Recorres el mismo camino unidireccional siempre con la mirada frontal mientras tratas de distinguir los rostros embozados de la extraña cotidianeidad, a la que obviamente no te acabas de acostumbrar, en estos días grisáceos.
Recorres esos días como si transitaras por las páginas de un libro. Hace unos días ya notaste el epílogo de un cambio de estación. Cuando viste los primeros brotes de aquella panorámica rosácea y blanca de los almendros en flor, te llevaron como otros años, a esos versos de la elegía de Miguel Hernández: “A las aladas almas de las rosas/ de almendro de nata te requiero”. Y en esos versos de una de las mejores elegías escrita en castellano te quedas colgado de las metáforas. Ahí estaban los almendros, en ese libro de la vida, pasando páginas, otro año. Y ahí también está, otra vez, el maravilloso espectáculo de la naturaleza de la floración en Cieza, con esos campos de millones de flores de melocotoneros y albaricoques, con esa explosión de tonos rosáceos, con toques lilas, por momentos rojos. Ahí ya está la primavera.
Y esa primavera que, por este rincón del Sur, se adelanta a su fecha, te lleva a otra primavera, cómo no, a aquella en la que muy joven te regalaron una camisa de colores chillones por tu cumpleaños, un 17 de marzo, que estrenaste, aunque pasaste un poco de frío.
Recorres el mismo camino intuyendo que a la vuelta de ese camino observaras de nuevo aquella luz. Y te acuerdas de Antonio Machado y su último verso: “Estos días azules / este sol de la infancia”. Y de nuevo puedes sentir esa luz de Murcia en primavera que puedes respirar, esos azules que llevas fotografiados en la memoria. Por aquí, de un día para otro, de pronto, las flores de azahar cantaran a la primavera. También recuerdas ese hermoso poema: 'Canción de marzo', de Eloy Sánchez Rosillo:
Abrí el balcón y vi la maravilla:
estaba ahí la primavera.
¿Cómo pudo ser todo así, tan simple?
Algo raro ocurrió.
El balcón de una casa
cualquiera, en una calle
de una ciudad cualquiera.
Abrí y miré. Eso tan sólo hice.
Y sucedió el prodigio.
Qué cosa tan extraña.
Mi casa era un palacio.
Yo era el rey de la vida.
El balcón daba a marzo,
a un día de jilgueros.
Escribes este texto mientras escuchas 'Here Comes The Sun', de los Beatles. Después pones 'April foools' de Aretha Franklin y terminas escuchando 'Spring is here' de Carly Simon. Sin embargo, como se te enamora el alma, cambias de tercio, y pides un bis par para delinquir y con los Delincuentes, te pones a tararear que la primavera trompetera ya llegó.
0