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Biden empuja ayudas récord para que la cultura se recupere del golpe de la pandemia

La poeta Amanda Gorman recita sus versos en la toma de posesión de Biden el pasado enero

Peio H. Riaño

3 de junio de 2021 22:23 h

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América primero y la cultura lo último. Esta ecuación se rompió el pasado viernes, cuando la Casa Blanca lanzó su plan de aumentar los presupuestos culturales a falta de ser aprobado por el Congreso. La hostilidad contra las artes y las humanidades que mantuvo Trump en su legislatura terminó en la toma de posesión del presidente demócrata, quien invitó a actuar a la poeta Amanda Gorman y a la cantante Lady Gaga en su acto de bienvenida.

Con el plan de inversión para 2022, Joe Biden demuestra, en un año decisivo, su compromiso por la recuperación de las instituciones estadounidenses, las cuales han sido muy dañadas por la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus. La cantidad más elevada se la lleva el Fondo Nacional de las Artes (NEA), con un incremento de 33,5 millones de dólares, un 20% más que el destinado en 2021. Es la cifra más alta que recibe desde su fundación en 1965 la agencia dedicada al cuidado de los museos entre otras ocupaciones.

“El presupuesto del presidente Biden representa un compromiso significativo con el sector de las artes y la cultura y refleja la importancia continua de las organizaciones artísticas y los trabajadores culturales para la salud y la vitalidad del país”, ha asegurado en un comunicado Ann Eilers, presidenta de la NEA. Este incremento se traducirá en la reincorporación de trabajadores que habían sido despedidos de sus instituciones el año pasado por la crisis, así como la gestación de nuevas actividades culturales. 

El 40% de los 201 millones de dólares será destinado a la concesión de subvenciones otorgadas por las agencias estatales de los 50 estados, y el 60% a organizaciones e individuos que se postulan para que sus proyectos sean financiados públicamente. Estas ayudas premiarán los enfoques que promuevan la equidad racial, la justicia racial, los derechos civiles y la igualdad de oportunidades, asuntos clave en el Gobierno de Joe Biden y Kamala Harris, que fomentan el desarrollo de las comunidades marginadas. Incluyen además las zonas rurales del país.

Expectativas frustradas

Pese a la buena noticia que para el sector de la cultura supone esta gran ayuda económica, las expectativas de tener una línea de comunicación directa con el presidente no se han cumplido. El sector soñaba con una representación artística dentro la Casa Blanca que elevara la importancia de la economía creativa, pero, en el nuevo gabinete, Biden no ha incluido una oficina propia para la cultura entre los 15 departamentos ejecutivos que sí la tienen y que funcionan a modo de ministerio europeo.

La cultura tampoco figura entre las prioridades declaradas y publicadas por la Casa Blanca, a pesar de haber reconocido en campaña su importancia para la recuperación de la población tras la pandemia. Durante la carrera hacia la presidencia los asesores culturales de Biden hablaron de la necesidad de crear una agencia que agrupara los intereses que ahora mismo están dispersos en la NEA, el Fondo Nacional para las Humanidades y la Corporación para la Radiodifusión Pública (NEH) y el Instituto de Museos y Bibliotecas (IMLS). 

Megan Beyer, copresidenta del Comité de Política de las Artes de la campaña y exdirectora ejecutiva del Comité de Artes y Humanidades con Obama, comparaba la oficina cultural en la Casa Blanca con la de Ciencia y Tecnología. “Para mí, las artes son una poderosa herramienta interdisciplinaria más”, manifestó Beyer entonces. Otra de las responsables de ese sueño (frustrado) fue Nina Ozlu Tunceli, consejera principal de asuntos públicos y gubernamentales y directora ejecutiva del Fondo de Acción de los Estadounidenses por las Artes, que alentó a concebir la formulación de políticas que integraran a las artes en el esfuerzo federal para la nueva economía de superación de la pandemia. 

En el resto de agencias, el compromiso económico no es tan generoso como en la NEA. La NEH recibirá, en 2022, 177,5 millones de dólares, esto supone un aumento de diez millones de dólares (un 6% más). Y el IMLS apenas crece un 3,1%, de 257 pasa a 265 millones de dólares. Los planes culturales son mucho más modestos que los destinados a la ciencia y la tecnología: 52.000 millones de dólares para los Institutos Nacionales de Salud, un incremento del 21% de 2021.

Laura Lott, presidenta y directora ejecutiva de la Alianza Americana de Museos (AAM), comunicó, al poco de darse a conocer los detalles de la nueva financiación pública, que es el camino correcto para paliar el “impacto devastador de la COVID-19” en los museos y sus empleados. Lott aplaude el aumento en dos millones de dólares en subvenciones para el Museo de Historia y Cultura Afroamericana (inaugurado por el propio Biden como vicepresidente, en 2016, ) y el incremento de cuatro millones de dólares destinados al Museo Nacional Latinoamericano. También respira aliviada al comprobar que la propuesta de Trump de limitar las deducciones fiscales a quien ayude a estas instituciones ha sido borrada del mapa. Es muy llamativa la partida de 4,5 millones de dólares dedicada a la investigación, análisis y recopilación de datos culturales.

El incremento presupuestario alivia las amenazas que han sufrido estas agencias en los últimos cuatro años: en 2017, Donald Trump se convirtió en el primer presidente en proponer eliminar la inversión en cultura, por ser un símbolo de generosidad derrochadora.

La NEA, por ejemplo, sobrevivió a las amenazas gracias al apoyo en el Congreso, que rechazó cada año los presupuestos de demolición de Trump. En 2021, la NEA tuvo un presupuesto de 167,5 millones de dólares, un 0,0034% del gasto federal. Con el actual incremento presupuestario, el porcentaje de inversión en esta agencia apenas varía. Al menos, las relaciones con la Casa Blanca ya no son agresivas. Trump fomentó el rechazo a todo artista que no fuera explícitamente leal a su causa, lo que provocó una reacción contraria a la que esperaba el ex presidente en todos los foros públicos en los que tuvieran presencia el arte y sus creadores. Incluso desmanteló el Comité de Artes y Humanidades, que asesora al presidente desde el Gobierno de Ronald Reagan.

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