Jaume Plensa, el artista de las grandes ciudades globales, visto en la intimidad

Invisibles (2016)

Luis de la Cruz

Madrid —

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Después de dos décadas sin tener una gran exposición en Madrid, Jaume Plensa ha tomado la tercera planta del Espacio Fundación Telefónica con una muestra titulada con su nombre y el subtítulo Materia interior, que recoge una quincena de obras desde principios de los años noventa hasta hoy.

En Madrid, Plensa es conocido por el gran público a través de Julia, una cabeza blanca de doce metros de altura que juega con las distintas vistas de Colón desde lo que un día fue el pedestal del almirante, ahora trasladado al centro de la plaza. Fue instalada provisionalmente pero la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, que es la que ha prestado la estatua a la ciudad, ha ido renovando en sucesivas ocasiones el acuerdo con el Ayuntamiento, y de momento rige hasta el próximo mes de diciembre (pero con la posibilidad de prorrogarse tres años más). Plensa la realizó pensando en el espacio y ha declarado que Julia ya pertenece a todos los madrileños. Esto, unido a la dificultad de desmontarla y almacenarla, invita a pensar que el romance provisional durará muchos años.

Para llevar a cabo a Julia, el escultor escaneó la cabeza de una chica y, posteriormente, trabajó informáticamente con las mallas que componen el volumen. Pero Julia no es hija única. Numerosas cabezas emparentadas estéticamente con la madrileña se integran con otros espacios centrales a lo largo del planeta: en Miami, Salzburgo, Liverpool, Nueva York, Daejeon (Corea del Sur), Los Ángeles, Bonn, Río de Janeiro…

Las cabezas y otras aproximaciones escultóricas a la anatomía humana están muy presentes en la exposición que ahora se puede ver en Madrid en las obras de los años de la segunda década de los 2000. Como también lo está el otro elemento recurrente que le ha hecho un artista reconocible, el uso de los filetes de las tipografías y otras pequeñas variaciones matéricas, como las notas musicales, unidas para conformar volúmenes mayores, tales como esferas, cuerpos y, cómo no, cabezas.

De este último tipo es Iris, la flamante adquisición de Telefónica para Distrito Telefónica en Madrid por el centenario de la compañía. Con la monumental escultura, Telefónica dota a su gran sede, que quiere ser polis de los negocios, de un un monumento a la altura de las ciudades globales. Una reproducción en miniatura de Iris recibe también a los visitantes de la muestra de Espacio Fundación Telefónica.

Pero, ¿cómo sientan los interiores al escultor de los grandes espacios urbanos? Bien, la muestra quiere ser intimista. “Mi obra quiere que cada persona se refleje en ella y mire a su interior”, nos dice Plensa. No estamos seguros de que resulte tan crucial en la vida de todos los visitantes pero sí se aprecia en ella un lirismo que reside en el buen entendimiento entre la forma, el aire, los materiales y los espacios que los contienen.

Además de sus aproximaciones a la figura humana, Materia interior ofrece obras conceptuales, cercanas a la instalación, que invitan a participar a la luz, el sonido, la sombra e, incluso, la videocreación.

La exposición incluye en sus afueras la proyección del documental sobre su proceso creativo. Al fondo de la pequeña sala de visionado, un gran mural fotográfico reproduce en la pared el taller del artista. Sorprende porque parece, efectivamente, un estudio, abarrotado de instrumentos, pruebas, mesas de trabajo…Una atmósfera opuesta a las líneas zen que componen su obra -esos rostros serenos de ojos cerrados junto a láminas de agua- y a los espacios limpios en los que cuidadosamente los coloca. La exposición, quizá, sirve para eso, para que los menos conocedores del trabajo de Plensa encontremos matices en la obra del artista de moda.

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