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Almo, El Poli, Por Herencia, Polea, Loreto: la gastronomía murciana brilla en la Gala de los Soles Repsol en Cartagena

De izquierda a derecha, Alberto Pardo, Juan Guillamón, Pepa Villa, Irene López, José Rodriguez, Juanfran Paredes y Miguel Hernández, chefs murcianos galardonados en la Gala de los Soles de la Guía Repsol 2024, en Cartagena

Álvaro García Sánchez

5 de marzo de 2024 11:33 h

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Hay una ciudad, en todo el panorama gastronómico nacional, que ha brillado en los últimos días más que ninguna otra, como si tuviera luz propia: Cartagena. El Auditorio El Batel de la ciudad portuaria acogió la noche del lunes la Gala de los Soles de la Guía Repsol, que, año tras año, y en esta ocasión en su 45 aniversario, congrega a varios cientos de célebres cocineros llegados desde cada rincón del país.

Un total de 98 restaurantes se hicieron con un nuevo galardón y se internaron en una lista que los aúpa a las cotas más altas de la gastronomía: entre ellos, los orgullosos murcianos Almo, del chef Juan Guillamón, que se alzó con Dos Soles y los recogía en el escenario con una sonrisa abierta de satisfacción e incredulidad, y El Poli, Por Herencia y Polea, establecimientos más familiares, de cocina y productos tratados con cariño, casi con intimidad, que se hicieron, los tres, con Un Sol.

Presentado por Silvia Abril, es la primera vez que la Región de Murcia acoge este acontecimiento que es, al mismo tiempo, una fiesta de la gastronomía. Eso es lo que fue, una fiesta, en su significado más puro y más verdadero, dado el despegue de la cocina murciana en los últimos tiempos y el profundo arraigo que la compañía energética -más de siete décadas ubicada en el valle de Escombreras- tiene con Cartagena. 

Pero no se quedó ahí. La ceremonia se convirtió en un emotivo homenaje al talento culinario español: filas enteras de butacas y de palcos abarrotadas por chefs tan prestigiosos como Joan Roca, Elena Arzac, Eduard Xatruch, Ramón Freixa, Ángel León, el murciano Pablo González-Conejero, Maca de Castro o Martín Berasategui, pero también por otros chefs más jóvenes, que dejaban entrever en su mirada brillante y en su expresión de entusiasmo un futuro de éxitos culinarios por conquistar.

Los Soles Repsol en Cartagena tuvieron, durante su desarrollo, una cualidad abstracta de palabras que se superponen y de amplitud cromática. Antes de la entrada al auditorio, en el atardecer del puerto, el sol anaranjado que se escondía por detrás de la sierra que envuelve la ciudad se llegaba a fundir, indistinguible, con la alfombra naranja que iba recibiendo a los invitados. Allí se congregaban, todos, con una cierta virtud escénica: cruzaban la alfombra, posaban en el photocall, se saludaban y se abrazaban, amistades gastronómicas forjadas a base de años de trabajo en conjunto. Martín Berasategui les decía a los suyos: “Es una ciudad impresionante, y tiene un entusiasmo por la cocina que nos contagia y nos hace querer seguir”.

Sobre el escenario del auditorio, con Silvia Abril como conductora, el naranja se diluyó de pronto en varios restos cromáticos, en azules, amarillos y rojos, en el alto sol de la huerta murciana durante la recolección de las mejores hortalizas y frutas. Fue justo entonces cuando surgió el arte. El arte premiado con arte: trazos apenas esbozados, como pintados por Joan Miró, y una esfera irregular y amarillenta, un sol mágico, casi abstracto, de cerámica brillante y gustosa al tacto, diseñado por el ceramista murciano Carlos Jiménez, con una inscripción, en su parte frontal, como hecha con tinta china: ‘Un Sol’, ‘Dos Soles’, ‘Tres Soles’. ‘Guía Repsol, 2024’. Esas esferas que brillaban como trofeos estarían, minutos después, sobre las manos de los premiados.

El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, lo presagió, como una profecía, durante su intervención previa a la sucesión de galardones: “Todos recordamos, en esta Región y en toda España, momentos de celebración alrededor de una mesa. Gracias a los cocineros. Vosotros sois embajadores de lo local. Atraéis el turismo y las oportunidades. Tenemos mucho que aportar al talento gastronómico nacional. Gracias a vosotros ofrecemos una unión de genialidad y de calidad de materias primas única”.

Acto seguido, el máximo mandatario de Repsol, Antonio Brufau, lo corroboraba, haciendo alusión a la extensa trayectoria de la Guía: “Llevamos 45 años dando lo mejor de cada uno para que la gente sea feliz. Estos premios demuestran la fuerza culinaria de la Región y de nuestro país. Nos tenemos que sentir muy orgullosos”.

De ese éxito y ese prestigio adquirido a lo largo de los 45 años de vida de la publicación gastronómica tiene gran parte de responsabilidad María Ritter, la directora, quien nunca ha dejado de expresar, ni siquiera sobre el atril de la gala, la misión por la que se esfuerza cada día en su trabajo. “Vamos a cada rincón de España buscando talento. No hay momento igual a este, de ebullición, de gente que va a restaurantes porque los ven en la Guía. Las fronteras gastronómicas se abren, los jóvenes emprenden, vuelven a sus barrios de origen, de la infancia, y dinamizan zonas que no tenían apuestas de buena cocina”.

Cinco galardonados en la Región de Murcia

Eso mismo, esa apuesta, tal y como mencionó Ritter, ha sucedido de nuevo en la Región de Murcia, que ya tenía un éxito sin precedentes, con un restaurante, la Cabaña de Buenavista de González Conejero, con el máximo reconocimiento posible, Tres Soles; Magoga, de María Gómez, con Dos Soles; y 18 establecimientos con Un Sol. A la élite de su panorama culinario se han sumado, ahora, cinco galardonados más. Son ya 25.

Dos Soles fueron para el restaurante Almo, del chef Juan Guillamón, que tras subir emocionado e incrédulo al escenario, mostró en declaraciones a este periódico su orgullo, su íntima felicidad, su agradecimiento. “Es siempre un impulso muy grande para seguir creciendo, y siempre, por supuesto, con nuestro producto de aquí, de la Región, que es muy variado y muy agradecido de llevar a los platos”. El cocinero murciano ha conseguido crear un lugar destacado, que sobresale por desarrollar un concepto maduro e innovador, y que busca, además, las mejores materias primas para que los comensales sepan disfrutarlo y degustarlo. Y para que no lo olviden.

“Por su parte, Un Sol de Guía Repsol es aquel restaurante en el que te sientes en casa, y del que cuando sales por la puerta estás pensando cuándo y con quién volver”, explicaba María Ritter antes de ir llamando, junto a Abril, uno por uno, y entre 76 premiados, a los tres restaurantes murcianos que figuraban en la lista. Así, como en casa, se sentían, ya con su Sol en la mano, palpándolo y manoseándolo, como si aún no se hicieran a la idea, Juanfran Paredes y José Rodríguez, chefs de El Poli, un longevo restaurante del municipio de Águilas. “Nos hace mucha ilusión. Es muy gratificante que, después de más de 20 años trabajando, la gente siga sorprendiéndose con una cocina sencilla, con producto tradicional, mediterráneo, de la tierra. Este premio es muy importante, no solo para nosotros, sino para el pueblo”.

Lo local, lo familiar. A ello apelaban también Pepa Villa y Alberto Pardo, que sobrellevan periódicamente, ellos solos, junto a un ayudante, el intenso ajetreo de Polea. Aunque a partir de ahora ya cuenta en sus estanterías con Un Sol. “Es un sitio pequeño, en el que trabajamos tres personas. Es inimaginable este reconocimiento. Una entrega de confianza para seguir luchando día a día”, expresaba Pardo. Villa añadía, conmovida: “La gastronomía regional está despegando, y esto es solo el principio”.

Exactamente lo mismo pensaba Miguel Hernández, quien, antes de recoger su premio, estaba nervioso e ilusionado a partes iguales. “Me gusta este Sol, porque es apelar a las recetas de los orígenes, de nuestras raíces y nuestros antepasados. Es poner en valor lo que tenemos alrededor, y respetarlo y reflejarlo en el plato, con mimo”, decía metafóricamente el chef del restaurante Por Herencia.

Pero la cosa no quedaba ahí, pues en Repsol, que va a inaugurar en la ciudad portuaria su primera planta de biocombustibles en España, siempre buscan la forma de contribuir a la sostenibilidad del mundo. En esa línea viran los Soles Sostenibles: galardones destinados al firme compromiso medioambiental de algunos restaurantes. Uno murciano entre ellos: Loreto, en Jumilla, de las hermanas Irene y Eva López, gracias a su proyecto Verde Espera, mediante el cual han convertido materia prima no apta para la venta en grandes superficies en ingredientes valiosos y aprovechables para comer y disfrutar. “Este premio, este Sol Sostenible, nos obliga a seguir con nuestra responsabilidad social. Repsol nos ha reconocido como personas consecuentes. Es algo que trasciende a la cocina”, explicaba Irene.

El máximo reconocimiento de la noche, los Tres Soles, se lo llevó el restaurante valenciano de Begoña Rodrigo La Salita, que es, murmuraban los chefs en las butacas cuando la cocinera recogía su esfera de cerámica, algo así como un viaje único, como una experiencia sensorial. “Doy las gracias a que nadie de mi entorno me ha puesto nunca freno a lo que quería hacer”, reivindicaba Rodrigo, que lleva 18 años creando un universo gastronómico propio, con platos que al mismo tiempo descubren la abundancia culinaria de la costa este española y ahondan y ponen el foco en aquellas mujeres que defienden el lugar que les corresponde. 

Junto con Rodrigo, y con las nuevas incorporaciones al universo Soles, que subían al escenario para hacer una muy numerosa foto de familia, un total de 764 restaurantes de todo el país ostentan ya un galardón de la Guía. “Gracias a todos, a los cocineros, a las cocineras, por darle tanta importancia al producto cercano, pero también al productor”, concluía Silvia Abril antes de cerrar definitivamente el telón e invitar a todos los asistentes a la gala, más de 700, a subir a la terraza de El Batel para descubrir “la guinda del pastel”.

Cóctel huertano

De camino a la terraza, los chefs recién premiados levantaban los Soles y posaban para fotografías con familiares y amigos, y en sus palabras y sus sonrisas de agradecimiento y camaradería se intuía el comienzo de un porvenir apasionante en la cocina y también el peso y el esfuerzo de las horas de trabajo gratamente recompensadas.

Bajo la noche cerrada de Cartagena, entre veladores con manteles negros y barras apostadas junto a barandillas de madera, el juego de la variedad cromática, de la superposición de palabras, daba lugar a nuevos protagonistas: al verde, al marrón, al campo, a la huerta. Un menú dispuesto por el chef murciano David López, dueño del restaurante Local de Ensayo, iba saliendo con una puntualidad de reloj sobre bandejas plateadas. Su apuesta era clara: “Ahora hay una tendencia a cuidar las verduras para que brillen en el plato. Eso es lo que hemos querido poner en evidencia esta noche”, expresaba el cocinero.

Mini marineras vegetales con pimientos asados, tartares de tomate raf de Cehegín, bombones de zarangollo, mini tortillas melosas de patata spunta, croquetas de tomate escabechado, estofados de setas silvestres cuidadosamente cultivadas, raviolis de morcilla vegana y arroces de Calasparra, entre un total de 15 bocados únicos que, como emisarios de lo mejor de la gastronomía y las materias primas de la Región, entraban y salían de la cocina sostenidos por los camareros e, inmediatamente, desaparecían de las bandejas para ser degustados por los paladares más distinguidos del país. Sus comentarios posteriores lo aventuraban: el futuro de la gastronomía murciana está más que asegurado.

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