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Green is the new black? El ecologismo político marca el paso en Alemania

Estudiantes participan en una manifestación en contra del Cambio Climático en Colonia (Alemania).

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Bruselas. Martes, 4 de junio. 15.13 horas. Y 24º centígrados en el barrio de Saint Gilles. El cambio climático existe. La crisis climática es un hecho que afecta en el día a día de las personas. “Ahora todo el mundo ve que el cambio climático está ocurriendo”, explicaba en una entrevista con eldiario.es la líder de los Verdes en el Parlamento Europeo, Ska Keller: “Y hemos sido los únicos que desde hace mucho tiempo hemos hablado de ello. Somos muy creíbles, con esto y ahora estamos recogiendo los frutos, aunque lo que está pasando no es bueno para el planeta”.

Así razona Keller el éxito del ecologismo político en países como el suyo, Alemania, donde el 26 de mayo dieron el sorpasso al otrora todopoderoso SPD. Y en el que incluso algunas encuestas les están situando ya como primera fuerza política del país.

Según un sondeo elaborado por el instituto demoscópico Forsa para RTL, el Partido Socialdemócrata (SPD), que una semana antes de las elecciones europeas todavía lograba sumar un 17 %, se sitúa actualmente en el 12 % en intención de voto, el nivel más bajo registrado jamás a nivel federal.

Mientras, los Verdes continúan su ascenso y logran el 27% de apoyos, después del 18% en la anterior semana, de manera que adelantan al bloque conservador formado por la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unió Socialcristiana (CSU) bávara, que pierde dos puntos hasta el 26%.

Según esta encuesta, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) pierde dos puntos y suma un 11% de apoyos, lo que la coloca a un punto de los socialdemócratas, mientras los liberales se mantienen en el 8% y Die Linke (La Izquierda) pierde un punto, hasta el 7%.

En las pasadas elecciones generales de septiembre de 2017, la CDU/CSU fue la fuerza más votada con el 32,9 % de apoyos; el SPD cayó al 20,5 %; AfD sumó el 12,6 %; el Partido Liberal (FDP), el 10,7 %; La Izquierda, el 9,2 %; y los Verdes, el 8,9 %.

En las elecciones europeas celebradas en Alemania el pasado día 26, los Verdes se convirtieron por primera vez en la segunda fuerza más votada al lograr el 20,5 % de apoyos, mientras que el bloque conservados y los socialdemócratas encajaron con el 28,9 % y el 15,8 %, respectivamente, su peor resultado.

Este panorama es el que ha llevado a Andrea Nahles a retirarse como líder del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), un año después de asumir la jefatura de una formación que en menos de veinte años ha vivido diez relevos en su presidencia sin frenar su sangría de electorado.

Nahles llevaba apenas un año y tres meses en el cargo, que asumió tras la renuncia de Martin Schulz, último candidato del partido a luchar por la Cancillería, en 2017. Ha pasado de ser la gran esperanza de reflotar a la socialdemocracia a hundirla en su mínimo histórico en unas elecciones generales.

Del 20,5% obtenido entonces por Schulz cayó el SPD en las pasadas europeas al 15,8%, siguiente mínimo histórico a escala nacional, y se vio rebasado incluso como segunda fuerza por los Verdes.

“Hay un cambio en el sistema político”, reflexionaba Keller: “Los que eran grandes jugadores, ya no lo son tanto. Pero eso no significa un debilitamiento de las instituciones, sino la diversificación del voto, y eso es natural si miramos el desarrollo de las sociedades. En Alemania, los socialdemócratas no tienen la base social de antes, pero era una base muy diversa que también ha cambiado: ahora el porcentaje de trabajadores, por ejemplo, se ha reducido. Para nosotros es una gran oportunidad y una gran responsabilidad. Ya lo estamos haciendo en el Parlamento Europeo. Aquí influimos mucho, hay mayorías cambiantes, introducimos nuestros temas en las agendas, tienes que trabajar para buscar mayorías”.

El Gobierno de Gran Coalición en Alemania está tocado: con una canciller, Angela Merkel, que ha anunciado su retirada; con un partido principal, la CDU/CSU en retroceso y otro socio, el SPD, en caída libre.

El salto de los Verdes se veía venir en las últimas elecciones regionales: quedaron segundos en Baviera el año pasado, con el 17,5%; idéntico porcentaje al que lograron este año en Hamburgo, donde han formado Gobierno con el SPD. En Hesse, donde quedaron segundos en 2018 con el 19,8%, gobiernan, sin embargo, con la CDU.

Y es que los Verdes alemanes, aunque se ubican dentro del bloque progresista y participaron en la coalición de Gobierno de Gerhard Schröder hace dos décadas –su líder de entonces, Joschka Fischer fue vicecanciller y ministro de Exteriores, primero con el 6,7% y luego con el 8,6% de los votos–, hay lugares, además de Hesse, en los que gobiernan con los democristianos de la CDU. Por ejemplo, Baden-Würtemberg, donde son primera fuerza con el 30,3%; o Schleswig-Holtein, donde es tercera fuerza con el 12,9% –el SPD también está en el Gobierno–.

¿Y qué es lo que piden? “Pedimos una forma diferente del funcionamiento de la economía”, defiende Keller: “Creemos que se puede hacer. Es ridículo que compremos un nuevo teléfono y sus materiales que se han extraído en el Congo o en Bolivia a costa de la vida de personas, y compramos un teléfono y a los dos años no funciona y tenemos que comprar otro y tirarlo a la basura. Y todos los materiales que tenía el teléfono y que habían sido extraídos en condiciones pésimas de trabajo y de vida va a la basura. Y eso es ridículo. Defendemos una economía circular donde los materiales puedan reutilizarse y no haya que tirar todo a la basura. O inventamos el plástico, que es sorprendente, se ha creado para que dure muchísimo, y ¿para qué lo usamos? Para bolsas y paquetes que usamos una sola vez. No es una manera sostenible de gestionar la economía, y cada vez más gente está de acuerdo con eso. Creemos que se puede hacer de otra manera, se puede reciclar, reutilizar, no usar plástico para todo y tomar un café en una taza de verdad que sabe mucho mejor. Se ha probado por muchas empresas que es posible”.

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