Artistas llenan las fachadas de mensajes durante el confinamiento: política, arte y Britney Spears
Con las calles en silencio, son las paredes las que comienzan a hablar en cuanto llega la oscuridad. Las que saludan, las que te piden que le preguntes a tu vecina qué necesita, las que hacen crítica política con humor y las que sacan sonrisas. El encierro del coronavirus provocó que un grupo de videoartistas enfocaran sus proyectores al edificio de sus vecinas de enfrente para crear #olaveciñas (hola vecinas), una iniciativa que quiere “alentar a los barrios a que hablen, a que se apoyen entre ellos y a que se dinamicen y recuperen su esencia”.
Con una mezcla entre arte, política y compromiso social, cada noche, coincidiendo con el momento en que los vecinos salen a sus ventanas, comienzan las proyecciones. “Amancio Ortega me regaló un mechero pero me robó los porros” se leía en tres plantas de un edificio de Santiago de Compostela hace unas noches.
Una imagen que sirvió para contrarrestar en redes sociales a quien defiende las donaciones realizadas por el propietario de Inditex. “Muchas risas, pero por el medio van verdades como puños. Utilizamos la retranca como arma”, dice la escritora María von Touceda, que eligió esa frase para que se proyectara desde el edificio de enfrente. En él vive uno de los iniciadores de #olaveciñas, un colectivo informal, nacido en el momento, que prefiere dejar sus nombres a un lado para centrarse en los mensajes.
Y las frases llegan a montones, por los chats de amigos y en los posts de redes, y después circulan rapidísimas por las redes sociales. “Marx, Lenin, Stalin, Britney Spears” encumbra a la diva del pop adolescente de los noventa como pilar del comunismo después de pedir en sus redes sociales la redistribución de la riqueza y animan la conversación con las vecinas y los amigos.
Los recados apuntan también al Gobierno gallego con frases como “Feijóo, queda na casa”, “Feijóo, 11 anos pechando hospitais, pechando camas e despedindo a médicos da pública que agora nos salvan a vida” o recordando a su amigo, el narcotraficante Marcial Dorado, al que, con retranca, una fachada pide su dimisión. También hay espacio para las bromas, las referencias a discotecas locales y sus poderes de inmunización y o a series de televisión, a todo lo que ayude “a pasar el rato con humor”. “Que los mensajes se irradien de esta manera es una maravilla. Tienes más público que en una sala de cine”, apuntan.
Desde otras ventanas, el objetivo de “crear un tejido vecinal y una red de apoyo mutuo y cuidado en los barrios” se transforma en mensajes directos a la vecinanza. “Empezamos con frases sencillas, con un #olaveciña, con un #grazaspersoalsanitario, con un #falacoasveciñas o un ¿vives sola?, ¿necesitas algo vecina? y en algunos sitios vimos como la gente se hacía esas preguntas de ventana a ventana. Es una herramienta social y está cumpliendo, la gente se está conociendo”, consideran desde el colectivo.
En pocos días las frases se multiplicaron por varias ciudades y a este grupo de videoartistas y diseñadores se sumaron todo tipo de vecinas. “Empezamos en Vigo y en Santiago y ahora hay también en O Porriño (Pontevedra), en Madrid, en Mallorca, en Zaragoza o en Berlín”, explican el colectivo. #Olaveciña ya es también #holavecina, #hallonachbarin o #holaveïns.
A su llamamiento se suma cada vez más gente que, incluso sin proyector “se las arregla de mil maneras” para iluminar una fachada. “Hay gente con proyectores de opacos o de diapositivas, cada uno se apaña con lo que tiene en casa”. Es el caso de Laura, una artista de Santiago que, al anochecer, saca las diapositivas que utilizaba su madre en las clases de arte y convierte las fachadas en museos al aire libre.
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