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Madrid

La gesta de abrir un negocio en mitad de una pandemia

Entrada a los Cines Embajadores en Madrid.

Alberto Ortiz

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El paisaje urbano madrileño ha mutado ostensiblemente desde que comenzó la pandemia, aunque no todo son escaparates sellados. En estos meses han abierto en la comunidad nuevos restaurantes, librerías e incluso cines, aunque sobre todo, como en el resto del país, empresas de consultoría y negocios digitales. Entre la cascada de previsiones económicas funestas y gráficos en caída libre que deja el 2020, despuntan las historias de quienes decidieron sacar adelante sus ideas en medio de la pandemia. Varios emprendedores hablan con elDiario.es sobre los desafíos y sorpresas de lanzar un proyecto en la peor crisis de los últimos tiempos. 

A pesar del escenario adverso, en 2020 se crearon más de 16.000 sociedades mercantiles en la Comunidad de Madrid, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), actualizados hasta noviembre. Sectores como el turismo, la restauración o la cultura están entre los más castigados, mientras que los negocios digitales y financieros resistieron mejor el embate del coronavirus.

Los escritores argentinos Paula Vázquez y Ezequiel Naya, advirtieron una “ventana de oportunidad” cuando la primera ola comenzó a remitir, allá por junio de 2020, y las palabras “rebrote” y “segunda ola” eran apenas hipótesis lejanas. Un año antes habían inaugurado en Barcelona la librería Lata Peinada, especializada en literatura latinoamericana. El apoyo de la comunidad de lectores a su primera incursión en España, las ganas de ampliar el proyecto y el tiempo para pensar que les concedió el confinamiento fueron las razones que les llevaron a abrir una sucursal madrileña. “Vimos cómo descendieron los alquileres en Madrid en estos meses. Sacamos un crédito del Instituto de las Industrias Culturales (ICA) y vimos que era un buen momento para renovar la apuesta del proyecto”, comenta Vázquez en conversación telefónica desde Buenos Aires. 

A mediados de noviembre inauguraron su nuevo local en Madrid, en el corazón de Malasaña. La idea, tanto en Barcelona primero como en la capital española después, era crear un espacio que evocase el espíritu de las librerías independientes porteñas. “Queríamos construir una librería como las que nos gustan de Buenos Aires. Tenemos una filosofía de que la librería no tiene que ser sólo un lugar de expendio de libros”, cuenta Vázquez. El desembarco en Madrid fue un éxito, dice, hasta que llegaron las restricciones navideñas.

“Había pasado un momento difícil cuando pensamos esto. Pero bajaban los casos, el escenario para adelante era bueno, no estaba en el horizonte que hubiese otro pico de casos. Y hasta un poco antes de Navidad estuvimos muy bien. Luego empezó a bajar un poco, cuando vinieron las nuevas medidas de restricción”, dice. Después llegó la nevada, varios días sin poder abrir y el nuevo contexto de medidas. “Ahora el problema es un poco la incertidumbre, la marcha y contramarcha, cambiar el aforo, las actividades. Pero bueno, hay que seguir pensando cosas para que la gente se acerque y nos siga conociendo”, propone. 

“Incertidumbre” es también la palabra que ha impregnado todo en estos meses para Carolina Tello, la dueña de la pastelería Dolcissime, en Pozuelo de Alarcón. Tello es abogada de profesión y ejerció durante ocho años, pero un día decidió dejar su trabajo y enfocarse en la pastelería, su verdadera pasión. “Me formé en Le Cordón Bleu hace dos años, y desde entonces la idea fue montar el local”, relata. Su plan inicial era abrir a finales de marzo de 2020, pero, claro, llegó la pandemia y tuvo que readaptar el cronograma. “Cuando nos confinaron, decíamos: bueno serán 15 días, pero luego la cosa se iba alargando y tuvimos que posponer las obras, las fechas de apertura. Pero cuando tienes un negocio lanzado, tienes que seguir con ello, porque no te queda otra. Decidimos seguir para adelante”, sostiene.

Por lo demás, dice, el plan siguió más o menos como había previsto. Tuvo que estudiar los aforos y hacer alguna modificación para cumplir las medidas de seguridad, pero se benefició de que el local contaba con una terraza y de que el sector no se ha visto tan castigado por la dinámica de las restricciones como la hostelería. Los meses de encierro también le sirvieron para acelerar el desarrollo de la web y un sistema de envíos a domicilio. “Estamos contentos, sigue estando esa incertidumbre, porque no sabes cómo van a ir los confinamientos, si van a cerrar la zona o no, pero es algo ajeno que no puedes controlar, y mientras tanto tienes la recámara de la web y las redes sociales. Nos hemos hecho un máster en adaptación”, bromea. 

Nos hemos hecho un máster en adaptación

“A nosotros la esta circunstancia no sólo no nos ha afectado, incluso nos ha venido bien”, confiesa Diego Fajardo, CEO de Geistek Pharma, una start-up madrileña que se dedica a la gestión de ensayos clínicos para farmacéuticas, lo que en el sector se conoce como CRO (Organización de Investigación por Contracto, por sus siglas en inglés). Aunque comenzó a preparar su proyecto empresarial en 2018, el inicio de la pandemia le sirvió para cristalizar la idea.  

Ya en las primeras investigaciones para una vacuna o un tratamiento efectivo contra el virus, muchas farmacéuticas, cuenta, se lanzaron a explorar las terapias avanzadas, que se basan en el uso de genes, células o tejidos para tratar o prevenir enfermedades. “Nosotros sabíamos que queríamos hacer ensayos clínicos, pero no teníamos claro a qué tipo de ensayos orientarnos. Cuando empezó la COVID vimos que casi no había CRO especializadas en terapia avanzada y nos lanzamos”, dice Fajardo, que lanzó la empresa junto a otros seis socios de diferentes nacionalidades, la mayoría con amplia experiencia en el sector farmacéutico. 

En junio de 2020 consiguieron todos los permisos y desde entonces, dice, no han parado de crecer. Primero se apoyaron en uno de los viveros de empresas de la Comunidad de Madrid y en una incubadora farmacéutica de Boston, aunque después se mudaron a una oficina en una de las Cuatro Torres, en el norte de la capital, donde ahora cuentan con más de 20 trabajadores. “No esperábamos crecer tan rápido. Se nos alinearon los astros. Suena un poco mal porque la situación ha sido muy complicada en general”, puntualiza.

Además de la gestión de ensayos clínicos, que consiste en hacer de enlace entre la empresa que quiere desarrollar un nuevo medicamento, los hospitales donde se van a realizar las pruebas de ese fármaco y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que lo autoriza, Geistek también tiene otras líneas de negocio y una de ellas está muy ligada al día a día de la pandemia: la higiene de manos. “Tenemos una gama de fabricación de cosmética. Hemos empezado a producir gel hidroalcohólico que corrige un poco todo eso de lo que se queja la gente: que son pegajosos, que huelen mal, etc.”, apunta. 

Un cine independiente en plena desescalada  

Fernando Lobo no se olvidará, dice, del día en el que por fin vio las butacas colocadas en las salas del Cine Embajadores. “Cuando entro a la sala y veo las butacas colocadas, digo: ya está, es real. Ahora solo queda conseguir que se siente la gente”, cuenta Lobo, miembro del equipo directivo de estas salas de cine, que abrieron justo después del confinamiento de primavera, en plena desescalada. Estos cines, en versión original y con una programación de corte independiente, nacieron como idea en 2018, en la cabeza de un grupo de amigos con experiencia en distribuidoras y otras áreas del sector. Decidieron montar unas salas en el barrio de Arganzuela, con poco presupuesto, con la idea de revivir la exhibición en una zona que, dice Lobo, “había visto desaparecer muchos cines en los últimos años”. 

Empezaron las obras en diciembre de 2019, cuando en los telediarios aún no se hablaba del coronavirus, pero en marzo llegó el confinamiento. Tuvieron que frenar las obras y valorar si seguir o no adelante: “Llega la pandemia y la obra está en un 80%, así que tomamos la decisión de ir para adelante. Decíamos: la primera etapa será complicada, pero saldremos como hemos salido de tantas otras cosas”, recuerda. Antes de abrir, establecieron los protocolos sanitarios, estudiaron los aforos y lo que vino después fue un logro, según el relato de Lobo, que asegura que en septiembre y octubre, a pesar del coronavirus, tuvieron “mejores cifras” de las que preveían. 

Precisamente el cine es uno de los sectores más castigados por las consecuencias de las restricciones. A finales de enero, Yelmo anunció que cerraría momentáneamente todos sus cines, excepto los de Madrid y Las Palmas de Gran Canaria. Cinesa ya había adoptado medidas similares a principios del mismo mes. Así, según Comscore, el porcentaje de cines abiertos apenas araña el 40%. Durante 2020, la recaudación de las taquillas españolas se desplomó un 72% con respecto al año anterior.

Con este contexto, resulta aún más llamativa la apuesta y el éxito que mantiene hasta el momento. Para Lobo, tiene que ver con la dimensión de la inversión: “Si en vez de 600.000 euros hubiésemos invertido 1 millón; en vez de construir tres salas, tuviésemos 7 u 8, con capacidad para 800 personas, probablemente hoy habríamos tenido que cerrar algunas salas y despedir gente. Yo empatizo mucho con las grandes cadenas de cine. Me pongo en su piel y este discurso más optimista que tengo quizá sería diferente”, contempla. También les ha ayudado la mayor capacidad de resiliencia de las distribuidoras independientes, que produjeron el 93% de los estrenos en España durante el año pasado, desde la llegada del virus, según los datos de la Asociación de Distribuidoras Independientes (ADICINE).

“La verdad es que la llegada de la pandemia fue un jarro de agua fría, mezcla de emociones, desilusión, que teníamos que ir posponiendo todo, pero desde el principio lo tuvimos muy claro: hay que ir partido a partido”, resume Lobo, que recuerda con angustia cómo vivieron él y el resto del equipo aquellos primeros meses de confinamiento.

Sobre las dificultades administrativas y logísticas de abrir un negocio en plena pandemia, Vázquez ironiza: “La absoluta verdad es que tanto Ezequiel como yo somos argentinos y nuestro punto de partida de tolerancia es bastante más adelantado frente a las trabas, conflictos y demoras. No fue un proceso para nada difícil”. Vázquez, que habitualmente vive en Buenos Aires, desde donde labra el contacto con las editoriales latinoamericanas independientes con las que trabaja Lata Peinada, se instaló en Madrid durante unos meses para supervisar toda la gestión. “Atravesé el océano en medio de la pandemia para elegir el local, estar en la obra. Después, a nivel administrativo fue muy sencillo. Había algunas restricciones en Madrid, pero en ese momento nada que ver con cómo estábamos en Argentina, por ejemplo”, añade.

Cambios en los hábitos de consumo

Tello comenta que negocios como el suyo se han beneficiado de ciertos cambios en la forma de vida de la gente durante estos meses: ha aumentado la preferencia por el comercio de cercanía. “A la gente le gusta venir a tomarse un café, a comprar el pan al lado de casa. Además por esta zona no hay muchos sitios como este. Vienen a despejarse y muchos también a teletrabajar mientras se toman algo”, describe. Lobo coincide en que, al menos en estos meses, la gente mira más al barrio. “Lo que ha pasado también es que ya no hay tanta escapada a la sierra o a Ávila el fin de semana. Este año la gente ha tenido que buscar alternativas de ocio con esta movilidad reducida. Eso, sumado al verano tan bonito que tuvimos, coincidiendo con el inicio de los cines, ha hecho que tuviésemos mucha asistencia”, dice.

2020 también fue el año de lo online, las reuniones por videollamada, los trámites telemáticos. Vázquez, que trabaja a distancia desde que lanzaron Lata Peinada, cuenta que aprovecharon esta coyuntura para ampliar la oferta de talleres literarios virtuales. “Nosotros trabajamos así desde el principio, porque siempre hice esto de ir y venir de Argentina a España. Sí que aprovechamos la transición al online para nuestros talleres, tuvimos la posibilidad de acceder a escritores importantes que viven en Latinoamericana y diseñar una programación que antes habría sido imposible”, explica. Ahora el reto, comenta, es revertir la transición para poder seguir acercando a la gente al nuevo local a través de estos talleres. 

Lobo también señala que, si bien han resistido mejor esta coyuntura que otras empresas del gremio más grande, hay un público que todavía no ha vuelto a las salas de cine: “Hay gente que sigue con mucho miedo, gente de la tercera edad, mira los cines Paz, que han tenido que cerrar, que tenían una de las medidas de edad más altas de España”. “Nosotros queremos que esto se acabe, que podamos emborracharnos, abrazar a nuestros amigos, a nuestros padres. Ojalá que el verano de 2021 sea diferente al del año pasado, a pesar de que yo recordaré siempre este año como uno de los mejores de mi vida”, cierra. Fajardo completa: “Hemos aprovechado esta situación para tomar algo malo, una situación así, y tratar de aportar algo de luz con lo que sabemos hacer”. 

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