del PSOE, Gonzalo Caballero, pidió que el líder del PP gallego reconociese su error por pedir el levantamiento del estado de alarma antes de tiempo. Antón Gómez Reino (Galicia en Común) aseguró que Galicia “lleva diez años en cuarentena” y Ana Pontón (BNG) le recriminó haber dado la espalda a los sanitarios desoyendo sus consejos. En respuesta a todos ellos, Feijóo se dio la importancia de quien lleva 11 años gobernando: “Si tuvieran que gestionar la pandemia probablemente no hablarían con tanta ligereza”.

A las 23:56, el candidato de Galicia en Común, le preguntó al del PP si conocía a Pablo Crespo, uno de los líderes de la trama Gürtel actualmente en prisión. Hubo también una mención a Marcial Dorado y una referencia de pasada a las supuestas intenciones de Feijóo de usar Galicia para conseguir una victoria que le sitúe en la carrera para desbancar a Pablo Casado. Fueron unos segundos incómodos para el del PP que, tras reponerse, respondió: “Llevo décadas en Galicia y uno que está en el Congreso me dice que quiero ir a Madrid”.

El debate contó con participantes de Marea Galeguista -su candidato, Pancho Casal, llegó a admitir que lo suyo no son los debates-, Galicia en Común, BNG, Vox, Ciudadanos, Partido Socialista, además del Partido Popular. El atasco en la intervenciones le permitió a Feijóo esquivarlo casi todo, incluso los guiños o desplantes a Ciudadanos y Vox. Nada se sabe tras la cita televisada de la disposición de Feijóo a pactar con otras derechas en caso de le resulte imprescindible. Mientras él se apartaba ese hueso, el socialista Gonzalo Caballero lo aferraba enfrascado en la tarea de ser quien más y mejor confrontase con una extrema derecha a la que todas las encuestas sitúan fuera de la disputa electoral. 

Se habló de Alcoa pero poco y básicamente para repartir las culpas de un conflicto para el que nadie aportó una solución. Todos coincidieron en que se deben priorizar las políticas que garanticen estabilidad en el empleo y en que la sanidad debe ser considerada como un bien a proteger. Sin detalles, sin matices, con siete actores con poco tiempo para desarrollar algo más que una idea general sobre cuestiones básicas. 

En ese tono de escasa profundidad se situó Feijóo en el minuto de cierre que la TVG le reservó para cerrar el debate: “Yo propongo un gobierno que gobierne. No tengo ningún interés de derrotar a nadie. Yo quiero que gane Galicia. Mi pasión es  Galicia, Galicia, Galicia”.

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