Elliott Abrams: un nombre asociado a golpes e injerencias para liderar la estrategia de Trump en Venezuela
Muchos se acordaron de esas prominentes cejas cuando el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, presentó ante los medios el viernes pasado a Elliot Abrams como enviado especial para Venezuela. Con puestos en los que nunca faltaban en el título las palabras democracia y derechos humanos, Abrams ha trabajado en el pasado con Ronald Reagan y George W. Bush y su nombre está asociado a golpes de Estado, cambios de regímenes incómodos, intervenciones militares y otro tipo de injerencias en los asuntos internos de otros países.
“Su pasión por los derechos y las libertades de todos los pueblos hacen que encaje a la perfección y lo convierte en una suma valiosa”, afirmó Mike Pompeo. “Elliott será un verdadero activo en nuestra misión de ayudar al pueblo venezolano a recuperar la democracia y la prosperidad en su país”, añadió.
El nombre de Adams ya ha estado relacionado con Venezuela. El 11 de abril de 2002, tras fuertes protestas y enfrentamientos entre partidarios y críticos del presidente Hugo Chávez que causaron varios muertos, el alto mando militar venezolano anunció que Chávez había renunciado tras habérselo solicitado y posteriormente se nombró presidente del país a Pedro Carmona. Tres días después, los militares leales a Chávez retomaron el poder y él recuperó la presidencia.
Días después del intento de golpe, The Observer publicó que destacados miembros del gobierno de EEUU, liderado entonces por George W. Bush, estaban vinculados con la maniobra. El periódico británico informó citando fuentes diplomáticas y de la Organización de Estados Americanos que los golpistas, incluido el propio Carmona, se habían reunido periódicamente durante meses con miembros de la Casa Blanca y que el Gobierno no solo conocía la operación, sino que la aprobó.
“El personaje crucial en torno al golpe fue Abrams, que opera en la Casa Blanca como director del Consejo de Seguridad Nacional para democracia, derechos humanos y operaciones internacionales”, afirmaba el periódico entonces.
Meses después del intento de golpe de Estado en Venezuela, Abrams fue nombrado por Bush como director de Oriente Medio y Norte de África en el Consejo de Seguridad Nacional, desde donde defendió y presionó a favor de la invasión de Irak de 2003 que acabó con el régimen de Sadam Husein.
El escándalo Irán-Contra
La información de The Observer sobre el intento de golpe en Venezuela de 2002 citaba, además de a Abrams, a otros oficiales del Gobierno presuntamente implicados en la operación. Varios de ellos, incluido Abrams, estuvieron involucrados en el escándalo de mediados de los 80 durante la presidencia de Ronald Reagan conocido como Irán-Contra y fueron rescatados años después por George Bush hijo para dirigir su política exterior.
En este escándalo, el gobierno de EEUU vendió ilegalmente armas a Irán y utilizó ese dinero –decenas de millones de dólares– para financiar a la guerrilla de la Contra, que luchaba contra el gobierno sandinista en Nicaragua. Abrams participó en la operación y fue condenado en 1991 (y posteriormente indultado por George Bush padre) por mentir al Congreso. Durante ese periodo, el nuevo enviado especial para Venezuela trabajó directamente con Oliver North, asesor de Reagan y uno de los principales arquitectos de la operación.
Estados Unidos fue condenado por el Tribunal Internacional de Justicia por injerencia en asuntos internos, por uso ilegal de la fuerza y por violar la soberanía de Nicaragua y la operación es el ejemplo modélico de injerencia en cualquier manual de derecho internacional público que se precie.
“Los Estados Unidos de América, al entrenar, armas, equipar, financiar y abastecer a las fuerzas contras o al estimular, apoyar y ayudar por otros medios las actividades militares y paramilitares en Nicaragua y contra Nicaragua han actuado infringiendo la obligación que les incumbe con arreglo al derecho internacional consuetudinario de no intervenir en los asuntos de otro Estado”, señalaba el fallo.
La masacre de El Mozote
Unos años antes, en diciembre de 1981, el batallón de élite del Ejército de El Salvador Atlacatl, apoyado y financiado por EEUU, cometió una masacre en la población de El Mozote y asesinó “deliberada y sistemáticamente” a centenares de civiles, hombres, mujeres y niños, en supuestas labores de contrainsurgencia. El informe de La Comisión de la Verdad de El Salvador de 1993 señaló que en El Mozote se identificaron 500 víctimas, pero “muchas otras no han sido identificadas”.
En declaraciones ante el Senado poco después de los hechos, Abrams declaró que las informaciones de centenares de muertos no eran “creíbles” y las calificó de propaganda comunista. “El batallón al que usted se refiere [Atlacatl] ha sido elogiado en varias ocasiones por su profesionalismo y por la estructura de mando y control cercano en que las tropas se mantienen cuando entran en batalla”, afirmó Abrams. Años después, Abrams calificó la política en El Salvador de “logro fabuloso”.