Oxfam teme por su futuro tras el escándalo de prostitución en Haití
Son las dos de la tarde del viernes y el presidente de Oxfam, Mark Goldring, se levanta para abordar el escándalo de prostitución que ha sacudido la organización. A las afueras de Oxford, la sala de reuniones de la sede de la ONG está llena de trabajadores humanitarios y de personas encargadas de recaudar fondos. Están nerviosos.
Horas antes, el personal se había levantado con la noticia de que tras el terremoto de Haití, un colega de alto rango había pagado a mujeres a cambio de sexo y que la organización lo sabía cuando le despidió y le permitió seguir trabajando para otras agencias humanitarias. Hubo fuertes reacciones negativas y de pronto el futuro de Oxfam –y el de sus 38 millones de euros de financiación del Gobierno británico– parecía estar en duda.
Los trabajadores veteranos que se reunieron para escuchar a Goldring, y otros del resto del mundo que se conectaron a través de Facebook, estaban impresionados. “No hubo ningún aviso para el personal ordinario”, señala uno de los presentes. “El viernes en la oficina todo el mundo estaba en shock. Fue terrible”.
Pero el profundo disgusto por lo que escuchaban era recibido por algunos como algo previsible. “Todos hemos trabajado con gente que ha trabajado en Etiopía, República Democrática del Congo, Haití, Malaui, Tailandia... y que han presenciado cosas similares en todo el sector”, cuenta uno de los trabajadores de Oxfam en Oriente Medio.
Goldring, admirado entre su equipo por ser una persona “muy amable”, expuso la historia. Primero, una cronología de lo ocurrido en Haití en 2011 y, posteriormente, una reflexión. Goldring habló de los dilemas a los que se enfrentó el personal de Oxfam a la hora de enfrentarse a este asunto. Por ejemplo, señaló que la organización no lo denunció a la policía de Haití por temor de que tuviera consecuencias negativas para las mujeres afectadas.
A uno de los asistentes le dio la sensación de que Goldring estaba “decidido a transmitir la idea de que la organización no cree que hubiese encubrimiento, porque no escondió que hubiese un problema en Haití”. Pero Oxfam no había comunicado antes cuál era ese problema.
Algunos miembros también notaron que “se hizo creer que era un ataque contra Oxfam” que no se correspondía con la gravedad de lo ocurrido en 2011. Fue un error muy llamativo, pero algunos tenían la sensación de que los problemas revelados no se habían producido sólo con Oxfam.
“Lo que ha ocurrido es horrible, pero estoy muy decepcionado por el enfoque centrado en Oxfam”, sostiene un trabajador de la organización en el extranjero. “He trabajado para varias ONG y no existe ningún tipo de política o procedimiento para estos asuntos”, añade.
Goldring comunicó a su personal que había creado un equipo de expertos para gestionar el escándalo y añadió: “El resto, por favor, intentad hacer vuestro trabajo. ”Sé que es angustioso y difícil, pero el mundo no se detiene y tenemos crisis que atender“.
Las críticas se endurecen
A lo largo del sábado y domingo las noticias fueron a peor y la respuesta del Gobierno se hizo más dura. El alcance de la amenaza a Oxfam era claro. “Tenemos miedo de lo que pueda ocurrir”, asegura un miembro de la ONG.
Cuando el embajador de Haití en Londres expresó su “indignación por estos graves crímenes que no se denunciaron ante las autoridades correspondientes”, Oxfam se puso en contacto con la embajada de Haití y quedó en reunirse con sus diplomáticos esta semana.
Los correos defendiendo a la organización llegaron en masa. “Este es un comportamiento vergonzoso y completamente inaceptable de unos cuantos trabajadores y no es representativo de la mayoría comprometida que muestra los fuertes valores de Oxfam”, reza uno de los correos.
“Me preocupa mucho la reputación de Oxfam”, afirma un miembro de la organización. “Que los británicos confíen en nosotros es muy importante y si no lo hacen no podremos recaudar el dinero para hacer todas las cosas positivas que tenemos que hacer en todo el mundo. La gente está triste y parece que día a día la historia se hace más grande”, añade.
Los periódicos del domingo recogían acusaciones que afirmaban que el personal de Oxfam había utilizado prostitutas en Chad e incluían datos del propio informe anual de Oxfam que mostraban que la ONG había recibido 87 acusaciones de abuso sexual contra sus trabajadores en 2016-2017.
Algunos se alegraron de que el sector humanitario esté formando su propio movimiento #MeToo, un esperado ajuste de cuentas similar a los vistos en el mundo de la política y el entretenimiento.
“Era cuestión de tiempo que viésemos un mayor número de informaciones, investigaciones y mecanismos independientes de rendición de cuentas en el sector”, señala uno. “Es cuestión de tiempo que se rompa el silencio, que se acabe con el estigma y que se permita a las víctimas denunciar los incidentes”.
Cuando el domingo la ministra de Desarrollo Internacional, Penny Mordaunt, declaró en el programa Andrew Marr Show de BBC que el comportamiento de Oxfam era una “traición absoluta”, quedó claro que la relación de la ONG con el Gobierno estaba en riesgo.
Miembros destacados de la organización dejaron sus planes de fin de semana para preparar una importante reunión con el Gobierno este lunes. Caroline Thompson, presidenta del consejo de administración de Oxfam, ha redactado una declaración subrayando que el comportamiento en Haiti está “completamente fuera de los valores de la organización y nunca debería tolerarse”. También expone en detalle los pasos que planean dar para fortalecer la prevención y gestionar los casos de abuso sexual.
“El año pasado recibimos 38 millones de euros del Gobierno de Reino Unido y el anterior, 56”, señala un destacado miembro de la ONG. “Estamos en una situación de financiación difícil con el Gobierno británico. Si a esto le añades el escándalo, genera mucha preocupación”.
También existen temores de que los enemigos de Oxfam exploten políticamente el escándalo. El año pasado la ONG publicó un informe en el que se señalaba que el “1% más rico se embolsó el 82% de la riqueza creada el año pasado, mientras que la mitad más pobre de la humanidad no consiguió nada”. Esto animó a Rob Wilson, exministro de Sociedad Civil –que incluye a las organización benéficas–, a describir Oxfam como un “grupo de referencia para corbynistas de extrema izquierda”.
El grave error cometido en Haití ha colocado a la organización, fundada en 1942, en una situación peligrosa. “La gente está intentando relacionar lo que sabe hoy de Oxfam con una noticia de hace siete años”, apunta un miembro del personal. “La inmensa mayoría de los trabajadores de Oxfam son personas muy comprometidas, siguen trabajando y serían los primeros en plantear cuestiones sobre comportamientos como este. Es duro levantarse una mañana y ver cómo se está describiendo a su organización cuando ellos saben que la inmensa mayoría de la gente no es así”, añade.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti