De pedir ayuda en el Centro LGTBI+ a voluntaria : “Mi transición hubiera sido menos dolorosa rodeada de gente que me entendiera”

Manifestación del Orgullo LGTBI+ en Logroño de años anteriores

Ester Fernández García

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“Si hubiera vivido mi transición rodeada de gente que me entendiera, hubiera sido menos dolorosa y mucho más sencilla”. La celebración del Orgullo LGTBI+ llega este año en un momento feliz y cómodo de la vida de María, pero no hace tanto que vivió su transición que recuerda como “un proceso tortuoso y confuso”. Después de enfrentarse al cuestionamiento propio y ajeno, llamó a la puerta del Centro LGTBI+ y, cuando salió, supo que ella tenía que empezar a ayudar a otras personas. La manifestación de este sábado en Logroño la vive como voluntaria de la asociación Gylda.

María se acercó al Centro LGTBI+ de La Rioja, inaugurado en 2022, para pedir asesoramiento legal para el cambio de nombre cuando se aprobó la Ley Trans. “Un trámite legal como ese se me hacía terrorífico, como una inmensa pared que no sabía gestionar”, recuerda. Allí le fueron ayudando a lo largo de todo el proceso, que no fue fácil y se demoró en torno a un año. “Cuando se aprobó la ley, el Registro Civil estaba en huelga, después muchas cosas quedaban en el aire, no sabían gestionarlo.. Afortunadamente, más tarde, una jueza resolvió todos los expedientes pendientes”.

María cree que no hay una fecha exacta en la que comenzó su transición: “Pensamos sobre el tema muchos años hasta que se empiezan a producir cambios. Es la sensación de que llevas dos años haciendo cosas activamente, pero diez esperando”. Y añade: “Desde que decido que esto es algo que quiero hacer porque no tengo más opción de vivir mi realidad hasta que llego a ese momento, son muchos años barruntándolo”.

Planteas una realidad que no puedes negar y te enfrentas a que tu entorno te pone en duda

Para cuando se acercó al Centro LGTB+ que gestiona Gylda en Logroño, ya había superado una terapia psicológica de dos años, que ella misma se costeó. “Me consta que los recursos de salud mental del centro son muy requeridos, y normal, si me hubieran dicho que hay un psicólogo especializado al que puedo preguntarle cualquier cosa sin sentirme juzgada, hubiera afrontado el proceso con más tranquilidad”.

A pesar de que para entonces María ya había superado muchos obstáculos y contaba con el apoyo de su familia, el cuestionamiento y la falta de seguridad se habían quedado en ella. “Antes de llamar, le pregunté a un amigo si pensaba que me iban a mirar como una loca”, cuenta. Y es que, según explica, “tú planteas esto que es una realidad que no puedes negar, que es algo que sientes y te atraviesa y te enfrentas a gente que lo ve desde fuera y lo pone en duda”. Por ello, “esa ayuda en esos primeros momentos es lo mejor que te puede ocurrir”, subraya.

Nos enfrentamos a un sistema que por rígido no nos deja caber en muchas ocasiones

Después de la ayuda que recibió en el centro y, precisamente, por el necesario acompañamiento de iguales que a ella le había faltado, esta joven sintió que tenía que dar un paso más e implicarse más por el colectivo y se incorporó como voluntaria a la asociación Gylda. “Sospecho que muchas menos personas se quedarían por el camino si estuvieran acompañadas de un grupo de gente que les entienda”.

Hoy María es esa amiga en la que verse reflejada que a ella le faltó. “Si ves que una amiga ha conseguido una estabilidad es más fácil imaginarse un futuro en el que la vida es normal”. Por esa vida normal para todos y todas, el Orgullo llena las calles estos días y es importante seguir reivindicándolo. “Desde fuera puede parecer que ya está todo hecho, pero la gente que nos tiene de cerca ven cómo nos enfrentamos a un sistema que por rígido no nos deja caber en muchas ocasiones”.

A pesar de que recuerda momentos muy duros “por la sensación de que nadie te cree”, considera que la discriminación que ha sufrido no son instantes puntuales, sino un constante de dar explicaciones, luchar por los tratamientos que le corresponden y por que se le reconozca. Lo define como “un ruido de fondo”, lo define. Un ruido de fondo por el que María, en una etapa estable y feliz de su vida, todavía prefiere no publicar su nombre real.

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