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Díaz Ayuso asume el mandato de Casado de recuperar Madrid como emblema del neoliberalismo

Isabel Díaz Ayuso, durante su discurso de investidura. / PP

Sofía Pérez Mendoza

El mandato de Pablo Casado fue claro en enero. Desde el escenario del Teatro Goya de Madrid encomendó a sus candidatos, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, una misión: volver a las “esencias” del PP y a las ideas liberales “que han funcionado siempre”. Este martes, la candidata a presidir la Comunidad de Madrid ha recogido el guante de su líder y asumido a pies juntillas el encargo de recomponer la región como emblema de las políticas neoliberales tras el mandato interrumpido de un verso suelto del PP como Cristina Cifuentes.

La próxima presidenta regional ha apelado a la “libertad” como eje de su plan de Gobierno para defender su candidatura en la Asamblea de Madrid. Y ha defendido una “administración” que no “invada el ámbito personal de cada uno” ni “interfiera en la vida de nadie”. “Nuestra sociedad es liberal, en la medida en que da más confianza al individuo, a las familias, a los negocios o al vecindario que al Estado. Por eso las administraciones públicas debemos ser muy respetuosas con las decisiones de la gente”, ha afirmado Díaz Ayuso desde la tribuna. 

El programa planteado por la candidata encaja en la faceta más ultraliberal del PP, la que enarbola Pablo Casado como receta para “reunificar el centro-derecha” y que es heredera directa, en lo ideológico, del aguirrismo. De “la escuela del pico pala, de reivindicar las ideas, de Esperanza”, resumió el líder en la presentación de los candidatos en enero. Aguirre estaba sentada en una de las butacas, aplaudiendo con profusión. Este martes figuraba en la lista de invitadas a la investidura pero no se ha presentado. 

Con el Gobierno bipartito de Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado, el casadismo aterriza en Madrid con la oportunidad de trasladar, como ya ha empezado a hacer en el Ayuntamiento, sus planteamientos ideológicos a las instituciones y las políticas públicas. Su objetivo, avanzado en enero, es que Madrid siga siendo “el banco de pruebas” de las políticas neoliberales. 

La presidenta regional, que si no hay sorpresas será investida este miércoles, será la estandarte de ese poder y la baronesa más destacada del partido ahora que Madrid emerge como una isla preciadísima tras la debacle del PP en las elecciones generales, autonómicas y municipales. La tabla de salvación de Casado. 

La palabra más repetida por Díaz Ayuso en su discurso ha sido “libertad”. La ha pronunciado 25 veces en poco más de una hora. Libertad para elegir centro de salud y hospital, libertad para optar por educación ordinaria o especial, libertad para escoger el colegio público que quieras, para “vivir y trabajar en lo que se desee”. “No quiero un gobierno dirigista, sino que ayude en el camino a los seis millones y medio de españoles que hay en Madrid”, ha resumido. Ciudadanos, un partido que se define sobre todo como liberal, comparte este espíritu. 

“Liberalizar y flexibilizar es tener menos gobierno y más sociedad”, prescribió Casado hace unos meses. Como respuesta, la candidata ha prometido la “mayor rebaja fiscal impuestos de la historia” de Madrid, con reducciones en el IRPF para todos los tramos –incluidos los más ricos–, pese a que la región es ya el territorio con la fiscalidad más baja. Algunos expertos incluso lo califican como “paraíso fiscal”. 

La hoja de ruta marcada por Casado incluía banderas del PP que han tenido un destacado hueco en el discurso de la candidata este martes: “el bilingüismo, la FP dual, la educación concertada...”. Son todas medidas con la marca Esperanza Aguirre, cuya autoría fue reconocida solo hace unos meses en el discurso de presentación de candidatos de Casado.

Hoy, después de que la Fiscalía haya sembrado sospechas sobre ella en la financiación irregular del PP, las menciones se han rebajado, a excepción de la cita de unas palabras de su primer discurso de investidura en 2003. “Hago mías las palabras de Esperanza Aguirre en 2003 en esta Cámara: para seguir impulsando el crecimiento de Madrid se necesita la colaboración de todos los sectores para trabajar juntos por Madrid”. 

Desde el Gobierno, Díaz Ayuso seguirá alimentando la educación privada pagada con fondos públicos con los conciertos en Bachillerato. Una senda que dejó preparada el Gobierno de Garrido y que era una de las piedras angulares del discurso de Pablo Casado cuando llegó a lo más alto del PP. La candidata ha presentado esta medida como un modo para que “los jóvenes madrileños tengan el mejor nivel educativo posible”. “Con esto aseguramos que se pase de la secundaria al Bachillerato como nivel mínimo de nuestros jóvenes”, ha justificado. 

El discurso neoliberal, que el PP rescata en Madrid tras el breve paso de Cifuentes por la Puerta del Sol, se adereza además con guiños a Vox en materia educativa y de familia con más controles sobre los contenidos que se imparten en los colegios e institutos. El partido de extrema derecha espera que este miércoles tanto PP como Ciudadanos manifiesten desde la tribuna que asumen como propios los compromisos adquiridos con Vox, que van aún más lejos: revisar las “subvenciones” para “evitar que van destinadas a entidades de carácter ideológico”, que los fondos de cooperación se queden en Madrid, que los menores extranjeros no acompañados no puedan ingresar en un centro hasta que se compruebe su edad... Estas demandas van a condicionar ese modelo de Madrid que PP y Ciudadanos han acordado poner en marcha. 

De momento, Díaz Ayuso ha manifestado que “el único límite que deben tener las familias es el respeto a la autoridad del docente y la salvaguarda de la calidad educativa” y obligará a los centros a presentar detalladamente la programación antes del periodo de matriculación y también las actividades programas en las horas extraescolares para que las familias decidan si acuden o no en funciones de sus “convicciones morales”, como defendió al presentar el acuerdo con Ciudadanos.

Al tiempo que ha claudicado con algunos guiños, la candidata ha reivindicado aquellas banderas a las que Vox ha tenido que renunciar en sus exigencias, como la defensa de los derechos LGTBI o la “salud universal”. 

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