La portada de mañana
Acceder
Feijóo pide que el Gobierno asuma la gestión de la DANA mientras Mazón se resiste
El esfuerzo colectivo para no dejar nada sin rastrear en el parking de Bonaire
Opinión - Feijóo entierra a Mazón. Por Esther Palomera

Las Sinsombrero, una exposición para expandir el relato colectivo de las mujeres del 27

Grupos de mujeres en el Lyceum Club en un homenaje a Luis Cernuda. Están Rosa Chacel, Ernestina Champourcin, Concha Albornoz, entre otras

Luis de la Cruz

0

Leyendo la nómina de exposiciones actuales de Madrid, uno se topa en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez con Las Sinsombrero. En un arrebato irreflexivo –e injusto– puede pensar, ¿otra vez? Por aquello de que en los últimos años hemos asistido a otras muestras, publicaciones o programas de televisión con el mismo título. Injusto, decía, porque la magnitud del olvido histórico de las mujeres de la generación anterior a la guerra es tal que todo esfuerzo de recuperación son solo primeros pasos balbuceantes de su reivindicación social.

Además, la exposición en curso –comisariada por Tània Balló – sirve para mucho más que rescatar algunos nombres de intelectuales de la generación del 27, en su mayoría literatas (alguna pintora, como Maruja Mallo). El recorrido consigue integrar la aportación de la mujer prefranquista en todas las disciplinas artísticas y ámbitos de la sociedad de su momento, reflejando el terremoto social que sacudió las costumbres en la relación entre géneros.

Después de traspasar el umbral de entrada, nos encontramos con la grabación de una Maruja Mallo mayor, contando cómo en los años 20 Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y ella misma pasearon por la Puerta del Sol quitándose el sobrero en actitud transgresora. Escuchar la historia, que está en la génesis de la denominación, y que podemos rastrear en el proyecto transmedia de 2015 que inventó el término, nos sitúa en el punto donde las anteriores experiencias nos dejaron y sugiere que hemos ido a los sótanos amplios del Fernán Gómez a avanzar en la historia de Las Sinsombrero.

La exposición es un enorme cajón de sastre con coherencia interna en el que vamos de los rostros particulares a los mapas de mujeres. Del retrato de Margarita Manso –una de las protagonistas de la narración de Mallo, luego desaparecida–, o las cosas de la maestra Justa Freire, a la alineación del equipo de hockey femenino de la Residencia de Señoritas; de las publicaciones de Lucía Sánchez Saornil (la cara obrera de la generación) o los modernísimos cuadros de Norah Borges y Ruth Velázquez, a la constelación de rostros femeninos en las fichas académicas de la primera generación que tomó al asalto las aulas.

En el mundo de las letras ya conocíamos a Rosa Chacel (por ejemplo) pero descubrimos a Margarita Ferreras o a la poeta Josefina de la Torre Millares, entre otras. Ampliamos el paso al frente de las mujeres a otras esferas, como el mundo de las artes escénicas, dando categoría de actriz pionera a Margarita Xirgu o reclamando el trabajo de la escenógrafa Victorina Durán.

Y transitamos de la vanguardia y la efervescencia social al compromiso, que también va más allá de María Teresa León. Conviene reparar en el cuadro La madre del comunismo, de Ruth Velasco, o en la pintora Àngela Nebot Molada, de escasa obra, que por no tener no tiene ni página en la Wikipedia en castellano.

O al exilio exterior. Y de nuevo un fresco de rostros colectivos con las caras impresas en el papeleo del Servicio de migraciones, a México, a Caracas… Y el interior, con los pseudónimos como capa de invisibilidad: Francis Bartolazzi pintando con su marido (sin firmar). Una clandestinidad de género bañada en miedo. Delhy Tejero borrando a la chica desnuda de su cuadro Los bañistas del Duero para proteger la identidad de la modelo. Y la necesidad vital de nuevos espacios femeninos, de círculos de sororidad –como los nombra la muestra– como la biblioteca de Consuelo Berges.

Pasar una mañana por el gran espacio expositivo de Colón y constatar la gran afluencia de institutos, personas mayores y, en general, público, provoca la satisfacción de asistir en directo a un ejercicio de rescate que, obviamente, está calando en la sociedad. Las Sinsombrero es una apuesta por la historia, la memoria y la perspectiva de género que nos hace un poco más justos en nuestra relación con la biografía colectiva del país.

Etiquetas
stats