Recorrido por la zona más afectada por el brote de coronavirus en A Mariña el día de las elecciones
Los habitantes de A Mariña están agotando poco a poco los calificativos para referirse a lo que está siendo la jornada electoral de este 12 de julio. Los más prudentes de la comarca, en la que más de 70.000 personas permanecieron confinadas hasta el pasado viernes, optaron por acudir a los colegios electorales un poco antes de su apertura. No entraba en sus planes, quizá, que fueran tantos los vecinos que actuaran con cautela, por lo que se acabaron formando colas a las puertas de las mesas. Eso sí, con una meticulosa distancia de seguridad entre ellos, por eso de que “siempre fue mejor prevenir que curar”, dicen.
En Burela, epicentro del brote de A Mariña, ninguno de sus 9.500 habitantes podrá salir hasta el miércoles -por el momento- de los poco más de siete kilómetros cuadrados que tiene su municipio. El pabellón de Vista Alegre fue uno de esos colegios donde reinó la prudencia. Poco antes de las nueve y con un tímido sol asomando entre la neblina matinal, la gente se fue acumulando a las puertas de las instalaciones.
Con su apertura, los agentes de la policía local, de protección civil y los miembros de las mesas electorales que había en el interior procuraron que nadie se perdiese en el recorrido. Gel hidroalcohólico a la entrada, DNI entregado en una bandeja para minimizar el contacto y una única vía de salida. Desorientaciones incluidas, los primeros en introducir su papeleta en la urna tardaron algo más de los “15 minutos” que llevaría votar según los cálculos de Núñez Feijóo. Los primeros datos de participación indican que hay ya más papeletas en las urnas de A Mariña que en 2016, aunque menos que en el resto de la comunidad.
Ataviados con pantallas faciales, mascarilla y guantes, algunos de los miembros de las mesas no ocultaban su deseo de que la afluencia no fuera muy alta. “¿Miedo? Hombre, no. Estamos protegidos”, aseguraba la presidenta de una de las mesas. No faltó, sin embargo, un “mejor no te acerques demasiado, que no sé yo de dónde vendrás”.
Algo más de una hora después del inicio de las votaciones, a la salida se fueron formando pequeños grupos de gente que comentaba lo “atípico” de la jornada. Jorge y Rocío, naturales de Burela, manifestaban su “inquietud” por el brote y la falta de medidas por parte de la Xunta. A unos metros de distancia, Leticia y Julián extendían su preocupación al ámbito industrial. “Nos faltan infraestructuras, quieren desmantelar el principal motor económico de la comarca y no tenemos ni idea de los criterios sanitarios que siguen para confinarnos tan solo cinco días”, aseguraban.
Y es que si algo abunda estos días en las calles de los municipios costeros de Lugo son los carteles de “A Mariña sálvase loitando”, uno de los lemas de la comarca desde que Alcoa anunció su cierre en mayo. Esta lucha de los trabajadores de la fábrica por conservar su empleo no está pasando inadvertida el 12 de julio. Con el sol de mediodía ya reinando en el cielo de Foz, a escasos kilómetros del epicentro del brote de coronavirus, en el entorno de los colegios electorales se podían ver votantes vestidos con monos de trabajo, cascos y mensajes de apoyo para los empleados de Alcoa.
El temor por el virus no es menor entre los habitantes de Foz, que desde el viernes tiene limitada su movilidad entre los concellos de Ribadeo, Barreiros, Cervo, Xove y Viveiro. Fernando y Josefa, que se dirigían a votar en su mesa de la localidad focense, lo hacían con la mayor de las precauciones. “Llevamos bastante tiempo sin salir porque tenemos mucho miedo, así que preferimos respetar las distancias y ahorrarnos disgustos”, indicó Fernando, que no dudó en asegurarse de que la separación era suficiente interponiendo su bastón y alargando el brazo cuando se topaba con un interlocutor.
Otro de los electores de Foz, Francisco, mostró su satisfacción con cómo se estaba desenvolviendo la jornada. Él y su mujer tienen a sus dos hijos confinados por precaución, ya que estuvieron en contacto con un positivo en la última semana. Ellos no pudieron ejercer su derecho a voto, aunque por elección propia. “Tuvieron la opción de pedir el voto por correo, pero prefirieron no hacerlo”, explicaba su padre.
Así, se podría decir que la mañana de las elecciones en A Mariña transcurrió con normalidad. No con la vieja, sino con una nueva que los habitantes acogen “con resignación” y a expensas de la evolución del brote. Ni los que viven más cerca del virus pueden definir ya cuál es exactamente la situación, aunque a las puertas de los colegios electorales procuran hacer estimaciones: “Te diría que vamos para mejor, pero bueno, si quieres esperamos al resultado de las elecciones y te digo una cosa u otra”.
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