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Cinzia Bianco, experta en relaciones europeas con el Golfo Pérsico: “Qatar ha fracasado en su intento de dar un golpe de poder blando”

Cinzia Bianco, experta en relaciones europeas con el Golfo Pérsico.

Francesca Cicardi

24 de diciembre de 2022 21:21 h

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El Mundial de Qatar ha sido uno de los más polémicos de las últimas décadas. Desde el primer momento, cuando la FIFA adjudicó el gran evento al emirato en 2010, el torneo ha estado rodeado de sospechas de corrupción. La elección puso el foco en la situación de las mujeres, del colectivo LGTBI y los derechos humanos en general, además de las durísimas condiciones de los trabajadores migrantes que construyeron las infraestructuras necesarias para el Mundial: investigaciones independientes hablan de miles de muertos en los últimos años, pero los organizadores sólo han reconocido el fallecimiento de 40 obreros en las obras específicas para el torneo.  

Cinzia Bianco es experta en relaciones europeas con el Golfo Pérsico del centro de estudios Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, en sus siglas en inglés) lleva años estudiando la región y ha trabajado también en un proyecto de la Comisión Europea.

¿Cómo será recordado el Mundial de 2022?

Este Mundial se ha visto acompañado casi a diario de polémicas y quedará como el Mundial de las polémicas. El objetivo de Qatar era organizarlo para tener un impacto sobre el gran público, sobre el espectador medio que ve los partidos de fútbol, y eso no pasó.

También ha habido alabanzas por la buena organización y desarrollo del Mundial, el primero en un país árabe y musulmán…

¿Quién se acordará de la buena organización? Creo que hay que distinguir entre Oriente y Occidente: en Asia ha sido visto como éxito, porque el público se fijó más en la buena organización, en los bonitos estadios, en las ceremonias de inauguración y cierre... En países como China, Malasia, Filipinas ha sido un éxito y, por supuesto, en el mundo árabe.

Los qataríes y los del Golfo se han resentido mucho, y han reaccionado a las polémicas con contundencia, achacándolas al racismo y la incapacidad de aceptar culturas diferentes a la occidental. Pero no se puede establecer por la fuerza un predominio cultural, el poder blando no es coercitivo, no se puede imponer: debe ser acogido, aceptado, abrazado, pero hemos visto una cerrazón y un rechazo total.

¿Significa que Qatar cambiará su estrategia y mirará hacia Oriente?

Se enfocará más hacia Oriente, a todos los niveles, pero eso no significa que suspenderá las negociaciones sobre el comercio del gas u otras cuestiones que tienen que ver con intereses estratégicos muy pragmáticos y concretos. Ahora, si Doha tiene que elegir entre invertir 4.000 o 5.000 millones de dólares en una gran operación de soft power en Londres o en Pekín, elegirá Pekín. Si antes gastaba ese dinero para poner anuncios en el metro de Londres o en un evento en Harrods (grandes almacenes londinenses de propiedad qatarí), creo que ahora lo hará en Singapur, Hong Kong o, incluso, en Buenos Aires. El dinero que invierten tiene que ir a parar donde genera un impacto: durante años Qatar puso ese dinero en Occidente y, ante el primer Mundial en su casa, sólo ha recibido polémicas y críticas de Occidente.

¿No le ha salido rentable organizar la Copa del Mundo de la FIFA, la más cara de la historia?

Qatar compró Harrods, The Shard (el edificio más alto del Reino Unido), el Paris Saint-Germain, e hizo inversiones en Alemania, pero ¿de qué le ha servido? Cuando llegó el momento de atraer la atención, toda la atención recibida fue en su mayoría negativa – en la prensa francesa, española, alemana, italiana o británica –. 

A pesar de los gastos por el Mundial (que se calcula que superaron los 200.000 millones de dólares), Qatar ha seguido invirtiendo en Europa mucho dinero, pero la diferencia es el impacto que ha obtenido: para convertirse en protagonista del discurso público, comprar el Paris Saint-Germain no es suficiente - y cuando lo hicieron también recibieron críticas.

Y Occidente, ¿Cambiará su postura respecto a Qatar? 

No quiero decir que en Londres ya no vaya a querer los millones de Qatar, pero tampoco quieren 20 artículos negativos en The Guardian. Más allá del ministro de Interior alemán, ningún representante gubernamental ha sido crítico con Qatar abiertamente, pero el problema es la opinión pública. Ese dinero puesto en el Paris Saint-Germain no era sólo una inversión, que también, pero tenía que producir además un discurso más suave sobre Qatar, y esto no ha sucedido. Por tanto, Doha destinará su dinero donde la prensa sea más amable.

Me ha sorprendido ver tanta negatividad en Europa, ha sido un fracaso absoluto. En Estados Unidos han sido mucho más suaves. Realmente, la opinión pública europea no se compra, incluso la de países donde Qatar ha metido mucho dinero. El racismo hacia los árabes y los musulmanes ha jugado un cierto papel, no podemos ser hipócritas e ignorar este factor, pero hubo muchos otros.

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