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La Comisión Europea anuncia un nuevo cuerpo policial para ayudar a los gobiernos a vigilar las fronteras exteriores

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Iñigo Sáenz de Ugarte / Andrés Gil

Estrasburgo —

“Europa es la gran historia de mi vida. Quiero a Europa y seguiré haciéndolo”. Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea ha cerrado así el que será su último discurso en el Estado de la Unión Europea. Juncker ha insistido en su deseo de una “Europa fuerte y unida”, lo cual se traduce, desde su punto de vista, en reforzar su voz en el ámbito internacional en tanto “primer mercado único del mundo y quinta economía mundial y, por eso, el euro debe usarse más que el dólar”.

Pero no sólo eso. Presionada por los gobiernos de la UE, la Comisión Europea ha decidido dar un paso al frente en la llamada crisis migratoria que servirá en principio para complacer a gobiernos que tienen posiciones muy diferentes sobre el tema. En su discurso del Estado de la Unión, Juncker ha anunciado una intervención directa en la frontera sur de Europa a través de un nuevo organismo de características policiales durante el debate del Estado de la Unión Europea. O lo que es lo mismo adaptar Frontex, una agencia ya existente, para que sea la fuerza a la que se acuda en caso de emergencia, en la línea de lo adelantado el fin de semana por El País.

“La Comisión y varias presidencias del Consejo han presentado numerosas propuestas”, ha afirmado Juncker, “no se pueden buscar soluciones ad hoc cada vez que llega un buque. Necesitamos una solidaridad más duradera y organizada, necesitamos más eficiencia. Por eso, proponemos un reforzamiento de la guardia costera y de fronteras, financiado por el presupuesto comunitario, que se aumente en 10.000 efectivos hasta 2020”.

Juncker también ha insistido en que los Estados “necesitan contar con apoyo para tramitar las solicitudes de asilo, tenemos que acelerar el retorno de los migrantes irregulares”.

Un portavoz de la Comisión lo había dicho en la víspera en términos claros. “Es un problema europeo”, una idea en la que han insistido varias veces dirigentes como Angela Merkel, Emmanuel Macron y Pedro Sánchez. Por tanto, se acabó lo de dejar abandonados a su suerte a los países del sur.

Pero para justificar ese aumento de competencias, que siempre puede molestar a algunos países, el portavoz adoptó con cautela el discurso que han extendido gobiernos ultraconservadores como el húngaro o el italiano con estas palabras: “No tenemos un control de fronteras”. En su su versión, que con una intención más intransigente se ha escuchado al ministro italiano de Interior, Matteo Salvini, el portavoz recordó que “Europa tiene que proteger sus fronteras, debe tener un sistema efectivo de protección de sus fronteras”. Es como decir que ahora mismo no lo tiene.

La idea del equipo de Juncker es convertir Frontex en una fuerza policial que podría tener unos 10.000 miembros. Eso significa federalizar ese organismo (responderá ante Bruselas), uniformar a sus integrantes, darles autonomía operativa (que no tengan que esperar a negociaciones entre Bruselas y gobiernos) y desplegarlos en las fronteras exteriores, “que es donde hacen falta”.

No se sabe aún dónde tendrá su sede principal este nuevo Frontex policial, pero debería ser en el sur de Europa, no en Varsovia, como ocurre ahora.

La Comisión quiere colaborar en asuntos en los que los gobiernos se quejan con frecuencia o dicen verse desbordados. Consiste en dar más ayuda en el procesamiento de las reclamaciones de asilo político en países que están en primera línea, como es el caso de España. Hay un aviso que no es nada implícito, sino muy concreto: los que no puedan ser aceptados como demandantes de asilo (a los que se considera migrantes por razones económicas) tienen que volverse a sus países: “Debe haber política de retornos”.

La prioridad no es rescatar migrantes, sino proteger la frontera sur, agilizar los procedimientos de asilo y expulsar a los que vengan a Europa en busca de un puesto de trabajo.

Para que los países, muchos de ellos africanos, de donde proceden los que sean rechazados estén dispuestos a aceptarlos, habrá que darles algo a cambio. Aquí entra otro de los puntos clave del programa de Juncker: un paquete importante de ayuda económica a África. Aparentemente, lo que se hace ahora no vale. “Estamos teniendo resultados que no están a la altura del dinero invertido. No llega dinero suficiente a proyectos de inversión que creen empleo”, según un portavoz de la Comisión.

Es una mezcla de inversiones económicas más efectivas y marketing político: “Debería haber un compromiso concreto de crear un número determinado de empleos en África con esa inversión europea”. Algo que no huela a colonialismo, en expresión del portavoz, que no se utilice para inversiones genéricas de utilidad cuestionable, sino que se emplee directamente para crear puestos de trabajo.

“Se trata de llegar acuerdos de libre cambio con África, e invertir donde se logre marcar la diferencia, más allá de la cooperación al desarrollo, que resulta una humillación para el continente”, ha afirmado Juncker en el debate.

En una interpretación que siempre han rechazado expertos en políticas migratorias y algunas ONG, la Comisión aspira a que “disuadamos a los que se quieren poner en manos de organizaciones de traficantes”. Es decir, habrá más puestos de trabajo en ese país africano, por lo que sus habitantes no tendrán el deseo de viajar a Europa en condiciones dramáticas. Esa es una relación causa-efecto que ningún estudio ha demostrado.

La explicación de esa presunta vulnerabilidad de las fronteras exteriores europeas admite algunas paradojas, quizá para que no parezca que la Comisión está dando la razón al discurso de Salvini y de la extrema derecha del norte de Europa. La Comisión admite que no estamos en una situación de tanta presión migratoria como en 2015 y 2016. En términos de cifras, la realidad indica que por distintas razones la cifra de extranjeros que llegan por mar están cayendo, “pero estamos en un problema con una visibilidad política importante”.

Visibilidad quiere decir que en las conclusiones de la cumbre de la UE de junio los gobiernos pidieron a la Comisión que tomase cartas en el asunto. Significa también que la Comisión está cansada de escuchar críticas por decisiones que toman esos mismos gobiernos. Esta nueva Policía de Fronteras pretende ser la fuerza de emergencia que acudirá en ayuda de los países que digan sentirse desbordados.

Juncker también ha pedido mayores inversiones, además de para África, en defensa europea, “para ganar en soberanía internacional”; y ha expresado su voluntad de llegar a un acuerdo con el Reino Unido para el Brexit en tiempo: “Hay que entender que quien se marcha no puede conservar los privilegios de los que están, y le debemos a nuestros ciudadanos alcanzar el acuerdo [previsto para marzo de 2019]”.

El presidente de la Comisión ha pedido una Europa “fuerte y unida”, que representa “el mayor mercado único del mundo y la quinta potencia económica”, y, por ello, ha defendido que las empresas europeas “tengan que comprar aviones pagando en dólares, hay que cambiar esto, por eso vamos a presentar varias iniciativas para reforzar el papel del euro, ahondando en la unión económica y monetaria”.

Juncker también ha entrado en el debate procedimental, que a menudo supone un freno para la toma de decisiones, y ha pedido que se apliquen decisiones por mayoría cualificada en el Consejo y se abandone la necesidad de la unanimidad para asuntos de política exterior, por ejemplo.

El presidente de la Comisión también ha insistido en la necesidad de cambiar la hora y acabar con los horarios de verano y de invierno.

Apoyo del Partido Popular y de los liberales

El portavoz del PPE, Manfred Weber, ha aplaudido la gestión de Juncker al frente de la Comisión: “Gracias, Jean-Claude Juncker”.

“Pero queda mucho por hacer”, ha insistido Weber, que se postula para sustituir a Juncker tras las elecciones europeas de mayo de 2019. “Una Europa de los pueblo es sobre todo una Europa de la seguridad, por eso nos parece bien aumentar a 10.000 los agentes de Frontex”.

Weber también ha aplaudido las medidas anunciadas por Juncker para evitar “injerencias de China, Rusia, trolls y fake news” durante las elecciones.

Estaban González Pons, el portavoz del PP, le ha pedido a Juncker que incluya la reforma de la euroorden mirando a Catalunya: “No estamos protegidos contra el ciberterrorismo, la manipulación de resultados electorales. Ni los intentos de golpe de Estado. Mi país ha sufrido un intento de golpe de Estado pero el Supremo no tiene a su disposición a todos los que lo intentaron porque otro tribunal europeo regional no lo permite. No tiene sentido que Schengen sirva para cerrar fronteras a refugiados y otros las abran para delincuentes. Si queremos una UE unida, también tiene que ser una UE de la justicia”.

El portavoz liberal, Guy Verhofstadt, ha cargado contra “los populistas de derechas que quieren dar lecciones de unidad y hacerse con la política europea desde dentro”, y ha aplaudido las ayudas anunciadas por Juncker a África.

Pitos y aplausos socialdemócratas

“Usted rinde homenaje a su papel político, es un líder europeo”, ha afirmado el portavoz del grupo socialdemócrata, el alemán Udo Bullmann, “pero queremos más, es un escándalo lo que hemos visto este verano en el Mediterráneo y ya no hay puertos seguros por el gobierno de derechas de Italia. Hay que adoptar medidas urgentes”.

“Las sociedades del Este necesitan un nuevo pacto, y los jóvenes del Sur necesitan una nueva perspectiva. Y miremos el Brexit y las elecciones suecas, y veremos que las personas trabajadoras que habían creído en Europa esperan resultados, como que cada niño de la UE tenga garantías, educación, vivienda y futuro para la próxima generación”, ha afirmado Bullmann.

“Ha faltado coraje y valentía”, ha afirmado la socialista Iratxe García: “Hace falta una Europa fuerte, solidaria, que devuelva la dignidad a nuestro proyecto, capaz de hacer frente a la lucha contra el cambio climático, con rostro de mujer que acabe con la violencia de género y nos devuelva el orgullo de pertenecer a un espacio común”.

Críticas por la derecha

El portavoz del grupo de Conservadores y Reformistas, el polaco Ryszard Antoni Legutko del gobernante Ley y Justicia, ha criticado la política migratoria y “el proceso oscuro de toma de decisiones”.

El portavoz del grupo de la Europa de las Libertades, Nigel Farage, ha dicho: “Usted habla de una mayor centralización del poder militar, fiscalidad; eso significa hacer menos en las naciones. Si tienen problemas con los italianos ahora, no saben nada cuando vean la propuesta de la guardia de fronteras. ¿Por qué es bueno el patriotismo europeo y es racista el patriotismo nacional? Esta idea del patriotismo europeo es algo en lo que la gente no cree”.

Por el Grupo de la Europa de las Naciones, Nicolas Bay ha sostenido: “La acción de su Comisión, Juncker, es opaca y antidemocrática y sancionadora”.

Alertas verdes y rojas

El portavoz de Podemos en el Parlamento Europeo, Miguel Urbán, así duro con Juncker, al igual que la portavoz de IU, Marina Albiol:

El portavoz de ICV, Ernest Urtasun, también ha sido crítico:

“Lo que más nos amenaza son los enemigos que tenemos dentro de casa, los nacionalismos, el racismo, si los gobiernos usan la UE como chivo expiatorio de sus fallos”, ha afirmado la portavoz de los Verdes, Ska Keller: “Europa prometió paz, prosperidad y democracia, y hay que revalidar esas promesas”. “El desafío más importante es el cambio climático”, ha asegurado Keller: “Se impuso austeridad sin pensar en sus consecuencias ya ha socavado la promesa de elevar el lnivel de vida de sus ciudadanos, hay que renovar nuestras promesas y crear una Europa social”.

La portavoz del GUE/NGL, Gabi Zimmer, ha dudado de que se haya superado la crisis. “Hemos sobrevivido”, dijo Alexis Tsipras el martes, “y si es eso lo que hacemos y no contamos con la seguridad de mirar al futuro, y si hay que eludir los peligros porque no hemos conseguido una Europa de la solidaridad y la paz, esto no va a funcionar. Tenemos que devolver los derechos a los trabajadores y no queremos que sólo haya fondos militares”.

“Dice que Europa tiene que protegerse, pero no habla de la unión social, sólo habla de proteger las fronteras exteriores y de expulsar a los migrantes”, ha dicho Zimmer: “No vamos a aceptar que el Consejo bloquee una y otra vez, y espero de la Comisión que lo digan en voz alta”.

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