Sobredosis total de política este fin de semana en la Región de Murcia. Se trata de una de esas veces en las que se alinean los astros y coincide que nos toca sufrir o disfrutar las arengas y las propuestas que ya veremos si cumplen o no. ¿Esto significa que de aquí a poco la vida de la ciudadanía va a cambiar de manera notable? Me dicen los patos que me olvide, que toda esta gente ha venido a pasearse y que de las elecciones del año próximo no saldrá más que aburrimiento. Que ahí es adonde yo quería llegar. Al aburrimiento, al hartazgo. A que me tienen frita, casi tanto como a mi prima a la que queman en “El Entierro”.
Será la cabeza de pez, pero no acierto a comprender por qué poderosa razón tiene el mundo que esperar a que se celebren elecciones para que se hagan todas las cosas necesarias que se han dicho este fin de semana en Murcia. ¿No iba de eso la democracia? ¿De que se pongan de acuerdo para hacerlas?
Hace poco tuve la oportunidad de ver una “peli” donde uno de los protagonistas afirmaba con rotundidad: “Fiat iustitia ruat caelum”. Es un proverbio latino, del ámbito de la justicia, que se traduce como: Que se haga justicia aunque se caiga el cielo. El protagonista, presidente del Tribunal Supremo Británico, se refería a la abolición de la esclavitud en la Inglaterra de hace tres siglos, aunque eso supusiera el final del sistema económico dominante, que se basaba en el tráfico de los barcos negreros. Una situación que me recuerda muy mucho a la actual, donde la mayoría del trabajo que se ha generado es de ninguna calidad, y por tanto, el acceso al mercado laboral no garantiza salir de la pobreza, y en consecuencia, tampoco garantiza alcanzar la libertad plena.
Este fin de semana que acaba de concluir, unos y otros se han reunido para darnos ánimos a todos los bichos del río y a los que vivís fuera de él. Yo sólo quería decirles que bienvenidos sean los ánimos, pero lo que necesitamos son actos, no palabras. La época de las palabras ha pasado ya en el mundo de la política. Sé que ésta es una columna ON FIRE, pero me corta el chorro muchísimo que venga gente a mi tierra a intentar tomarme las escamas; en vuestro caso, el pelo.
Con cariño, La Sardina.
0