Secuestrada por su madre: la historia de la adolescente estadounidense atrapada en una secta de Corea del Sur
Durante las vacaciones de verano tras su tercer año de instituto, Elise viajó desde Chicago a Corea del Sur junto a su madre para pasar lo que se suponía que eran unas vacaciones de seis semanas.
En cambio, la adolescente de 17 años acabó cautiva de la Iglesia Grace Road, una secta cuya líder fue arrestada en agosto acusada de privar la libertad de sus seguidores y participar en rituales de maltratos físicos. Mientras estuvo allí, Elise era obligada a escuchar sermones de cinco horas, le negaron su medicación y le dijeron que nunca volvería a ver a su padre y ni su hermana.
La madre de Elise organizó el viaje en 2013, tras descubrir que su hija fumaba marihuana. Se suponía que las vacaciones le permitirían a Elise –nacida en Estados Unidos, hija de padres coreanos– pasar tiempo con su familia coreana y distanciarse un poco de sus amigos estadounidenses.
Sin embargo, tras dos semanas con la familia, la madre de Elise se la llevó para que se quedara en la Iglesia Grace Road en Gwacheon, al sur de Seúl.
La iglesia, que niega ser una secta, tiene filiales en Corea del Sur y Fiji, donde cientos de seguidores de la iglesia se mudaron después de que su líder, la pastora Shin Ok-ju, dijera que iba a haber una hambruna en Corea y que Fiji era la tierra prometida donde podrían sobrevivir.
Shin fue arrestada el mes pasado junto a otros tres líderes de la iglesia, acusada de abandonar a seguidores en Fiji y someterlos a rituales violentos. Elise y su madre se quedaron a vivir en la iglesia, durmiendo en colchonetas en el suelo de una habitación que compartían con otras 12 mujeres, sobre el auditorio donde Shin daba sermones de cinco horas de duración.
“A fines de junio, mi madre dijo ‘pasemos aquí el fin de semana’, pero el fin de semana se convirtió en toda la semana. Yo pensé: ‘¿Qué demonios? Esto no era parte del plan’”, le dijo Elise a the Guardian.
“Esta gente no es normal”
Elise se dio cuenta de que había sido secuestrada cuando ya llevaba unas dos semanas en la iglesia.
Había discutido con su madre porque quería marcharse y, cuando sintió que estaba al borde de un ataque de pánico, fue a buscar su medicación para la ansiedad. Su madre le dijo que la había tirado a la basura porque la iglesia no veía bien la medicación. La madre de Elise también se llevó el ordenador personal y el iPod de Elise, que eran sus medios de comunicación con su hermana y sus amigos en Estados Unidos.
“En ese punto ya me estaba hiperventilando. Estaba perdiendo los papeles”, dijo Elise. “Caí en la cuenta: esta gente no es normal”.
Cuando Elise se negó a salir de la pequeña habitación, tres miembros de la iglesia la arrastraron escaleras abajo a escuchar el sermón. Elise relata que gritaba que no la tocaran. Mientras gritaba, Elise dice que oyó que la pastora Shin Ok-ju le decía a la congregación: “¿Oís eso? Tiene el diablo dentro y por eso grita. ¿Queréis acabar así?”
Elise fue obligada a sentarse en la primera fila del auditorio de la iglesia, directamente frente a Shin.
“Ella me hablaba a mí, me decía que yo era malvada y que tenía que aceptar su palabra, que iba a ir al infierno y que los medicamentos que tomo me estaban volviendo loca. Pensé que iba a vomitar. No podía escapar. Miraba a mi mamá y le hacía señas de que necesitaba mis medicamentos pero ella me ignoraba completamente. No sabía qué hacer. Básicamente estaba intentando no desmayarme”.
Desde que Shin fue arrestada, los miembros de la iglesia han relatado que cuando llegaron a Fiji les quitaron sus pasaportes y les obligaban a trabajar gratis. También se han difundido impactantes vídeos que muestran a Shin golpeando a sus seguidores y incitándolos a pegarse unos a otros en una iglesia en Corea del Sur.
La Iglesia Grace Road se negó a responder preguntas para este artículo, pero en un comunicado previo afirmaban que esas palizas, llamadas “trillando el suelo”, son una forma “perfectamente bíblica” de “reprender públicamente” a seguidores que hayan pecado.
“La última vez que vi a mi madre”
Finalmente, Elise logró escapar del lugar durante un oficio y llegó a un almacén cercano, desde donde llamó a su hermana, que le dijo que ella y su padre la irían a buscar. Mientras Elise hablaba por teléfono, su madre entró a la tienda y comenzó a buscarla.
“Estaba escondida entre los pasillos del almacén”, relata Elise. “Sentía que estaba en una película de terror y que el asesino estaba del otro lado y yo me estaba escondiendo de él”. Al día siguiente, el padre de Elise, su hermana y su tío llegaron y Elise se marchó con ellos. “Fue la última vez que vi a mi madre”, afirma Elise.
Sin embargo, Elise todavía no era libre. Sin pasaporte –su madre le dijo que lo había roto–, Elise tuvo que ir a la embajada a pedir un documento para poder viajar. El padre de Elise cree que miembros de la iglesia los siguieron hasta la embajada. El día antes del vuelo que los llevaría de Corea del Sur a Estados Unidos, la madre de Elise canceló el billete.
Entonces comenzaron las pesadillas. Mientras estaba en la iglesia, Elise solía soñar que volvía a Estados Unidos y retomaba su vida normal. Cuando logró regresar a su país, a Elise le diagnosticaron síndrome post-traumático.
“Pensaba que igual no estoy realmente aquí, igual todo era un intenso sueño, como los sueños que tenía en Corea”, explica. Al final, Elise tuvo que ser ingresada en un hospital después de auto-lesionarse. Su madre la llamó mientras estaba en el hospital y le dijo que la gente que se suicida merece ir al infierno.
“¿Cómo le puedes decir eso a tu hija?” dice Elise. “¿Cómo le puedes decir eso a cualquier persona, pero especialmente a tu propia hija? Su personalidad cambió completamente. Ella se volvió en mi contra. Mi madre y yo estábamos bastante unidas antes de que todo esto sucediera”.
Las últimas noticias que tiene Elise es que su madre sigue en la iglesia y no parece que vaya a regresar. Elise espera que la actual investigación de Shin y la Iglesia Grace Road acabe con Shin procesada.
“Espero que esa pastora, esa falsa pastora, pague en la Justicia por lo que ha hecho y que la gente se dé cuenta de que estas cosas sí suceden”.
Los nombres han sido modificados para preservar la identidad de las personas.
Traducido por Lucía Balducci