¿Dónde está Kim Jong-un? Teorías cruzadas sobre el paradero y la salud del líder de Corea del Norte
Tras dos semanas sin ninguna aparición pública de Kim Jong-un, el resto del mundo sigue con pocas pistas sobre el paradero y estado de salud del líder norcoreano. Donald Trump, la única persona fuera de Corea del Norte de la que se esperaba algún dato sobre el misterio que rodea a su “amigo”, tampoco puso fin a las conjeturas cuando este lunes dijo tener una “noción muy exacta” de cómo le iba a Kim. “No puedo decírselo exactamente”, respondió el presidente de EEUU a los periodistas en la Casa Blanca. “Lo tengo muy claro pero no puedo hablar de eso ahora, simplemente le deseo lo mejor”.
Trump, que se ha reunido tres veces con Kim y dice haber desarrollado con él una relación personal, sugirió que todo se sabría pronto. “Espero que esté bien, sé cómo está, en términos relativos; ya veremos, probablemente ustedes se enterarán en un futuro no muy lejano”, afirmó.
La ambigüedad de Trump podría explicarse por prudencia diplomática o por el simple hecho de que no tiene ni idea, igual que todos los que están fuera del círculo íntimo de Kim. El secretismo alrededor de cada pronunciamiento oficial norcoreano hace virtualmente imposible reconstruir una imagen de su gobierno, incluyendo la salud de los miembros de la dinastía Kim.
El régimen ejerce un control absoluto sobre la información. Es cierto que los teléfonos móviles han hecho imposible controlarlo todo y que algunas informaciones salen al mundo exterior, especialmente desde las regiones cercanas a China, pero sólo un pequeño número de personas de confianza conoce los detalles más delicados antes de que los medios controlados por el Estado los difunda transformados en propaganda.
Sin acceso a la información, para reconstruir una imagen verosímil del régimen los analistas se ven obligados a estudiar la redacción de los informes oficiales en las noticias, a interpretar la forma en que se conmemoran los aniversarios políticos (y con quién), y a analizar las fotos satelitales. Kim Jong-il, el anterior líder norcoreano y padre de Kim Jong-un, estuvo muerto dos días antes de que su fallecimiento fuera confirmado por la estatal Agencia Central de Noticias de Corea.
Según Du Hyeogn-cha, que trabajó como secretario de Inteligencia durante el gobierno del expresidente surcoreano Lee Myung-bak y hoy ocupa el cargo de investigador superior en el Instituto Asan de Estudios Políticos (Seúl), ni siquiera Corea del Sur ha podido crear una red de espionaje fiable. “Está claro que nuestro Gobierno tiene cierto nivel de información sobre el Norte, pero no lo suficiente como para afirmar con certeza dónde está y si está completamente sano”, afirma.
Dos semanas de ausencia y varias teorías
Kim Jong-un presidió una reunión del politburó el 11 de abril y no ha sido visto desde entonces. Su ausencia ha generado varias teorías, como la de que está muerto o gravemente enfermo, la de que está de vacaciones, o la de que se ha autoaislado de un brote de coronavirus del que, según los medios norcoreanos, no hay huellas en el país.
El portal de noticias Daily NK publicó la semana pasada que el poco saludable estilo de vida de Kim había podido finalmente con él. Con unos 35 años, según se cree, Kim es un fumador empedernido y tiene problemas de peso evidentes, además de un historial familiar de enfermedades cardíacas. Con sede en Seúl y desertores norcoreanos en su plantilla, Daily NK también publicó que Kim se había sometido a una operación de corazón el 12 de abril por la que seguía siendo tratado.
Kim se perdió las celebraciones del 15 de abril en homenaje al nacimiento de su abuelo y fundador de Corea del Norte, Kim Il-sung. Desde que asumió el poder a finales de 2011, es la primera vez que falta a la ceremonia, una de las más importantes del país.
Pero este fin de semana también se supo de las fotos satelitales del tren de Kim, identificadas por el grupo de análisis 38 North, en Washington, que hicieron pensar en unas posibles vacaciones del líder en su complejo de Wonsan, sobre la costa oriental del país.
El gobierno de Corea del Sur insiste en que todo está transcurriendo con normalidad en el Norte pese a la ausencia de Kim. El ministro surcoreano de Unificación, Kim Yeon-chul, dijo durante un foro en Seúl el lunes que el Sur tenía “información suficiente” como para decir con seguridad que no había ningún acontecimiento inusual que apoyase la versión de una enfermedad de Kim.
Mientras tanto, los medios norcoreanos siguen hablando de Kim como un líder en control del Estado, con informes de sus saludos a los presidentes de Siria, Cuba y Sudáfrica en los últimos días. El periódico oficial Rodong Sinmun publicó el lunes que Kim había enviado un mensaje de agradecimiento a los obreros de las instalaciones turísticas de Wonsan, donde algunos dicen que se encuentra ahora mismo. Pero la clave está en que ninguno de esos informes incluía fotos de Kim.
Mientras siguen las conjeturas, los analistas de Corea del Norte piden a EEUU, a Corea del Sur y a otros países de la región que se preparen por la inestabilidad que se produciría en caso de que los rumores sobre la salud de Kim, y su posible muerte, terminen siendo correctos. Sin un sucesor designado, el mínimo vacío de poder que podría provocar un éxodo enorme de norcoreanos a través de la frontera con China, así como una lucha entre los militares y las élites del partido por el control del arsenal nuclear.
Según Nam Sung-wook, experto en Corea del Norte de la Universidad de Corea (Seúl) y exdirector de un centro de estudios vinculado a los servicios de espionaje surcoreanos, “es esencial tener un plan para los peores escenarios porque nadie sabe con certeza lo que está sucediendo”. “Podría estar bien y reaparecer en los medios estatales norcoreanos, pero considerando su peso y su cada vez peor condición física, los riesgos vinculados a su salud aumentarán bruscamente a medida que envejezca”, concluye.
Traducido por Francisco de Zárate
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