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Madrid buscará un “consenso nacional” en 2023 para decidir si cubre o traslada el Templo de Debod

El Templo de Debod cubierto de nieve durante la nevada de Filomena, en 2021

Diego Casado

13 de junio de 2022 13:47 h

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El futuro del Templo de Debod, el monumento egipcio que conserva la ciudad de Madrid en el Parque del Oeste, se decidirá a partir del próximo otoño. El Ayuntamiento de la ciudad buscará un “consenso nacional” para discernir qué hacer con esta joya de la arquitectura nubia, llegada a la capital hace más de medio siglo.

“Lo que el diagnóstico nos dice es que no corre riesgo inminente”, aseguró el director general de Patrimonio Cultural, Luis Lafuente, en la presentación de un detallado estudio que ha efectuado el consistorio durante los últimos dos años para averiguar el grado de urgencia que requerían las actuaciones. El consistorio ha reunido una gran cantidad de información, reuniendo todos los elementos del templo con gran nivel de detalle, gracias al trabajo de la Fundación Santa María la Real.

En total se han catalogado 3.821 elementos del templo en una herramienta digital, detallando su estado de conservación y proponiendo actuaciones individuales de tratamiento, conservación o revisión. Todo dentro de un “plan de conservación activo” que busca emplear los recursos disponibles, no aislar el edificio de la sociedad con la que convive y garantizar su conservación.

Toda la información catalogada y las conclusiones del estudio efectuado por la fundación van a ser trasladados a diferentes instituciones a lo largo de este mes “para que estudien el documento y hagan sus propuestas”, explicó Lafuente. Entre ellas citó el Museo Arqueológico Nacional, las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, el COAM y distintas universidades. También se contará con el Ministerio de Cultura, la Comunidad de Madrid y la UNESCO antes de tomar una decisión, que deberá ser alcanzada por “consenso nacional”.

El Ayuntamiento de Madrid afirma que se contemplan todas las opciones, incluidas las del traslado del Templo de Debod a otro lugar o su techado. Pero todo se debatirá a partir de otoño y especialmente en el año 2023, cuando se tiene intención de convocar una reunión de todas las partes implicadas a nivel internacional. Fuentes municipales explican que se trata de una decisión de tanto calado que el Ayuntamiento no va a tener “la última palabra” sino que espera alcanzar un “acuerdo”.

Una construcción con piedras de tres épocas

El Templo de Debod data del siglo II después de Cristo y fue regalado a España en 1969 como agradecimiento a sus trabajos de recuperación de restos arqueológicos en Egipto. En 1970 se trasladó al antiguo Cuartel de la Montaña, su actual ubicación, donde se volvió a poner en pie, piedra a piedra, completando su arquitectura con arenisca procedente de la población de Villamayor (Salamanca). Previamente el país árabe había consolidado parcialmente el templo con arenisca de Nubia, la que mejor estado de conservación presenta en la actualidad, según el estudio presentado hoy, que también identifica la arenisca original y la salmantina como las más dañadas por diferentes problemas.

Desde los años setenta, su conservación ha sido motivo de preocupación de los diferentes dirigentes municipales. Aunque el templo ha experimentado numerosas actuaciones y obras a lo largo de sus años de permanencia en Madrid, desde la Dirección General de Patrimonio Cultural explican que han detectado “ausencia de un diagnóstico global sobre las patologías que le afectan”, lo que ha llevado a “actuaciones de carácter paliativo”, que se iban adoptando a medida que surgían los problemas.

El estudio presentado hoy complementa el efectuado desde 2016, e identifica los posibles riesgos que pueden afectar a la estructura. De todos los elementos estudiados entonces, a los que se aplicó más de una decena de parámetros, se detectó que el 81% se encontraban en buen estado, el 19% del edificio presentaba “estado inadecuado” y el 0% en estado de “riesgo”.

Los últimos trabajos de la Fundación Santa María han incluido termografías (analizar los puntos calientes en los paramentos verticales del templo), esclerometrías (resistencia de la piedra al impacto, con fuertes contrastes de compacidad), porosimetrías (análisis de la porosidad de los materiales, la más sensible -y peor- es la de Villamayor), o análisis de sales presentes en las piedras y su nivel de agresividad. Los cristales salinos más corrosivos pueden llegar a hacer que se rompa la estructura de la piedra. También se han tomado fotografías de alta resolución para comprobar si se ha producido algún cambio en los últimos años, ya que el monumento está sujeto a elementos como el viento, el agua, la nieve o las visitas.

Los datos recogidos han propiciado “diagnóstico certero sobre el estado de conservación del templo”, afirma el Ayuntamiento de Madrid, que descarta tomar “decisiones precipitadas” y buscará la opinión uno de un gran número de expertos antes de decidir cuál será el futuro de uno de los “elementos patrimoniales más representativos de nuestra ciudad”.

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