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Alemania se siente satisfecha con su hegemonía sobre Europa

Merkel con el ministro de Economía, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, en el Parlamento.

Salvador Martínez Mas

Berlín —

Los alemanes confían ahora en Europa y en el euro más de lo que venían acostumbrando. A los germanos la crisis económica también les hizo dudar de la Unión Europea, a pesar de ser un público tradicionalmente apegado a la idea de la integración continental. Sus dudas no llegaron por no creer en los remedios anticrisis –lo que se ha venido a llamar el “austericidio”–, sino porque parecían haber perdido la fe en una eurozona que estuvo a punto del colapso en 2012. Sin embargo, los alemanes han recuperado su tradicional buena imagen de una UE donde su país, con Angela Merkel al frente, se ha impuesto como el más influyente.

Los buenos resultados en las urnas de los euroescépticos de AfD en las urnas no pueden ocultar el hecho de que la mayoría de la población va por otro camino. Un par de sondeos recientes dan cuenta de esta rápida restauración de la imagen que tienen los alemanes del proyecto de unificación continental. Según señala Gallup, hasta el 69% de los alemanes aprueba el trabajo que desempeña la UE. Ese porcentaje es 13 puntos superior al de hace un año, y 20 más que la media europea (49%).

“En Alemania, la imagen de Europa ha vuelto a mejorar porque la crisis económica parece haberse estabilizado en los países que más la sufrieron, salvo en Grecia”, explica a eldiario.es Nicolai von Ordanza, experto en cuestiones europeas del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP, por sus siglas en alemán).

Ese motivo también parece estar detrás de lo que apuntaba a finales de marzo una investigación sobre la moneda única y los alemanes realizado por la Sociedad para el Consumo, el Mercado y la Investigación de Ventas (GfK-Verein, por sus siglas en alemán). Según ese estudio, vuelven a ser mayoría los alemanes que confían en el euro (el 57%). Hace dos años, el porcentaje había caído hasta el 38%. “Cuando la crisis golpeó en 2010, con los problemas en Grecia, hubo un malestar creciente en la población alemana con el euro”, aclara Von Ordanza, antes de matizar que ese descontento “nunca giró hacia la hostilidad, al menos hacia una hostilidad como la que se puede ver en el Reino Unido, por ejemplo”.

La reciente y aparentemente superada crisis de confianza en Europa de los alemanes habla, en realidad, de la difícil transformación identitaria que ha sufrido Alemania en la escena internacional.

“En las crisis más importantes para el público alemán, la crisis de la eurozona y la de Ucrania, no hemos visto un liderazgo estadounidense fuerte, ni un efecto de esa alianza angloamericana en temas de seguridad”, y “ahora estamos en un contexto internacional nuevo respecto a lo que ha habido tradicionalmente, donde Alemania se encuentra en una posición donde no existe el liderazgo fuerte de otros; por eso hay espacio para que Alemania lidere”, explica a este diario Josef Janning, investigador de la oficina en Berlín del think tank europeísta Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés).

“Potencia hegemónica reticente”

Un informe del ECFR de febrero asegura que Alemania es, en consecuencia, un “líder por defecto”. La expresión se suma a una larga lista de calificativos que tratan de designar qué tipo de posición ocupa ahora Alemania en Europa. Entre los otros términos más populares para referirse al papel de Alemania figuran los de “potencia hegemónica reticente”, que viene por no asumir Berlín plenamente su condición de líder internacional. Los más críticos prefieren tachar el excesivo poder que detenta ahora Alemania de “IV Reich”.

Precisamente sobre estas percepciones se centra en uno de sus últimos números el influyente semanario Der Spiegel.

En su portada, Angela Merkel aparece en la Acrópolis de Atenas, rodeada de nazis, en un fotomontaje sin duda inspirado por las voces más críticas que se pronuncian contra el liderazgo germano dentro de la UE.

La revista presenta en páginas interiores un claro rechazo a las comparaciones con la dominación totalitaria del nazismo, y se alinea con la idea de “potencia hegemónica reticente”, una expresión popularizada en los últimos años.

“La eurozona está claramente regida por Alemania”, donde “Berlín no tiene quién le discuta”, se lee en el semanario. “Sin embargo, también tiene un poder significativo en el destino de millones de personas de otros países”, un “poder que crea una significativa cantidad de responsabilidad, aunque el Gobierno y otros responsables se comportan a veces como si estuvieran liderando un país pequeño”, abunda la revista.

Una posición de fuerza

En cualquier caso, el reportaje de Der Spiegel asume con claridad la posición de fuerza de Alemania, una constatación no muy habitual en sus medios de comunicación ni en su opinión pública. “La situación de liderazgo se acepta más ahora en Alemania”, señala Von Ordanza, el investigador del SWP. Con él coincide Janning, el experto de la oficina berlinesa del ECFR. “La aceptación de la posición de liderazgo ha aumentado en Alemania, pues hace unos años el liderazgo se entendía como ir a la guerra, participar en operaciones militares con objetivos que no son pretendidos o cosas así”, según Janning. “Ahora la gente sabe que el liderazgo no es ir a la guerra sino también gestión de crisis, comprometerse en Ucrania o tratar de controlar amenazas, sin emplear la fuerza militar, y, al mismo tiempo, la gente también ve que la estabilidad de la UE va en su propio interés”, por eso “aprecia el esfuerzo que el Gobierno hace para mantener unida la eurozona”, añade.

De esa satisfacción habla precisamente, que, según datos del instituto de estudios de opinión Infratest Dimap, hasta el 70% de la población alemana esté “contenta” con su trío de políticos más relevantes. A saber, la jefa del Gobierno, Angela Merkel, su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, y su responsable de la diplomacia, Frank-Walter Steinmeier. Con semejantes niveles de aprobación, resulta difícil pensar en un cambio de la política alemana en relación a la UE.

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