Unas reñidísimas elecciones dejan a Perú en una encrucijada política
Tras una enfurecida campaña electoral marcada por los insultos, las burlas y las acusaciones de corrupción, una poco probable alianza de socialistas y conservadores defensores del libre mercado parece haber acercado a un exbanquero de Wall Street de 77 años a la victoria en las elecciones presidenciales de Perú.
Las autoridades advierten de que pueden pasar días hasta que se declare un ganador oficial. Pero con la mayoría de los votos ya contados, Pedro Pablo Kuczynski tiene una estrecha ventaja sobre su rival, Keiko Fujimori, de 41 años, la favorita durante largo tiempo en la campaña para las elecciones de Perú.
A última hora de este lunes, la ventaja de Kuczynski se redujo a menos de 60.000 votos. Con el recuento de más del 95% de las mesas electorales procesado, Kuczynski tenía el 50,2% de los votos, en comparación con el 49,8% de Fujimori. Aún falta contar las papeletas de 885.000 peruanos con derecho a voto en el extranjero, la mayoría de los cuales viven en Estados Unidos.
Una victoria de Kuczynski, conocido popularmente como PPK, no sería tanto un apoyo a sus políticas como un voto de desaprobación a su rival, la hija del expresidente Alberto Fujimori, que fue condenado a 25 años de cárcel por dirigir escuadrones de la muerte, por malversación y por soborno durante su gobierno entre 1990 y 2000.
“Kuczynski no habría triunfado en estas elecciones si no fuera por el voto anti-Keiko, eso está claro”, señala Jo-Marie Burt, de la Oficina de Washington para América Latina. “Un sector significativo de la población tiene un alto nivel de concienciación sobre las violaciones masivas de derechos humanos y las prácticas corruptas que caracterizaron al régimen del padre de Keiko, y está dispuesto a movilizarse para evitar el regreso del fujimorismo”.
La campaña de Kuczynski recibió un impulso significativo con el apoyo de Veronika Mendoza, la excandidata presidencial de la coalición izquierdista Frente Amplio. Ella instó a los peruanos a votar a PPK para bloquear el retorno al poder de la dinastía Fujimori. “No podemos permitir que el fujimorismo vuelva al poder. No solo representa prácticas corruptas, sino una terrible dictadura”, aseguró Mendoza a the Guardian poco antes de la votación.
Pero el respaldo de último minuto a PPK por parte de Mendoza pareció ser a regañadientes. Antes de la primera vuelta en abril, Kuczynski llamó a esta parlamentaria, hablante de quechua, “media roja que nunca ha hecho nada en su perra vida”.
Aun así, gracias al apoyo reticente de Mendoza, Kuczynski ganó en la región de origen de la excandidata, Cusco, y en otras zonas muy pobres del sur de Perú hablantes de quechua, como Apurimac, Puno, Huancavelica y Moquegua.
Unidad contra Fujimori
Antes de la primer y segunda vuelta, decenas de miles de personas marcharon en el centro de Lima en mítines electorales contra Keiko Fujimori. Varios artistas, intelectuales y actores se unieron a las protestas y pidieron a los peruanos que no echaran sus papeletas a perder y que optaran por el candidato “menos malo”.
“Hubo presión ciudadana, de las fuerzas políticas. Esto no ha ocurrido antes, nos unimos por nuestro país”, valora Mónica Sánchez, activista y actriz de la telenovela más popular de la televisión peruana: Al fondo hay sitio.
Pero aunque esa alianza inestable sea suficiente para llevar a Kuczynski a la victoria electoral, no parece probable que vaya a durar mucho. “Se derrumbará inmediatamente en cuanto tome posesión”, vaticina Steven Levitsky, politólogo de la Universidad de Harvard.
Keiko Fujimori sigue teniendo un apoyo masivo entre los ciudadanos pobres de Perú y los incondicionales que defienden a su padre por derrotar a los guerrilleros de Sendero Luminoso en los años 90 y por construir escuelas y hospitales en rincones olvidados del país. Con 73 de los 130 parlamentarios, el partido de Fujimori, Fuerza Popular, tiene mayoría absoluta en el Congreso de Perú. Para aprobar leyes, los 18 miembros del partido de Kuczynski, Peruanos por el Kambio, tendrán que buscar probablemente alianzas más amplias.
Pero la parlamentaria del Frente Amplio Marisa Glave advierte de que su partido, que será el segundo mayor en el Congreso unicameral, ya tiene “profundas discrepancias” con PPK. “Esperamos, al igual que muchos peruanos, que entienda que este triunfo no es un voto a favor de su programa y de su campaña, sino que es un voto de resistencia contra el fujimorismo”, manifiesta a the Guardian.
Glave precisa que su partido no formará parte de un futuro gobierno liderado por Kuczynski pero estará dispuesto a facilitar el diálogo con grupos activistas para que salga adelante su agenda de reformas en primera infancia, educación, regulaciones territoriales –que incluyen títulos de propiedad para las comunidades indígenas– y descentralización.
Será una curva de aprendizaje complicada para un tecnócrata que confiesa no ser “político” a pesar de liderar un partido político. “Debe su victoria al voto anti-Fujimori, pero tendrá que llegar a un acuerdo con el partido de Fujimori para gobernar”, avisa Steven Levitsky.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo