La guerra económica total es la mejor manera de detener a Putin
“Putin debe fracasar”. Esta es una afirmación del primer ministro británico, Boris Johnson.
La manera de conseguir esto es con una guerra económica total, y no con las débiles sanciones y tímidas medidas que se han puesto en marcha hasta ahora. Al mismo tiempo y de forma coordinada, hay que desplegar todos los medios políticos, diplomáticos, militares y económicos, sin llegar a una guerra con Rusia, para que Ucrania pueda resistir y Rusia se debilite y fracase. El suministro de armas, provisiones e inteligencia a las fuerzas armadas ucranianas es fundamental. Pero ahora mismo es necesario hacer mucho más para librar una guerra económica que socave la capacidad de Putin para prolongar su agresión.
Tenemos que agotar los ingresos del Estado ruso limitando sus relaciones comerciales con Occidente. Cada día, Estados Unidos, Reino Unido y la UE compran a Rusia más de 700 millones de dólares (633 millones de euros) en petróleo, gas y otros productos. Algunas de las mayores empresas estatales rusas, que son clave para el comercio de materias primas, no han sido sancionadas. Las economías de Europa, especialmente Alemania e Italia, deben empezar a prepararse ya para la vida sin el gas ruso y amenazar con un embargo total.
Las sanciones que faltan
En el sector financiero, debemos imponer sanciones generalizadas contra todos los bancos bielorrusos y rusos e incluirlos en la lista de Estados Unidos de personas o entidades rusas a las que se les bloquean sus activos y se prohíbe a cualquier persona en Estados Unidos hacer negocios con ellos.
Todos los bancos rusos y bielorrusos deben ser desconectados del principal servicio de comunicación bancaria del mundo: el Swift. Deben imponerse sanciones a la compensación de rublos, lo que significa que no sea posible realizar transacciones en rublos y que, de hecho, el comercio se bloquee, y debe haber una prohibición total de que los fondos de pensiones del sector público de Estados Unidos y de Reino Unido tengan activos rusos. Deben identificarse y confiscarse los monederos de criptodivisas vinculados a Rusia.
Por último, hay que denegar visados para Reino Unido, Estados Unidos y la UE a los 5.000 miembros de la élite política, económica y militar rusa y a sus familias. Estos privilegios deberían restablecerse a cualquiera que declare públicamente que no está de acuerdo con la guerra de Vladímir Putin y que renuncie a los privilegios de su conexión. Y si los que están al mando de la operación militar en Ucrania están buscando otra salida, podrían desertar ahora y recibir inmunidad por crímenes de guerra, deberían ser investigados por un tribunal especial sobre la agresión a Ucrania.
Rusia, Estado paria
Sabemos que las sanciones funcionan. Al principio de la agresión rusa contra Ucrania, Estados Unidos, la UE y Reino Unido actuaron con rapidez: la congelación de una gran parte de las reservas de 638.000 millones de dólares (577.000 millones de euros) del banco central ruso fue un golpe importante. Aproximadamente 403.000 millones de dólares de las reservas de divisas del banco están depositados en dólares, euros, libras y otras monedas occidentales. Ahora Rusia no puede acceder a estos fondos. Una serie de bancos rusos fueron excluidos del sistema de pagos Swift, lo que impedirá al país importar y exportar desde y hacia la UE. Alrededor del 80% del sector bancario ruso se encuentra actualmente bajo las sanciones de Estados Unidos.
El impacto de estas medidas en la economía rusa ya es considerable y se agudizará con el tiempo. El valor de las empresas rusas que cotizan en la Bolsa de Londres ha caído un 98%; el rublo sigue cayendo en picado y ya ha perdido un 40% de su valor. El banco central intenta desesperadamente apuntalar el rublo imponiendo controles de capital y duplicando su tipo de interés hasta el 20%.
Los dirigentes rusos representan ahora un Estado paria. Ya se han impuesto sanciones financieras individuales y se están preparando prohibiciones de viaje. Se han congelado los activos extranjeros de Putin, así como los del ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y los miembros del Consejo de Seguridad ruso. La UE ha sancionado a los 351 diputados que votaron a favor del reconocimiento de Donetsk y Luhansk. Más de una docena de oligarcas multimillonarios vinculados a Putin han visto congelados sus activos y no pueden viajar. La lista de Reino Unido, sin embargo, es vergonzosamente pequeña: solo se incluyen tres de estos individuos. Pero el Gobierno británico está trabajando en una nueva legislación que le permitiría intervenir en las “listas negras” de oligarcas.
En el sector privado, la situación también se ha revertido: las multinacionales están tratando a Rusia como un mercado tóxico. Los principales fabricantes de energía, tecnología, bienes de consumo, automóviles y aviones se están retirando de Rusia. Está en marcha una campaña mundial de boicot a los productos rusos para presionar a todas las empresas para que dejen de cooperar con el Estado agresor. El fondo soberano de Noruega declaró de la noche a la mañana que sus inversiones de 3.000 millones de dólares en Rusia carecían de valor. Esto es solo un presagio de lo que está por venir para los fondos privados y de pensiones que poseen activos rusos.
Putin debe fracasar
Todos estos esfuerzos van en la dirección correcta, pero deberían intensificarse, ya que Putin intensifica su guerra de terror en Ucrania. Un paso fácil y rápido sería cancelar el período de gracia de un mes para las primeras sanciones de Estados Unidos.
No olvidemos que Putin declaró la guerra a Ucrania de madrugada y bombardeó sus ciudades adormecidas. Decidió hacer la guerra para satisfacer sus ambiciones neoimperialistas, su deseo de mantenerse en el poder y su intención de destruir lo que queda del orden mundial global.
Lo que se está gestando en Ucrania es algo que no se veía en Europa desde la segunda guerra mundial. El ataque relámpago de Putin contra Kiev fracasó y las fuerzas armadas ucranianas están respondiendo con éxito al ejército ruso en el campo de batalla. El Kremlin está asediando ahora grandes ciudades como Mariúpol y Járkov y está arrasando ciudades más pequeñas como Irpin, Hostomel y Bucha. Sus soldados matan a los civiles que intentan huir. Hay pruebas de que se ataca deliberadamente a los edificios de civiles, incluso con bombas de racimo, prohibidas por las convenciones de Ginebra. Rusia incumple el alto el fuego y 200.000 mujeres y niños no pueden salir de Mariúpol por los corredores humanitarios acordados. Y la situación no hará más que empeorar en las próximas semanas.
Así que, sí, Putin debe fracasar. Pero Occidente debe reunir el valor necesario para asegurarse de que eso ocurra. Si el despliegue de soldados y las zonas de exclusión aérea están fuera de la mesa, entonces la respuesta de Occidente a esta guerra debe ser la guerra económica en nombre de la defensa de la democracia y la libertad. Hay costes que deben ser compartidos por todos, pero también beneficios, si Ucrania protege también al resto de Europa de los horrores de la guerra. Con el apoyo de Occidente, Ucrania podría volver a ser una sociedad democrática abierta, una piedra angular de la seguridad europea, colindante con Rusia.
Porque si nos aseguramos de que Putin fracasa, nos aseguramos de que el putinismo en general también fracasa, y con él la idea de que se puede utilizar la fuerza militar brutal para restaurar una antigua posesión imperial.
* Orysia Lutsevych es directora del Foro de Ucrania de Chatham House.
Traducción de Emma Reverter
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