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The Guardian en español

Crisis de las organizaciones sanitarias que tratan el ébola en Congo: “No tenemos la confianza suficiente de la comunidad”

Fotografía facilitada por Médicos Sin Fronteras de sanitarios preparándose para intervenir en el nuevo brote de ébola que afecta a la provincias de Kivu Norte e Ituri.

Rebecca Ratcliffe

Mientras crece la preocupación por la creciente desconfianza en las organizaciones sanitarias de la República Democrática del Congo en medio de un nuevo brote de ébola, Médicos Sin Fronteras ha anunciado la suspensión de sus actividades en Kivu Norte tras el ataque a dos de sus centros de tratamiento contra el virus.

A siete meses del inicio de este brote, que ya se ha cobrado 555 vidas, los expertos advierten que el virus no está bajo control y afirman que la desconfianza en las organizaciones médicas está afectando gravemente los servicios contra el ébola.

Médicos Sin Fronteras, que está a cargo de los centros de tratamiento que han sido atacados e incendiados en Katwa y Butembo (Kivu Norte) y es una de las organizaciones que lidera la campaña contra el ébola, ha señalado que es necesario que sus socios reevalúen su estrategia. Las autoridades congoleñas responsabilizan al grupo armado rebelde Mai Mai de los ataques a las instalaciones.

“Debemos reflexionar sobre qué más podríamos haber hecho, porque está claro que en este momento no tenemos la confianza suficiente de la comunidad”, explica Pierre Van Heddegem, coordinador del proyecto de respuesta ante el ébola en Katwa, añadiendo que todas las organizaciones médicas deben consultar sus estrategias con las comunidades.

“En algunos barrios tenemos que volver a la casilla de salida, sentarnos, escuchar a la gente y no imponer nuestra visión sobre cómo hay que organizar la campaña”, cuenta Van Heddegem.

Un centro de tratamiento del ébola en Butembo, en la provincia de Kivu del Norte, fue incendiado el miércoles, convirtiéndose en el segundo ataque de la semana. Previamente, Médicos Sin Fronteras se vio obligado a cerrar uno de sus centros en Katwa, también en Kivu del Norte, tras ser atacado el domingo por la noche. Los atacantes arrojaron piedras contra el centro antes de prender fuego a algunas de sus estructuras. Médicos Sin Fronteras afirma que el hermano de un paciente murió cuando supuestamente intentaba escapar del lugar, aunque las circunstancias exactas del hecho no están claras. Las salas médicas y los equipos del centro quedaron destruidos. Estos centros atienden una población de casi un millón de personas.

El martes, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, describió este brote como uno sin precedentes. “Nunca había habido un brote de ébola de estas condiciones, con una población con tanta movilidad y con tantas lagunas en el sistema de sanidad”, dijo.

Otras trabas a los esfuerzos por contener el brote han sido los conflictos y la inestabilidad política. Abundan las sospechas y los rumores, incluido el de que el ébola no es real o que se está utilizando a la enfermedad para obtener ganancias económicas.

Los trabajadores de sanidad tienen problemas para acceder a las comunidades afectadas y se teme que el brote se extienda a zonas más volátiles. Algunos temen que la utilización de escoltas policiales en la respuesta ante el ébola haya empeorado la situación de las organizaciones que no utilizan este tipo de protección y que haya hecho crecer el miedo dentro de las comunidades.

“¿Cómo se puede trabajar sin escolta policial en un lugar donde otras actividades llevan escoltas? Uno se pone en una posición muy difícil y eso es resultado de la militarización de la respuesta”, afirma Heddegem.

Desde el inicio del brote de ébola, ha habido 885 casos y 555 muertes, según el ministerio de Sanidad de la República Democrática del Congo. En cinco casos no está clara la fuente de contagio. Muy pocas familias informan síntomas de la enfermedad a los trabajadores de sanidad designados para identificar a personas con el virus en la primera fase de desarrollo.

La OMS ha advertido del peligro de que el brote se extienda no sólo por toda la República Democrática del Congo sino también a Uganda, Ruanda y Sudán del Sur.

La organización está pidiendo 130 millones de euros para que las organizaciones locales puedan continuar con la campaña contra el virus. Hasta ahora, ha conseguido menos de 9 millones de euros.

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