Lorenzo Albadalejo nació en San Javier en 1990 con parálisis cerebral y por el tiempo que estuvo sin oxígeno, los médicos le comunicaron a sus padres que no sabían si podría moverse por sí mismo. En cuanto hablas con él, te deja muy claro que su discapacidad (debido al sufrimiento fetal agudo durante el parto) es únicamente física. En absoluto intelectual. “Los doctores nos decían que tendría que trabajar mucho muscularmente para ayudar a mi movilidad, por eso desde que nací el deporte forma parte de mi día a día. Tengo que reconocer que no ha sido un camino fácil porque soy muy competitivo y en mis inicios me frustraba ver lo poco coordinado que era”, comenta. Con el tiempo eso lo fue trabajando hasta tal punto de convertirse en el mejor atleta de la historia de nuestro país con parálisis cerebral en pruebas de velocidad, acreditándolo con 18 títulos de campeón de España (con récords en 100, 200 y 400 metros lisos), dos clasificaciones para los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, una medalla de oro en el Europeo de 2018 y el respeto a nivel mundial. El murciano es un claro ejemplo de la palabra resilencia.
Su vida dio un giro radical en plena adolescencia, una etapa que él recuerda como complicada, cuando cursaba primero de bachillerato. Un compañero de clase le pidió que le acompañase a una pista de atletismo para ayudarle a entrenar porque quería prepararse las pruebas físicas de las oposiciones para ser policía nacional. El cometido de Lorenzo era salir el primero en la carrera para marcar un poco el ritmo, lo que en atletismo se conoce como “hacer de liebre”: “Le saqué de ventaja un minuto y medio a un chico que luego aprobó esos exámenes. Era una barbaridad y eso me motivó y me animó a empezar a entrenar con él más frecuentemente”.
Al poco tiempo apareció en su vida Salva Romero, quien se convirtió de manera oficial en su primer entrenador. “Ahí es cuando todo cambió y no sólo a nivel deportivo, también a nivel personal. Salva empezó a ver en mí a un atleta y no a una persona discapacitada, no se fijaba en mi parálisis cerebral. Con él empecé a trabajar por unos retos y unos objetivos deportivos, como hacer un buen papel en el Campeonato Regional de 2011”, afirma el de San Javier. Su nivel era tan alto que, al ver sus marcas, la Federación Española se puso en contacto con él para informarle de que tenía muchísimas opciones de lograr las mínimas con las que poder representar a su país en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Evidentemente lo consiguió, pero lo más importante de todo es que ese ascenso a la élite deportiva trajo de la mano una estabilidad en su vida personal: “Yo era un chico que les mentía mucho a mis padres en todo lo relacionado con los estudios. Mi entrenador me hizo ver que gracias al atletismo me iba a convertir en un referente e iba a tener las miradas puestas en mí, por lo que debía ser una buena persona. Tenía que centrarme, aprobar y dejar de hacer el loco”.
En 2020 le detectan una enfermedad rara
Como en una carrera de vallas, la vida de Lorenzo Albaladejo también ha tenido muchos obstáculos. Como todos los deportistas de élite, él tenía permiso para entrenar durante el confinamiento y se sentía con muy buenas sensaciones, hasta que un día no pudo terminar una de las pruebas porque notaba que se ahogaba y le faltaba el aire. Desde pequeño él es asmático por lo que no le dio demasiada importancia en un principio. Lejos de remitir, el cuadro comenzó a empeorar, así que decidió ir al hospital para hacerse unas pruebas. Al momento los médicos le comunicaron que sus pulmones se encontraban en muy mal estado y que padecía una neumonía bilateral fuerte por la que tenía que ingresar en la UCI. La situación era tan grave que le hicieron llamar a sus padres para que acudiesen al hospital (en Madrid, donde residía en un centro de alto rendimiento). A su situación le pusieron nombre, síndrome de Churg-Strauss, una enfermedad rara caracterizada por la inflamación de los vasos sanguíneos. Por supuesto le dijeron también que se olvidase para siempre de practicar deporte. “Fue un golpe muy duro para mí, más allá de ver mermada mi salud, sentí que perdía también mi trabajo porque me estaba ganando la vida con el atletismo”, recuerda.
Este nuevo revés, le obligó a redirigir su vida profesional. Lorenzo comenzó a impartir conferencias a nivel nacional e internacional en centros educativos, universidades y empresas y a participar en numerosos proyectos sociales. A su vez, es el responsable a nivel regional de Relevo Paralímpico, un programa liderado por el Comité Paralímpico Español y la Región de Murcia con el fin de fomentar el acceso al deporte en personas con discapacidad. Sobre todo está involucrado en proyectos orientados a formar en valores a niños y jóvenes y a prevenir la violencia y la exclusión social en centros educativos a través del deporte, como ‘Sports vs Violence’, de la Fundación Jero García. “Me gusta transmitirles a los más jóvenes que tienen que respetar y conocer a los que son diferentes porque, como yo, un día pueden llegar a la élite. Me gusta dar visibilidad a mi enfermedad y fomentar la inclusión”, explica.
El pasado domingo, Lorenzo Albaladejo volvió a calzarse unas zapatillas de atletismo por primera vez desde 2020 y lo hizo (con el permiso de los médicos) por una buena causa, la VII edición de la Carrera Profuturo. Se trataba de prueba solidaria a favor del programa de educación digital impulsado por Fundación Telefónica y Fundación la Caixa para reducir la brecha educativa en el mundo. “En 2020 me dijeron que no podría volver a correr, las palabras más duras que puede esperar un atleta. Pero asumí el mismo papel que asumieron mis padres cuando los médicos les dijeron que no podría moverme al nacer: luchar y no rendirme. Gracias a la ayuda de mis doctores y de mi entrenador, ahora puedo volver a hacer vida normal, que para mí es inseparable del deporte”, comenta el velocista. A Lorenzo Albaladejo no le para nada ni nadie.
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