Sinn Féin, del partido del IRA a fuerza favorita de Irlanda
Hace tan solo 30 años, el Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés) bombardeó Downing Street con tres bombas de mortero mientras el exprimer ministro de Reino Unido John Major presidía una reunión de gabinete.
En 2021, Sinn Féin, el partido político asociado al IRA durante buena parte del conflicto, se ha convertido en el favorito para liderar el próximo Gobierno de Irlanda en lo que podría ser la mayor conmoción política del Estado desde su fundación hace 100 años.
Irlanda está a tres años de las próximas elecciones generales y la victoria del Sinn Féin o cualquier otro partido no está asegurada, pero el lento desplazamiento sísmico en la política irlandesa apenas ha sido analizado fuera del país, a pesar del cambio que ya han generado sus dinámicas.
“La pregunta no es si el Sinn Féin llegará al poder, sino cuándo lo hará”, dice un destacado empresario que prefiere no revelar su identidad.
Es tal la transformación al sur de la frontera de la isla de Irlanda y el cortejo constante a las clases medias, que ha generado tensiones sobre la identidad del partido en el norte de la frontera –Irlanda del Norte–.
Antes de Navidad, uno de los miembros de la cámara baja del Parlamento, el portavoz de Vivienda Eoin Ó Broin, instó a Gerry Adams a disculparse por un sketch cómico de Navidad donde bromeaba sobre un eslogan asociado al IRA. En épocas pasadas esto hubiese abierto un asunto disciplinario.
Los analistas políticos han atribuido el notable crecimiento del partido al sur de la frontera a los poderes de transformación de su líder, Mary Lou McDonald, que no está vinculada a la época del conflicto norirlandés y que representa un quiebre radical con el pasado.
Pero también se debe a un cambio táctico –la priorización de los temas de vivienda, economía y sanidad antes que una Irlanda unida– que expandió su atractivo más allá de las clases trabajadoras que antiguamente fue su bastión.
Su liderazgo crece encuesta tras encuesta tras un año de avance explosivo sobre los dos partidos que han dominado la política irlandesa durante un siglo. Según una encuesta de mediados de diciembre de Irish Times/Ipsos MRBI, el Sinn Féin tiene un apoyo del 35%, una brecha aparentemente insalvable para los dos partidos que gobiernan en coalición –Fianna Fáil y Fine Gael– que marcan un 20% cada uno. En encuestas anteriores Sinn Féin se ubicaba en el 32% y 33%.
El político laborista Andrew Adonis, que viajó a Dublín en octubre para asistir a la conferencia del partido y escribió un artículo de 3.000 palabras sobre su ascenso para la edición de febrero de Prospect, dice: “Se ve claramente el acontecimiento de una revolución política. Esto sonará como algo increíble, pero es verdad, la sed de poder y disciplina que empujan a su líder a alcanzar el poder me recordó al Nuevo Laborismo de la década de 1990”.
El empresario habla de cómo el partido lustra su potencial electoral día a día, haciendo declaraciones para suprimir vínculos con la oscuridad del pasado y anunciando políticas de Estado que buscan “desintoxicar” al Sinn Féin frente a las clases medias. Es notable que no ha confrontado al Gobierno con respecto a los bajos impuestos corporativos y ha dicho que solo subirá los impuestos “para el 3% más rico”.
McDonald dijo a los seguidores del partido reunidos durante el Ard Fheis (conferencia anual) que la pandemia había puesto en evidencia la ruptura del sistema habitacional, la escasez de alquileres, la inadecuación del sistema de sanidad y el aumento del coste de vida. Poco después viajó a Estados Unidos, donde dio conferencias ante el National Press Club en Washington DC y la New York Bar Association sobre el impacto del Brexit en Irlanda del Norte y la potencial unificación de la isla.
El partido también ha tendido lazos con grupos empresariales en un esfuerzo por desintoxicar su imagen en los círculos corporativos. Una información del Sunday Business Post de Irlanda señala que, aunque McDonald “acuse al Gobierno de extender la alfombra roja a los fondos buitre y a los inversores institucionales”, su análisis del registro de grupos de lobby revela que entidades comerciales que evitaban tener contacto con el partido en el pasado estaban ahora intentando abrir canales de comunicación.
Sinn Féin es un partido reservado y altamente disciplinado, sus miembros raramente se salen de la línea marcada por la cúpula. La información del periódico también dice que McDonald indicó a sus miembros que establecieran contacto con empresas, sindicatos y grupos sectoriales como parte de su preparación para llegar al Gobierno.
Que el Sinn Féin gobierne en Dublín abre la posibilidad de tener al partido republicano, fundado en 1970, en el poder tanto al norte como al sur de la frontera, lo que podría cambiar dramáticamente la relación con Reino Unido e influenciar el debate, que gana tracción al sur de la frontera, sobre la unión de la isla de Irlanda.
Las encuestas muestran que también podría ser el partido más votado en las elecciones de mayo de 2022 para la asamblea de Stormont, en Irlanda del Norte.
Su crecimiento en la República de Irlanda quedó claro en 2020, después de que el aumento en su base de apoyo lo llevara a conseguir la mayor cantidad de votos de primera preferencia en la elección general de febrero. El resultado no se tradujo en una toma del poder porque el partido presentaba 42 candidatos en una contienda por 159 puestos, pero “generó cambios trascendentales en el panorama político”, según Agnès Maillot, una profesora de política en la Universidad de la Ciudad de Dublín y autora de Rebeldes en el Poder, un nuevo libro sobre el Sinn Féin. “Hasta 2020 su avance podría describirse como un voto de protesta”, dice la autora.
El historiador Diarmaid Ferriter dice que en 2020 obtuvo un mayor éxito entre las clases medias y los votantes más adinerados y que el partido había evolucionado mediante “compromisos y adaptación”. “Este partido es el legado de Gerry Adams. En muchos aspectos, él fue su arquitecto, en el sentido de que adecuó el Sinn Féin a objetivos constitucionales y ajustó sus posiciones más puristas en distintas instancias desde la década de 1980 en adelante”.
Ferriter dice que el sentido de la oportunidad no es nada nuevo para el Sinn Féin. El partido solía abstenerse de participar en la política de Westminster y Dublín, pero abandonó esa postura en Dublín a finales de la década de 1980. Otra instancia importante fue el referéndum de 1998 que quitó de la constitución irlandesa un artículo que declaraba su soberanía sobre 32 condados para allanar el camino sl acuerdo de Viernes Santo.
“Su aceptación de la existencia de Irlanda del Norte fue otra instancia donde asumieron el principio del consenso. Todas estas cesiones los volvieron en una formación más aceptable”, dice Ferriter.
El éxito futuro de Sinn Féin dependerá de cómo le vaya en la oposición durante los próximos tres años, ya que las políticas populares en materia de vivienda y sanidad son objeto de un mayor escrutinio y la cuestión de su pasado pasa a primer plano.
Ferriter traza similitudes con Fianna Fáil durante la víspera de la guerra civil y la independencia en 1921. Se decía que el partido estaba “a la sombra de los pistoleros”, pero “se recuperó con bastante rapidez al enfatizar que tenía credenciales conservadoras impecables, que no eran comunistas y que creían en Dios”, agrega.
“Sinn Féin obviamente lidiará con los legados del conflicto norirlandés que salen a la luz cada tanto, pero eso no parece detener su impulso, lo que sugiere que este cambio es generacional”, añade.
Kevin Cunningham, exdirector de análisis del Partido Laborista del Reino Unido que ahora es profesor de política en la Universidad Tecnológica de Dublín, ve el ascenso de Sinn Féin como una derivada de una nación en la que crece la confianza y que se aleja de la política de guerra civil que produjo a los dos partidos mayoritarios de la isla.
“Desde alrededor de 1980 y por el retroceso de la religiosidad en Irlanda vemos un incremento constante en la cantidad de votantes o seguidores de partidos políticos que se identifican con la izquierda”, dice.
“Los votos de Fianna Fáil, sumados a los de Fine Gael, se mantuvieron en torno al 80% hasta 1980 y luego cayeron década tras década”, dice.
“Existieron otros partidos de izquierdas durante esos años. Los socialdemócratas y el Partido Laborista, en particular, han sido increíblemente débiles, pero a la vez un subconjunto de la población se identifica con la izquierda y Sinn Féin ha capturado eso y, en cierta medida, eso resultó en la normalización de la política irlandesa”, indica. “Cuando preguntamos a la gente por qué votan al Sinn Féin, la razón principal es que quieren un cambio de Fianna Fáil y Fine Gael. Muy pocos citan algo que promueva el partido o su líder”.
Traducción de Ignacio Rial-Schies
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