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Coacciones, mentiras y alteración de pruebas tras la muerte de un legionario en unas maniobras, según la Fiscalía

Esther Ballesteros

Mallorca —

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Intimidación a testigos, ocultación de pruebas, alteración del escenario de los hechos... Es lo que, según la Fiscalía, sucedió tras la muerte del legionario mallorquín Alejandro Jiménez el 25 de marzo de 2019. No fue en combate ni en misión exterior, sino al término de unas maniobras de adiestramiento con fuego real en la base de Agost, en Alicante. Tenía 21 años.

Desde el primer momento, el Ejército alegó que el rebote fortuito de una bala de fusil, durante un ejercicio de la Brileg con base en Almería, le había alcanzado la axila y que, por tanto, todo había sido fruto de un accidente. Sin embargo, las investigaciones de la Guardia Civil destaparon, meses después, supuestas irregularidades cometidas con el objetivo de reforzar la tesis de que la muerte del joven, adscrito al tercio Don Juan de Austria 3º de la Legión, se había producido de forma fortuita.

Ocho procesados, en el banquillo

Desde entonces, la familia del legionario busca demostrar que no fue así. No en vano, hasta ocho procesados se sientan desde este martes en el banquillo ante el Tribunal Territorial Militar Segundo de Sevilla. Se les acusa de ser presuntos responsables de la muerte de Jiménez y, además, de encubrirla. De todos ellos, La Fiscalía acusa a cuatro. Para el principal inculpado, el sargento de la Brigada de la Legión S.A.G. -de cuyo fusil supuestamente salió la bala-, los padres de Jiménez reclaman 34 años de prisión. El Ministerio Público, por su parte, solicita penas que suman siete años, cinco meses y 15 días de cárcel como presunto autor material.

Más en concreto, le imputa la presunta comisión de un delito contra eficacia del servicio en su modalidad de causar muerte por imprudencia grave durante la ejecución de un ejercicio de armas, y como coautor de este delito del artículo 77.1 del Código Penal Militar acusa al teniente F.P., para quien reclama cuatro años y medio de cárcel.

Asimismo, están siendo enjuiciados el capitán, A.C., y el teniente R.G por su supuesta participación en los hechos y también en la “alteración del escenario” que se produjo en el lugar donde sucedió el incidente. Para el capitán, quien supuestamente habría trazado el plan para encubrir los hechos, la acusación pública pide un total de cuatro años y seis meses de prisión, mientras que para el teniente solicita condenas que suman dos años y seis meses de cárcel.

“Quiero que desaparezcan, desde el primero hasta el último”

Con motivo del inicio del juicio, los padres del joven han reclamado “justicia” para su hijo: “Quiero que pierdan el uniforme, del primero al último, pero no solo de la Legión, sino del Ejército”, ha manifestado ante los medios Juan José Jiménez, quien, acompañado de su mujer, Chari Cruz, ha asistido a la primera de las 15 sesiones en las que se desarrollará la vista oral, en la que ejercen la acusación particular. “Quiero que desaparezcan, desde el primero hasta el último. No los quiero en el sueño de mi hijo”, ha aseverado.

Los progenitores han aseverado que los procesados deben ser desposeídos de sus uniformes para “limpiar” el nombre de la Legión, por lo que han reclamado una mayor implicación del Ministerio de Defensa, que “debería ser el primero querer limpiar” las filas puesto que algunos de ellos “están vistiendo el uniforme del Ejército de Tierra en otras unidades”.

“El sargento está destinado en Mallorca, en un cuartel que está a un kilómetro del columbario donde está mi hijo”, ha señalado Cruz, para quien “no es justo” que tanto su hijo como él vistan a la vez el uniforme. “Mi hijo está vistiendo su uniforme porque lo incineraron con él”, ha añadido, tras asegurar que también quiere a los acusados “privados de libertad” tanto por su muerte como por el supuesto intento de ocultar los hechos.

Cómo sucedieron los hechos

Para encuadrar los hechos atribuidos al sargento S.A.G. en el delito del artículo 77.1, la Fiscalía Jurídico Militar sostiene que, en un momento de las maniobras desarrolladas el 25 de marzo de 2019, el acusado “mandó el alto el fuego y reconocimiento de los blancos cuando el pelotón estaba unos 20 metros de los mismos, cesando disparos y acercándose para su reconocimiento dos soldados, quienes dieron la novedad de 'blancos abatidos'”.

A continuación, sostiene la acusación, gritó “enemigo al frente, al faldón de la montaña, en claro blanco a las doce”, haciéndolo “sin que dicha orden estuviese prevista previamente en la programación del ejercicio a realizar, ni se hubiese puesto en conocimiento del pelotón durante las instrucciones recibidas al efecto”, lo que habría supuesto un “traspaso claro de las instrucciones dadas” por uno de los tenientes, “quien era en ese momento el oficial al mando y responsable máximo en la ejecución del mismo”.

La acusación señala que con el hecho de incorporar “sobre la marcha” un nuevo objetivo por parte del suboficial se “pretendía aumentar el consumo de munición, toda vez que se había consumido menos de lo esperado dada la rapidez con la que habían realizado el ejercicio programado” y describe que la ejecución de ese nuevo objetivo se realizó “subiendo el binomio más adelantado a la cresta del merlón, abriendo fuego desde la posición cuerpo a tierra”.

En un momento dado, relata el fiscal, uno de esos disparos efectuados por el sargento “cuando se encontraba en pie, con el culatín de fusil apoyado en el hombro, desde el merlón y a una distancia de unos 12,50 metros orientado a la posición” del caballero legionario fallecido, impactó sobre el joven, “quien se encontraba en ese momento situado el primero por el flanco izquierdo en posición de rodilla en tierra o guardia baja, con su fusil orientado al suelo” ya que, según precisa, en el momento del impacto estaba “comprobando su armamento tras agotar munición”.

El proyectil alcanzó el culatín del fusil, “desestabilizándose y sufriendo un volteo, que sin embargo no alteró su dirección, impactando a continuación en su cuerpo”, ocasionándole una herida fatal “por orificio de bala en hemitórax derecho”.

El sargento “violentó e intimidó” a testigos

De acuerdo a lo que se concluyó durante la instrucción del sumario por parte del Juzgado Togado Militar 23 de Almería, después de que Jiménez recibiese la herida mortal, el sargento S.A.G. habría recriminado con insultos a un compañero que “rompió a llorar” a raíz del suceso y, más adelante, habría “violentado e intimidado” a “testigos” para “influir directa o indirectamente” sobre ellos durante la investigación.

En concreto, a uno de los legionarios que habría alertado a los investigadores lo habrían “acosado” y el capitán de la compañía habría dado órdenes a los integrantes de los dos pelotones que participaban en las maniobras para “encubrir” los hechos con “mentiras” y “alterando el escenario”.

En su auto de procesamiento, el juez ya apuntó que la “multitud de versiones ofrecidas sobre lo sucedido” y la “evidente contradicción entre el resultado de los informes y las declaraciones”, lo que, según indicó, le llevó “necesariamente a concluir que pretendieron ocultar lo realmente acontecido, silenciando aspectos determinantes y tergiversando otros, con la única finalidad de dificultar la investigación policial y judicial y el descubrimiento de lo sucedido”.

En esta línea, los padres de Alejandro sostienen que su fallecimiento no fue un accidente. “Si tienes los blancos delante y estamos todos disparando hacia delante, no hay explicación lógica que pueda mantener el sargento ni nadie de cómo mi hijo cae completamente a su izquierda, a 90 grados del sargento, por un proyectil directo del sargento. Es que no tiene ningún sentido”, ha defendido su progenitor.

El padre de Jiménez, sobre el sargento: “Es un jodido cafre”

“Ya habían mandado el alto el fuego, pero a este señor se le ocurrió la puta locura de seguir disparando y le ha costado la vida a mi hijo, es un jodido cafre”, ha añadido ante de señalar que “un accidente es que se me caiga una llave inglesa y te dé en la cabeza, no que te diera con la llave inglesa en la cabeza. No tiene nada que ver un punto con otro”.

La Fiscalía atribuye al sargento, al margen del delito principal por el que reclama cuatro años y nueve meses de cárcel para él, la supuesta comisión de dos delitos de abuso de autoridad en su modalidad de “injuriar” a un subordinado de artículo 48 del Código Penal Militar, así como un delito de obstrucción a la justicia del artículo 464.1. Además de la pena privativa de libertad, reclama una multa de 12 meses a razón de 12 euros al día.

Al teniente P.F., supuesto coautor en el hecho principal, le acusa además de un delito de deslealtad y de un delito contra la eficacia en el servicio “por dejar de observar una orden recibida causando grave daño al servicio”. El Ministerio Público insta a que a ambos se les declare responsables civiles directos y que, de forma solidaria, abonen a cada uno de los progenitores de la víctima una indemnización de 110.623 euros, si bien establece que, subsidiariamente, debería ser el Estado quien responda por ellos. También pide que el sargento indemnice a uno de los soldados supuestamente injuriados.

Asimismo, al capitán A.C. le achaca un supuesto delito de deslealtad, otro de encubrimiento y un tercero de desobediencia a la autoridad en el ejercicio de sus funciones, mientras que al teniente R.G. le imputa otro presunto delito de deslealtad y otro contra la eficacia en el servicio en su modalidad de “dejar de observar una orden recibida”.

Inicialmente, el juez abrió diligencias contra 16 militares. Tras tomarles declaración y después de que las partes accedieran a las diligencias practicadas durante los cuatro meses en los que las actuaciones permanecieron bajo secreto, la causa continuó abierta contra los actuales investigados.

“Se le mató y se le remató desde el mismo momento en que mienten”

En su intervención ante los medios, Cruz ha agradecido los mensajes de apoyo recibido por parte de compañeros y militares durante todo este proceso, en el que solicitan hasta 34 años de prisión para el sargento acusado de asesinato. “No digo que sean malos por lo que pasó, sino por todo lo demás. Para mí se le mató y se le remató desde el mismo momento en que mienten, que engañan y que le tratan, por lo que me estoy enterando, como un cacho carne así tirada. Alejandro era mucho Alejandro”, ha manifestado.

En este sentido, los progenitores han incidido en la supuesta ocultación de los hechos como una de las situaciones que más les han marcado después de cuatro meses de secreto de sumario. El padre ha explicado, que cuando se desplazó al cuartel de la Guardia Civil de Alicante a recoger los enseres de su hijo, fue recibido con la frase: “Le llevan mintiendo desde el minuto cero”. “Antes de cinco minutos tuve que parar porque no me esperaba que esto fuese así”, ha detallado.

Los padres han dedicado además un recuerdo para Alejandro, quien quería ser piloto dentro del Ejército. “Yo le apoyé, a veces me arrepiento, pero él se superó a sí mismo y lo consiguió”, ha manifestado su madre antes de proclamar su “orgullo” por “todo lo que consiguió” en su deseo de “ayudar” a los demás y haberse “superado a sí mismo”.

Piden que se revisen los protocolos del Ejército

“Entiendo los accidentes, lo que no entiendo es cuando ya ocultas, manipulas y encima te permites el lujo de reírte, porque para mí uno lo mató y los otros lo remataron”, han insistido Cruz, quien ha reclamado dignificar La Legión porque “ya no es como antiguamente con expresidiarios, exdrogadictos o exasesinos. Ahora ya es un cuerpo de élite como quien dice, pues vamos a hacerlo”, ha señalado.

Los progenitores del caballero legionario han demandado también al Ejército que “revisen sus protocolos de ejercicios” porque “no había ni un médico presente en el campo de maniobras” cuando Alejandro Jiménez recibió el tiro. “Que actualicen esos protocolos y que la seguridad esté más valorada dentro de esos ejercicios para que no le vuelva a pasar a nadie”, han reclamado.

“Como le pasó a Alejandro, por mucho que actives la seguridad, si el que va a mandar las tropas en el campo de tiro se da la vuelta y se dedica a disparar como si no hubiera un mañana sin pensar quién está alrededor... Gracias a Dios supongo que de esa gente no habrá muchos, espero que ninguno más, pero si mantienes a un tarado como este en el Ejército, volverá a pasar”, ha sentenciado.

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