Importantes mediadores cubanos aseguran que la isla no se amedrentará por las intimidaciones y las fanfarronadas de Donald Trump, a pesar de las amenazas del presidente electo de reactivar las hostilidades de la Guerra Fría. “Las agresiones, las presiones, las condiciones o las imposiciones no funcionan en Cuba. Esta no es la manera de intentar tener una relación mínimamente civilizada con Cuba”, advierte Josefina Vidal, directora del Ministerio de Relaciones Exteriores cubanas.
La actitud expectante que ha adoptado Cuba se basa en el carácter impredecible de Trump y también por en un claro precedente: las once anteriores administraciones estadounidenses mantuvieron conversaciones con representantes de La Habana a pesar de la dura retórica que a menudo ha utilizado Washington.
Vidal ha liderado el equipo negociador con EEUU desde 2013. Estuvo a la cabeza del equipo durante los 18 meses de discusiones secretas, propiciadas por Canadá y El Vaticano, que terminó con el anuncio conjunto de Raúl Castro y Barack Obama del pasado 17 de diciembre de 2014 en el que confirmaba la normalización de las relaciones diplomáticas.
Trump ha avisado de que está preparado para desbaratar ese progreso. Durante la campaña electoral, le dijo a un público de cubanos exiliados de extrema derecha afincados en Miami que “todas las concesiones que Obama ha otorgado al régimen de Castro se han hecho a través de un decreto ejecutivo, lo cual significa que el próximo presidente puede revocarlas y eso es exactamente lo que haremos a menos que el régimen de Castro cumpla con nuestras demandas”.
Pero las autoridades cubanas dicen que planean esperar a los hechos más que a las palabras porque Trump, en repetidas ocasiones, ha dado un giro de 180 grados sobre el asunto del acercamiento, y también ha puesto sus intereses comerciales por encima de las leyes de su país.
Durante la campaña se supo que Trump envió a sus representantes corporativos a Cuba en 1998, y de nuevo en los 2000 para sondear posibles aperturas, violando el embargo estadounidense. Tres meses después de lanzar su campaña para convertirse en el candidato del Partido Republicano, Trump era el único aspirante republicano que expresaba una opinión positiva sobre la reactivación de las relaciones bilaterales diciendo que “el concepto de apertura con Cuba está bien”.
En el equipo de transición de Trump hay varias figuras con vínculos con grupos cubano-americanos que cuales sostienen una línea dura sobre Cuba. Estos grupos abogan por la continuación del bloqueo estadounidense y el final del acercamiento.
Trump ha nombrado a Yleem Poblete como parte del “equipo de transición” del Consejo de Seguridad Nacional; al abogado John Barsa para formar parte del Departamento de Seguridad de Interior y al abogado Mauricio Claver-Carone como asesor del Departamento del Tesoro. Claver-Carone es director ejecutivo del comité de acción política US-Cuba Democracy PAC y es uno de los más fervientes opositores a la política de Obama en Cuba.
Es muy pronto para saber qué pasará con Cuba
Pero Vidal dice que es “demasiado pronto” para predecir qué camino va a seguir la nueva administración. “Hay otras autoridades y empresarios que Trump ha nombrado, incluso dentro del gobierno, que están a favor de realizar negocios con Cuba, gente que piensa que EEUU se beneficiará de cooperar con Cuba, también sobre asuntos vinculados con la seguridad nacional de EEUU”, apunta la cubana.
El análisis sobre la imprevisibilidad de Trump –particularmente en contraste con Obama– lo reitera Ricardo Alarcón, hasta hace poco considerado el tercer hombre más influyente de la política cubana.
“Durante dos años hemos mantenido conversaciones con un presidente sofisticado con un discurso inteligente y hábil. Ahora estamos ante un caballero que es capaz de decir cualquier cosa y nadie está seguro de lo que va a hacer en realidad”, cuenta Alarcón. El político pasó 30 años representando a Cuba en Naciones Unidas y otros 20 siendo el presidente de la Asamblea Nacional del país antes de retirarse en 2013.
Desde los años 70 hasta los 2000, Alarcón dirigió las conversaciones secretas con las autoridades estadounidenses, utilizando un canal secreto que se abrió por primera vez de la mano del Che Guevara en 1961, justo ocho meses después de que las relaciones diplomáticas se rompieran oficialmente.
Que esta disposición histórica de diálogo continúe bajo el liderazgo de Trump dependerá de si el nuevo presidente adopta un criterio económico pragmático o una línea de confrontación política. Rafael Hernández, el director de Temas, una influyente revista de debate político y social publicada en La Habana, cree que los instintos empresariales de Trump prevalecerán sobre las amenazas.
“Esto es un farol. Y estamos acostumbrados a los faroles de los gobiernos estadounidenses. No subestimo las capacidades que Trump tiene para los ataques. Simplemente estoy diciendo que se trata de un Estado que está motivado por los intereses y los intereses están a favor de los negocios. En el caso de Cuba, levantar el bloqueo no es nada más que la respuesta a esos intereses comerciales”.
Dentro del Congreso hay poco entusiasmo por levantar el embargo, pero en los últimos dos años la administración Obama ha aprobado una serie de medidas para mejorar los lazos entre los dos vecinos.
Enumerando los resultados positivos en una reunión el mes pasado, Vidal apuntó que, además de la visita de Cuba en marzo de 2015 (la primera que realiza un presidente de EEUU en 88 años) ha habido 23 visitas de alto nivel, 51 encuentros técnicos y 12 acuerdos firmados en áreas que van desde la cooperación en medio ambiente y transporte aéreo hasta el sistema sanitario o la lucha contra el tráfico de drogas. Y se estaban fraguando 12 más.
También se ha producido un tremendo pico en cuanto al movimiento de personas entre los dos países. La semana pasada, se supo que cerca de 285.000 ciudadanos estadounidenses visitaron Cuba en el año 2016, lo que significa un crecimiento del 74% con respecto al año anterior. A esto hay que añadir un número similar de visitantes cubano-americanos, por lo que alrededor de medio millón de personas viajaron a Cuba desde EEUU.
El fin de la política 'pies secos pies mojados'
Sin embargo, la migración en la dirección opuesta se desincentivó la semana pasada cuando la Casa Blanca anunció el final de las políticas migratorias de 'pies secos pies mojados'. Esta política favorecía las llegadas de persona cubanas a EEUU sobre migrantes de otros países, otorgándoles residencia automática y la ciudadanía en un año.
Aunque los lazos comerciales son mínimos y las restricciones financieras permanecen, Obama utilizó sus poderes ejecutivos para otorgar licencias a determinadas empresas para operar en Cuba: seis empresas de telecomunicaciones, cuatro cruceros, un hotel, ocho aerolíneas y dos bancos pequeños. A mediados de diciembre, Google firmó un acuerdo con el gobierno cubano para instalar servidores en la isla que acelerasen el acceso a Internet.
En vísperas de la toma de posesión de Trump se va a producir la primera exportación cubana a EEUU en más de 50 años. Concretamente se van a exportar 40 toneladas de carbón vegetal producido en cooperativas agrícolas cubanas. Mientras esperan para ver cuánto de esto permanece o es desmantelado por Trump, la especialista cubana destaca los beneficios que tiene estrechar lazos con EEUU que van más allá de las fronteras de la isla.
“Estos dos últimos años muestran que se han hecho muchas cosas buenas no solo para los cubanos y los americanos, también para los demás”, asegura Vidal. “Porque cuando Cuba y EEUU cooperan a la hora de hacer frente al tráfico de drogas, es una contribución muy importante para la región, o cuando Cuba y EEUU cooperan para combatir el zika, el dengue o la fiebre del chikungunya, como hemos hecho hace poco, estamos realizando una importante contribución a la humanidad. Cuando Cuba y EEUU cooperaron en África para luchar contra el ébola, hicieron una importante contribución a la salud mundial”.
Pero no se puede dar nada por sentado. El plan de desarrollo a largo plazo del Partido Comunista Cubano distribuido para debatir después del 7º congreso en abril de 2016 no hace referencia a ninguna suposición sobre cambios en la política estadounidense hacia Cuba. Castro ha corroborado la necesidad de una “coexistencia civilizada” con EEUU, pero no a costa de la soberanía y la independencia.
Traducido por Cristina Armunia Berges