Caminos de liberación contra la violencia machista
“Ninguna mujer tiene porqué aguantar, la vida va hacia adelante y hay personas que te pueden ayudar: amigos, familiares… No se puede estar así toda la vida. Es mejor cortar cuanto antes”. Carmen -nombre ficticio- lo tiene claro: se puede salir de la oscuridad, del miedo paralizante a la violencia machista que sufren millones de mujeres en todo el mundo.
Tras cinco años de malos tratos, Carmen decidió acudir a los servicios sociales y a la policía para denunciar a su agresor. “Ahora estoy bien, intentando recuperarme para estar bien para mis hijas. Me siento mejor, más tranquila y segura. Soy mucho más feliz”, afirma con rotundidad.
Tomar las riendas contra el maltrato
El camino que tomó Carmen no es sencillo, pero durante el año 2010 unas 467 mujeres como ella se atrevieron a presentardenuncias por violencia de género en La Rioja. El primer paso es pedir ayuda.
María José Mayoral, coordinadora de los pisos de acogida para mujeres maltratadas de Cruz Roja en La Rioja, asegura que “hay tanto miedo que se produce un bloqueo tremendo y, por ello, es muy necesario el apoyo de las personas que están a tu alrededor, que te digan que esa situación no te conviene, que te está haciendo daño, que tienes una vida con un futuro por delante, que te mereces ser feliz y que tus hijos vean otra cosa”.
Los servicios sociales, el Centro Asesor de la Mujer y las casas de acogida de la comunidad son los encargados de que la víctima de violencia de género no se sienta sola. “Ahora estamos en un momento en el que hay una proximidad muy grande hacia la mujer maltratada. Ellas pueden tener la información inmediata ya que estamos consiguiendo una gran sensibilización y muy buenos profesionales que en todo momento la van a ayudar”, señala María José Mayoral.
La opinión de todas las especialistas en violencia de género consultadas es unánime: las medidas de protección para las mujeres son fundamentales y para ello “es muy importante tejer redes y tener una coordinación excelente con el centro penitenciario, las fuerzas de seguridad y los servicios sociales”, afirma Ana Santos, responsable de la Unidad de Coordinación de Violencia contra la Mujer de la Delegación del Gobierno en La Rioja.
Esta coordinación es especialmente necesaria en las localidades pequeñas donde las mujeres que sufren malos tratos son más vulnerables. Esta es la idiosincrasia propia del área rural de La Rioja: “¿Por qué razón? En primer lugar, porque la información no llega de la misma manera; en segundo lugar porque en los pueblos pequeños todavía están grabados a fuego los roles de género y hay muchísimo más machismo que en la ciudad”, explica Ana Santos.
Aunque el número de mujeres es mayor en la zona rural, la capital riojana registra un mayor porcentaje de denuncias (59’3%) que el resto de la comunidad (40’7%). Según Santos, esta diferencia se debe a que “hay más vergüenza social. Para una mujer que vive en un pueblo es mucho más complicado manifestar ante sus convecinos que está siendo maltratada”. Por ello, insiste, “es fundamental la concienciación y la colaboración ciudadana, especialmente en este entorno, para que las víctimas de violencia de género no se sientan solas ni, por supuesto, avergonzadas”.
La dependencia económica de la pareja así como la falta de autonomía, la carencia de redes de apoyo social o la presión del contexto en el que se asientan son algunas de las barreras que dificultan que la mujer del ámbito rural decida presentar denuncia en caso de malos tratos.
Un paso más en la lucha contra la violencia machista es el trabajo con el propio maltratador. Según manifiesta Antonio García, presidente de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), en España existen un centenar de proyectos de “tratamiento psicosocial con hombres que han ejercido violencia contra las mujeres”. En ellos se trabaja en la reeducación de los agresores, atendiendo a las particularidades de cada caso y al riesgo de reincidencia, con el fin de garantizar una mayor protección a la víctima.
El responsable de AHIGE hace hincapié en que la reeducación de los agresores “debe partir de las causas culturales y educativas que llevan a ese hombre a utilizar la violencia como herramienta de convivencia”.
La mayor parte de los programas dirigidos a maltratadores son “sustitutivos de una condena de cárcel”, según explica Ana Santos, y suelen tener una duración aproximada de entre seis meses y un año durante los que se desarrollan “sesiones individuales y terapias de grupo”. Aunque no se ha difundido demasiada información sobre esta herramienta de trabajo para acabar con la violencia machista, estas actividades tienen una eficacia del 30% al 40%.
Los falsos mitosEn la sociedad circulan varios mitos simplistas que intentan dar explicación a la violencia, pero que perjudican seriamente la labor de los y las profesionales que trabajan con las mujeres para que estas puedan vencer el temor a denunciar. Ana Santos, revela que la violencia de género “es el único delito en el que la culpa se traspasa a la víctima porque se ignoran todos los condicionantes en los que vive esa mujer”.
El alcoholismo y la drogadicción se utilizan a menudo como justificantes o atenuantes de la violencia, aunque solo son desencadenantes de la misma en un pequeño porcentaje. Pero, sin duda, uno de los argumentos falsos más esgrimidos para minimizar el problema es el que alude a las denuncias falsas. La representante de la Delegación del Gobierno de La Rioja es categórica: “No es verdad, las denuncias no son falsas. En el año 2009 el Consejo del Poder Judicial hizo un estudio: de 530 denuncias, solo una se estudió por la posibilidad de que fuera falsa”.
Educación en igualdad: la clave para prevenir la violencia
Del total de 467 denuncias registradas en La Rioja en 2010, 196 corresponden a jóvenes menores de 30 años (42%). Estas cifras ponen de manifiesto que las situaciones violentas de dominación de los hombres sobre las mujeres también se producen entre la población más joven.
Por este motivo, la intervención directa con chicos y chicas en el campo de los noviazgos juveniles, es de vital importancia. Varios estudios realizados en los últimos tiempos demuestran que las adolescentes no consideran el maltrato psicológico como violencia de género. Un informe realizado por el Servicio de la Mujer del Módulo de San Inazio, en Bilbao, con la colaboración de la BBK, el Gobierno vasco y Emakunde, el 80% de las jóvenes “no relacionan la falta de amor con el maltrato y piensan que se puede agredir a alguien que se quiere, y el 45% no percibe los síntomas de violencia”. El control, los insultos y las humillaciones son asimilados “como un rasgo propio del género masculino y no como algo que les puede causar perjuicios importantes”. En consecuencia, “no les exigen cambios, y se resignan” a soportar situaciones que pueden transformarse en un problema aún más grave en la edad adulta.
Los profesionales en violencia contra las mujeres coinciden al asegurar que la educación es la clave para erradicar esta lacra social que sigue reproduciéndose entre los jóvenes. Precisamente por eso, el Ayuntamiento de Logroño puso en marcha en 2009 la Campaña para la Prevención de la Violencia de Pareja entre los Jóvenes.
Yolanda García, psicóloga de Servicios Sociales e Igualdad, explica que este programa va orientado a “promocionar los buenos tratos y que las parejas jóvenes tengan un lugar al que acudir si necesitan asesoramiento o simplemente quieren expresar lo que les ocurre”. En paralelo, en los institutos y centros docentes de Formación Profesional se llevan a cabo “sesiones de sensibilización, de alerta, para que las chicas vean si puede haber algún indicio de cierto maltrato verbal, psicoló
gico y a veces físico“.
Dentro de este programa de prevención y educación en valores, se halla el blog “Quiéreme bien”, donde las chicas y chicos pueden encontrar “ingredientes para sus relaciones de pareja como la comunicación o el desmantelamiento de los mitos”, señala Yolanda García. Para fomentar la participación de los jóvenes en la campaña se han organizado concursos de microrelatos, rimas musicales y cortometraje.
Otro proyecto educativo que se está desarrollando utiliza la puesta en escena de cuentos en igualdad para acercar esta problemática a las niñas y niños de primaria transmitiendo que “las mujeres son importantes, que pueden ser protagonistas y que la princesa que antes esperaba al príncipe ahora no tiene que esperar”. Estos cuentos teatralizados ya han sido vistos por más de 2000 alumnos.
Este tipo de campañas son imprescindibles para contrarrestar la presión que la sociedad ejerce a través de canciones, imágenes y multitud de mensajes que incitan a encontrar un príncipe azul y que transmite una idealización del “amor romántico” que provoca que muchas jóvenes relacionen los celos con la existencia de amor sin evaluar el daño del acoso o el control que sus parejas pueden estar ejerciendo sobre ellas.
Ante esta realidad, Antonio García (AHIGE) lanza siempre la misma pregunta: “¿Cómo puede un quinceañero no ser machista? ¿Qué referente le estamos dando los hombres adultos como alternativa al único modelo de masculinidad que todavía es el generalizado? Es el modelo machista de toda la vida. Aprenden machismo en los medios de comunicación, aprenden machismo en su casa, aprenden machismo en la calle… ¿Cómo no van a ser machistas?”.
Otra forma de ser hombre es posible
Simone de Beauvoir, uno de los referentes del feminismo francés del siglo XX, afirmó que “la mujer no nace, se hace”. En el caso de los hombres ocurre lo mismo. Por eso la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE) trabaja desde hace diez años para construir otro modelo de masculinidad y, en consecuencia, otro modelo de sociedad mucho más igualitaria donde otra forma de ser hombre es posible.
El pasado 9 de marzo se presentó el grupo AHIGE-Rioja en el Ayuntamiento de Logroño. AHIGE se basa en dos pilares fundamentales: el primero, “la búsqueda de una nueva forma de ser hombre, a través de nuevos modelos de masculinidad positivos, respetuosos, igualitarios y más libres”; y en segundo lugar, “la lucha contra todo tipo de discriminación por razón de sexo, especialmente, contra las discriminaciones que sufren las mujeres”.
Gregorio Sesma, responsable de AHIGE-Rioja cuenta que “la idea se empezó a gestar en octubre del pasado año a partir de la Rueda de Hombres contra la Violencia de Género”. La presentación de este nuevo grupo es un indicador que demuestra que la igualdad es cosas de todos y que los hombres son parte implicada e interesada, del mismo modo que las mujeres. “Los hombres ganan con el cambio, no hay duda”, asegura.
Cuando preguntamos a Antonio García, presidente de AHIGE, por los motivos que les llevaron a fundar la asociación, éste responde lo siguiente: “A mí me gusta decir que teníamos muchas preguntas sobre nosotros mismos y muy pocas respuestas. Preguntas como ¿por qué los hombres somos como somos?, ¿por qué tenemos el mundo emocional que tenemos?, ¿por qué nos relacionamos de la manera que lo hacemos? Esas preguntas no tienen respuesta a no ser que los hombres nos apliquemos a nosotros mismos la perspectiva de género y aprendamos a vernos también como producto de esta sociedad machista”.
Después de esas palabras, es normal que mucha gente se plantee qué les está pasando a los hombres del siglo XXI. Su masculinidad tradicional asociada a la hombría y a la virilidad a través del uso de la violencia ha quedado obsoleta (según afirman Manuel Castells y Marina Subirats en su libro “Mujeres y hombres ¿Un amor imposible?”, publicado en Alianza Editorial en 2007). Ahora algunos se han atrevido a quitarse el “envoltorio” machista que les imponía los valores y actitudes que les debían definir como hombres y han dejado de lado el chiste sexista y la trivialización de la violencia de género.
“La maté porque era mía”: los porqués de la violencia contra las mujeres en la voz de los expertos y expertas
“La violencia de género es una construcción cultural”. Eva Tobías, presidenta de la Asociación Profesional de Agentes de Igualdad de Oportunidades de La Rioja (AIO)
“El silencio y la pasividad nunca van a contribuir a que la violencia desaparezca”. Ana Santos, responsable de la Unidad de Coordinación de Violencia contra la Mujer de la Delegación del Gobierno en La Rioja.
“El machismo es violencia. No puede existir sexismo, imposición, autoritarismo, sin una violencia que sea la base de todo eso. Y de ahí a la violencia hacia las mujeres el paso es mínimo”. Antonio García, presidente de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE).
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