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Michelle Obama confiesa en su nuevo libro su miedo a Trump y cómo las noticias le “provocan náuseas”

Michelle Obama, durante un discurso en la Universidad de Miami

David Smith

Washington —

Michelle Obama ha hablado de su consternación ante el hecho de que tantas mujeres estadounidenses hayan elegido al “misógino” de Donald Trump como presidente en lugar de la primera candidata mujer de un partido mayoritario, Hillary Clinton.

En sus nuevas memorias, Becoming, que sale a la venta el martes, la ex primera dama admite que algunas noticias le “dan náuseas” y, cuando ve la manera en la que se está destruyendo el legado su marido Barack Obama, se pregunta “cuál será el límite”.

La pareja pasó la noche de las elecciones de 2016 en el cine de la Casa Blanca. “Cuando acababa la película y se encendieron las luces, el móvil de Barack comenzó a vibrar”, escribe Obama. “Vi que lo miró una vez y luego otra, con el ceño un poco fruncido. ‘Vaya’, dijo. ‘Los resultados de Florida son un poco raros’”.

“Su voz no sonaba alarmada, solo con una pizca de atención, como una brasa que de pronto brilla en el césped. El móvil volvió a vibrar. Mi corazón comenzó a latir más rápido… Miré fijamente el rostro de mi marido, sin estar segura de estar preparada para oír lo que él me estaba por decir. Lo que fuera, no era bueno. Sentí un nudo en el estómago, como si la ansiedad se estuviera endureciendo para convertirse en miedo”.

Obama no pudo aguantar despierta hasta la mañana siguiente para ver los resultados finales en televisión. Se fue a la cama, con la esperanza de “alejarse de todo”. Mientras ella dormía, se confirmó la sorprendente noticia: Trump sería el sucesor de su marido como presidente. Ella confiesa: “Quería mantenerme lejos de los hechos durante la mayor cantidad posible de tiempo”.

Las hijas de la pareja, Malia, que estaba en Bolivia, y Sasha, que se había ido a la universidad en Washington, estaban “profundamente inquietas” por los resultados, recuerda. “Les dijimos a nuestras hijas que las amamos y que las cosas iban a estar bien. Yo intentaba decirme a mí misma lo mismo”.

La ex primera dama, que ahora tiene 54 años, no quiere especular con el tema de la trama rusa, con la intervención del director del FBI James Comey, ni con que fueron fallos de la campaña de Clinton los que causaron su derrota. “Yo no soy política, así que no voy a intentar hacer un análisis de los resultados. No especularé sobre quién fue responsable ni con qué fue injusto”.

“Solo hubiera deseado que más personas fueran a votar. Siempre me preguntaré qué llevó a que tantas mujeres, en particular, rechazaran a una candidata mujer excepcionalmente preparada para elegir a un misógino como presidente. Pero el resultado ya era una realidad con la que teníamos que vivir”, afirma.

Aquella tarde, Obama fue a su oficina en el Ala Este, donde estaba reunido todo su equipo. Este consistía mayoritariamente en mujeres y personas pertenecientes a minorías, incluyendo varias personas provenientes de familias migrantes. “Muchos lloraban. Sentían que toda su vulnerabilidad había quedado expuesta”, escribe.

Pero ella y Barack Obama estaban “determinados a hacer la transición con elegancia y dignidad, terminar aquellos ocho años con nuestros ideales y nuestra compostura intactos”. El 20 de enero, le dieron la bienvenida a Trump y a su esposa, Melania, a la Casa Blanca, y luego fueron al acto de investidura del nuevo presidente frente al Capitolio de Estados Unidos.

“La vibrante diversidad de las dos investiduras previas había desaparecido. La sensación era de una uniformidad deprimente, como las reuniones en las que casi todos los hombres son blancos con las que me había encontrado tantas veces en mi vida, especialmente en sitios más privilegiados, aquellos pasillos del poder en los que de alguna forma me encontré tras dejar mi casa de la infancia. Algo que sabía por trabajar en círculos profesionales es que la uniformidad genera uniformidad, hasta que haces un esfuerzo consciente por cambiarla”.

“Alguien del Gobierno de Barack puede que dijera mi punto de vista no era el bueno, que lo que la población estaba viendo no reflejaba ni la realidad ni los ideales del presidente. Pero en este caso, puede que sí que lo reflejase. Al darme cuenta de esto, hice mi propio ajuste: dejé de sonreír”, añade.

¿Y si se presentase a presidenta?

Casi dos años después, el gabinete de Trump sigue estando mayormente compuesto por hombres blancos de mediana edad.

Hay quien le ha pedido a Michelle Obama que piense en presentarse como candidata a la Casa Blanca. Un sondeo reciente de Axios realizado por SurveyMonkey concluyó que si se presentara como candidata en 2020, Obama tendría una ventaja de 13 puntos sobre Trump, mientras que la empresaria y presentadora de televisión Oprah Winfrey tendría 12 puntos de ventaja.

Sin embargo, en el epílogo de sus memorias, donde ofrece relatos sobre su infancia, su educación y sus intentos de equilibrar su carrera profesional con la vida familiar, Obama una vez más acalla ese debate. “Como la gente a menudo me lo pregunta, lo diré aquí directamente: no tengo intención de presentarme como candidata a un cargo público, jamás. Nunca me fascinó la política y mi experiencia en los últimos diez años ha hecho poco por cambiar esa percepción”.

“Me sigue produciendo rechazo la bajeza, la segregación tribal de rojo y azul, esta idea de que debemos elegir un bando y aferrarnos a él, sin poder escuchar ni hacer concesiones y a veces sin siquiera poder ser amable. Creo que, en el mejor caso, los políticos pueden ser un instrumento para lograr un cambio positivo, pero ese mundillo no es para mí”, apunta Michelle Obama.

“Eso no quiere decir que no me importe profundamente el futuro de nuestro país. Desde que Barack dejó el gobierno, he leído noticias que me han dado náuseas. Me he quedado en vela, enfurecida por cosas que han sucedido”, reconoce.

“Ha sido difícil ver cómo políticas diseñadas con cuidado y compasión han sido desmanteladas, cómo nos hemos alejado de algunos de nuestros aliados más cercanos y hemos abandonado y deshumanizado a los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. A veces me pregunto cuál será la gota que colme el vaso”, dice.

Obama también ataca el lanzamiento de campaña de Trump de junio de 2015, cuando dijo que los migrantes mexicanos eran “criminales” y “violadores”, marcando el tono polarizador de su campaña y su presidencia. “Creí que solo estaba fanfarroneando, llamando la atención de los medios de comunicación. Nada en la forma en que se comportaba daba a entender que de verdad quería gobernar”.

Este martes, Obama lanzó la gira promocional de su libro en Chicago, donde decenas de miles de personas compraron entradas para asistir al evento moderado por Winfrey.  Becoming es parte de un acuerdo literario conjunto que hicieron con Barack Obama, cuyas memorias se esperan para el próximo año. Se calcula que gracias al acuerdo ganarán decenas de millones de dólares, de los cuales “una parte importante” será donado a organizaciones benéficas.

Traducido por Lucía Balducci

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