Votar o no votar en La Paz, el barrio marginal de Murcia en el que el 90% de las casas no son habitables y la abstención supera el 60%
En la puerta de los Recreativos Levante en el Polígono de La Paz en Murcia, una barriada marginal muy cerca del centro de la ciudad, charlan en corrillo seis vecinos de la zona sobre la jornada electoral. “No he ido a votar, ¿para qué? Si siempre pasa lo mismo, es decir, nada”, apunta Juan, uno de ellos.
“Con el ADN ese nos quieren traer las favelas de Colombia a Murcia. Se creen que esto es es el Polígono Disneyworld”, añade Juan, en referencia al proyecto ADN Urbano La Paz impulsado por el Ayuntamiento de Murcia y cuya primera acción ha consistido en una de las intervenciones artísticas al aire libre más grandes del mundo con un total de 7.200 m2 de superficie y 1.500 kilos de pintura ecológica realizada por parte del colectivo internacional Boa Mistura en la calle Río Tajo. Se trata de un gran mural artístico sobre los propios edificios en el que se podrá leer la palabra ‘Alma’, junto a la frase ‘Juntos somos barrio’, en los edificios colindantes. La sección censal de esa calle contó con un 61,9% de abstención en las pasadas elecciones generales del 28 de abril frente a la abstención del 13,4% de la calle Trapería, la zona céntrica más rica del municipio.
Jesús señala a su hermano y dice: “Además no han tenido en cuenta a la gente del barrio para pintar los edificios. Mi hermano, que está aquí, el de rojo, está separado y con dos hijos y no le han cogido el currículum”. Antonio se levanta de la silla y mueve sus brazos llenos de tatuajes: “Sí que hay gente del barrio pintando allí, como yo. Eso sí, la única vez que han barrido la acera fue el día que se esperaba al presidente de la Comunidad que al final no vino”, señala.
“He vivido en este barrio toda la vida. Antes las calles no estaban asfaltadas, pero estaba limpio y vivía gente trabajadora”, apunta Jesús mientras se dirige a la calle Río Tajo. “Ahora muchos jóvenes no tienen ganas de trabajar y rompen los suelos de los edificios para hacer sótanos que están llenos de hierba. Se conectan a la red eléctrica directamente hasta el punto de que nos apagan la luz. A muchos los conozco desde chiquillos, pero si les dices algo te tienes que pegar un tiro con sus padres”, añade.
“En esa calle es donde venden caballo. Mejor no sacar la cámara y llevar cuidado”, apunta el vecino de 60 años antes de doblar la esquina y contemplar el bloque B10, en el corazón de La Paz y declarado ruina inminente en diciembre de 2018 por un grupo de expertos de arquitectos e ingenieros que supervisaron los 49 bloques que forman el barrio a encargo del Ayuntamiento y concluyeron que el 90% no reúne las condiciones básicas de habitabilidad.
El barrio Polígono de la Paz se levantó en los años sesenta en una antigua zona de huerta. Se trataba de viviendas de protección oficial construidas durante la dictadura franquista, pisos de entre 40 y 50 metros cuadrados en bloques de cinco plantas sin ascensor que ahora se encuentran muy deteriorados. “Si en lugar de tanta pintura para las fachadas de los edificios hubieran traido para fumigar ya que aquí hay muchos mosquitos y ratas o nos hubieran ayudado a quitar las humedades hubiera sido mucho mejor”, señala Fina, una vecina del barrio que ha votado al PP “porque al final hacen todos lo mismo”.
En el barrio se creó la primera asociación vecinal de Murcia y en la década de los setenta consiguieron que se construyera un centro social, una iglesia y el colegio Nuestra Señora de la Paz. Pedro, un funcionario de la limpieza del Ayuntamiento que admite haber votado “socialista” y que ha vuelto al barrio 30 años después al divorciarse, considera que “ha empeorado mucho”. “Nosotros luchamos y conseguimos muchas cosas. Ahora la gente joven no hace nada porque no espera nada. Aquí no hay cultura. Y, además, gana el PP”, apunta.
Pedro señala el solar lleno de matojos que hace doce años ocupaba la guardería municipal y que fue derribada para erigir una torre faraónica dentro de un proyecto impulsado por el promotor José López Rejas para transformar la barriada en una moderna zona residencial diseñada por Ricardo Bofill con la creación de 1.500 viviendas que nunca llegó a ejecutarse. El alcalde de Murcia de entonces Miguel Ángel Cámara y los miembros de la Junta de Gobierno que tomaron parte en aquella decisión fueron imputados.
En diciembre del año pasado López Rejas hizo público que retomaba su proyecto estrella y prometió levantar decenas de edificios de diversas alturas, cinco de los cuales serán cinco torres de más de 30 pisos. “Este hombre vendió humo y ahora será más de lo mismo, pero como la gente está desesperada se agarra a un clavo ardiendo”, dice Pedro.
Enfrente del mural artístico de la calle Río Tajo varios jóvenes se apoyan en un coche rojo, a uno de ellos le cuelga del cuello una identificación de apoderado del PSOE. Los otros tres señalan que no han votado. “¿Para qué?”, dice José. “Yo estoy esperando la herencia de mi padre que está ahora en el hospital”, añade. “Bueno, es que su padre se fue a por tabaco y no volvió”, añade Ginés. Ninguno de ellos tiene trabajo. El 21% de los vecinos se encuentra en el paro.
“Me he acercado a votar porque estaba en la calle con las crías y por hacer algo”, dice Eva, una peluquera de 23 años, quien va a votar a “los socialistas” acompañada de su hija y su sobrina en el colegio Nuestra Señora de la Paz. “Pero aquí la mayoría de la gente no vota porque sabe que no sirve para nada, sólo votan al PP unos cuantos a los que les han comido la cabeza”, añade.
“Yo he votado a Vox”, apunta Pepe en la puerta de un bazar chino cerrado. “Aquí hay funcionarios que se han comprado casas de 300.000 euros. Hay que limpiarlo todo”, añade el obrero que ha vuelto a la construcción “hace medio año” después de estar “siete u ocho años en paro”.