El Congreso de EEUU vota a favor del impeachment contra Trump: su destitución depende ahora del Senado
Donald Trump se ha convertido oficialmente este jueves de madrugada en el tercer presidente de la historia de EEUU sometido a un proceso de impeachment. La Cámara de Representantes, controlada por el Partido Demócrata, ha votado para acusar formalmente al presidente de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso.
El cargo de abuso de poder ha sido el primero en aprobarse con 230 votos a favor y 197 en contra; el de obstrucción ha salido adelante con 229 votos positivos y 198 negativos. La siguiente fase se celebrará en el Senado, controlado por el Partido Republicano, donde tendrá lugar el juicio político formal contra el presidente a partir del 6 de enero de 2020.
Sin embargo, la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, ha amagado con forzar un retraso del juicio -según el reglamento, es ella quien debe entregar los cargos al Senado- porque, dice, los republicanos que controlan la Cámara Alta no han ofrecido garantías de un juicio político justo para la oposición. “Por el momento no hemos visto nada que nos parezca justo. Así que esperemos sea justo. Y cuando veamos que lo es, enviaremos a nuestros representantes”, ha declarado.
Con el primer cargo se acusa al presidente de abusar de su poder como presidente por las supuestas presiones a Ucrania para investigar a Joe Biden, su principal rival demócrata, y obtener beneficio político. El segundo, de obstrucción al Congreso, hace referencia a sus acciones para impedir la aparición de cargos clave del Gobierno en las sesiones del impeachment celebradas hasta ahora.
Trump: es el “suicidio político” de los demócratas
El presidente ha afirmado que los cargos aprobados en su contra por la Cámara de Representantes suponen un “suicidio” político y una “eterna marca de vergüenza” para los demócratas: “A través de sus acciones depravadas de hoy, los locos demócratas de Nancy Pelosi se han señalado con una marca eterna de vergüenza”, ha dicho Trump en referencia a la presidenta de la Cámara Baja en un mitin en Battle Creek (Michigan), minutos después de que se aprobasen los cargos.
“Ellos -ha añadido- no creen que tengáis derecho a elegir a vuestro propio presidente (...). Creen que pueden vetar vuestro voto”. Por ello, el mandatario estadounidense ha dicho que las acusaciones aprobadas en su contra suponen “una marcha suicida para el Partido Demócrata” que, en su opinión, ha “abaratado” el precio de un “impeachment” para presidentes futuros. “Todo va a terminar pronto y con una gran victoria”, ha insistido.
Durante el debate, Trump aseguró en Twitter que en la Cámara de Representantes se estaba produciendo “un asalto a América y un asalto al partido Republicano”. “Mentiras atroces de la izquierda radical, de los demócratas, que no hacen nada. ¡Esto es un asalto a America y un asalta al partido Republicano!”.
Tercer presidente sometido a un impeachment
Andrew Johnson fue el primer presidente en someterse oficialmente a un juicio político en 1868; Bill Clinton, en 1998, el segundo; y Trump será el tercero. El Congreso también abrió un caso contra Richard Nixon, que dimitió en 1974 poco antes de que la Cámara de Representantes votase los artículos del impeachment. Tanto Johnson como Clinton fueron finalmente absueltos por la Cámara Alta.
El escándalo estalló en septiembre de este año, cuando un trabajador de los servicios de inteligencia denunció internamente que Trump había presionado al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, para que abriese una investigación contra uno de sus principales rivales políticos, el candidato demócrata Joe Biden. Entonces, la pista principal era una llamada telefónica del presidente de EEUU al de Ucrania.
Según se desprende de los testimonios de algunos testigos clave que han pasado en las últimas semanas por la Cámara de Representantes, paralelamente a la llamada telefónica, el Gobierno de Trump amenazó con suspender una reunión con Zelenski en la Casa Blanca y con congelar la entrega de un paquete de ayuda militar de 390 millones de dólares si este no iniciaba la investigación. Trump, por su parte, ha negado en todo momento que hubiese quid pro quo entre estas medidas y la petición de investigación.
En una carta de Trump a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, enviada este martes de cara a la votación, el presidente califica el proceso de impeachment como “un intento de golpe” y una “persecución política” y acusa a los demócratas de declarar “una guerra abierta contra la democracia de EEUU”.
Giuliani, el cerebro de la operación
La historia comienza con el nombramiento de Volodímir Zelenski como presidente de Ucrania. Gordon Sondland, embajador de EEUU para la UE, y Kurt Volker, exrepresentante especial del Departamento de Estado para Ucrania, acuden a la ceremonia de inauguración y unos días después se reúnen con Trump en la Casa Blanca para transmitirle sus impresiones.
Sondland y Volker alabaron a Zelenski y afirmaron que podría ser una buena oportunidad para combatir la corrupción. A Trump no le gustó nada aquello, según afirmaron ambos ante el reducido grupo de congresistas a puerta cerrada. “Son todos corruptos. Son gente terrible. Intentaron derribarme”, señaló Volker ante los congresistas.
En aquella reunión, Trump les dijo que a partir de entonces hablasen con Rudy Giuliani, su abogado, para coordinar la política sobre Ucrania. “Estábamos decepcionados por la orden de Trump de involucrar a Giuliani. Nuestra visión era que los hombres y mujeres del Departamento de Estado, no el abogado personal del presidente, deberían ser los responsables de todos los aspectos de la política exterior con Ucrania”, dijo Sondland.
“Teníamos dos opciones: abandonar el objetivo de una reunión con el presidente Zelenski, que todos creíamos que era crucial, o podíamos cumplir la dirección de Trump y hablar con Giuliani para abordar las preocupaciones del presidente”, añadió. Eligieron la segunda y se convirtieron así en la herramienta del exalcalde para cumplir su objetivo de desprestigiar a Joe Biden.
Seis días antes de la famosa llamada telefónica, Volker se reunió con Giulani y le advirtió que el discurso Biden-Ucrania no era creíble. “Le dije a Rudy en ese desayuno la primera vez que nos sentamos a hablar que no me creo que Biden estuviese influido en sus deberes como vicepresidente por dinero o cosas de su hijo ni nada eso. Le conozco de hace mucho, es una persona íntegra y eso no es creíble”, declaró Volker en el Congreso.
Tras la famosa llamada telefónica, Sondland, Giuliani y Volker elaboraron incluso un borrador de la declaración pública que buscaban de Zelenski. Giuliani rechazó el texto porque no mencionaba a Biden y no decía nada de la interferencia electoral de 2016. “¿Si no dice Burisma y no dice 2016, qué significa?”, dijo.
Sondland ha reconocido que el 1 de septiembre en una cumbre en Varsovia tuvo un encuentro paralelo con el asesor personal de Zelenski, a quien le dijo que la entrega de los 290 millones de dólares dependía de la tan buscada declaración pública. “Ahora recuerdo hablar a solas con Yermak, a quien le dije que la reanudación de la ayuda estadounidense probablemente no ocurriría hasta que Ucrania hiciese la declaración anticorrupción que llevábamos discutiendo semanas”, afirmó.
Tan solo una semana después, Taylor mandó un mensaje a Sondland: “Creo que es una locura bloquear asistencia en materia de seguridad a cambio de ayuda con una campaña política”.
Finalmente Zelenski y su equipo capitularon y aceptaron hacer la declaración durante una entrevista en la CNN el 13 de septiembre, según ha publicado The New York Times. Sin embargo, la amenaza de los 390 millones de dólares se había hecho pública y, ante la presión del Congreso, el Gobierno se vio obligado a entregar la ayuda tan solo dos días antes de la entrevista. El equipo de Zelenski suspendió rápidamente la entrevista y fin de la historia.