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Ugao-Miraballes recibe en silencio a la comitiva de Rivera pero boicotea con sirenas su mitin

Albert Rivera y Maite Pagazaurtundua a su llegada a Ugao-Miraballes.

Iker Rioja Andueza

Los alrededor de tres centenares de vecinos de Ugao-Miraballes que se han movilizado al mediodía de este jueves ante la visita de Albert Rivera a este pueblo de unos 4.000 habitantes próximo a Bilbao donde nació Josu Urrutikoetxea -conocido por las fuerzas de seguridad como Josu Ternera-, han seguido una doble y contradictoria estrategia.

En un primer momento, durante el paseo del líder de Ciudadanos por el centro del municipio, la respuesta ha sido el silencio sepulcral y el cierre de comercios y persianas. Después, durante el mitin, la alternativa ha sido el ruido estruendoso de bocinas, alarmas y gritos. Rivera, que ha cerrado su breve paso por un municipio en que no se presenta a las municipales al grito de “¡Viva Euskadi y gora Espainia!”, ha lamentado que quienes se han soliviantado con este mitin “aplauden” la trayectoria criminal de Urrutikoetxea, arrestado hace unos días.

Campaneaban las iglesias las 12.00 horas cuando Rivera, que se llevó 37 votos el 28 de abril –frente a los 967 del PNV, los 578 de EH Bildy y los 374 y 356 de PSE y Unidas Podemos–, ha llegado en un minibús negro con los cristales tintados. Con él, Maite Pagazaurtundua de UPyD, vasca y flamante fichaje para las europeas, José Manuel Villegas y otros cuadros naranjas. Los asistentes al mitin han llegado de fuera en autocares y Cercanías. Se esperaba a un centenar pero han sido menos. Desde la estación hasta el lugar del acto, un frontón, la comitiva ha caminado por las calles de Ugao-Miraballes, tomada por numerosas dotaciones de la Brigada Móvil de la Ertzaintza.

La localidad había amanecido decorada con ikurriñas, lazos amarillos, esteladas, pasquines y pancartas contra lo que los vecinos, al menos los que se han expresado, consideran una “provocación” de los “fascistas” y “herederos de Franco”. Una asamblea reunida la noche del miércoles en el pueblo acordó dar la espalda a Rivera y su comitiva. De manera idéntica a lo que sucedió en Rentería en la anterior campaña, este grupo de vecinos invitaba a cerrar persianas y comercios, a colocar ikurriñas y otras banderas reivindicativas, a usar cacerolas para hacer ruido y a manifestarse media hora antes del mitin de Ciudadanos para protestar “de modo pacífico”.

Rivera y los suyos, al llegar al Ayuntamiento, han sido recibidos con los presentes de espaldas y callados. “¿Escuchas el silencio?”, ironizaba un señor mayor ante lo ocurrido recordando el final del debate electoral protagonizado por el propio dirigente liberal. Solamente algún joven se saltaba la directriz con insultos, rápidamente criticados por la organización de la protesta.

Pero todo ha cambiado en la plaza de Gernika, donde se ubica el frontón y se encontraba el solitario micrófono para los discursos. Ya al paso por el 'batzoki' del PNV los parroquianos han gritado a los de Ciudadanos, que han considerado “rebuznos” esos comentarios. Curiosamente, PNV y Ciudadanos comparten grupo parlamentario en Europa. Además, cuando ha empezado el mitin ha empezado a atronar una sirena de fábrica y alarmas. Su ruido ha tapado el minuto de silencio con el que han querido arrancar el mitin como homenaje a las víctimas y singularmente a las de Urrutikoetxea.

Ha abierto las intervenciones -en euskera- Pagazaurtundua. Ha criticado que no se haya respetado el homenaje silencioso y ha considerado que la izquierda abertzale sigue “domesticada” y legitimando la violencia. La eurodiputada, algo nerviosa por sus gestos, ha comparecido con dos libros, 'Vidas rotas' y 'Memorias de la violencia'. Ha leído algunos pasajes y ha prometido hacérselos llegar al candidato europeo de EH Bildu, el histórico Pernando Barrena.

Después ha hablado Rivera, que ha saludado en euskera en medio del gran ruido de fondo. “No nos habéis callado con tiros, no nos callaréis con sirenas”, ha dicho. Ha hablado de que la libertad de expresión está “amenazada” y ha prometido volver. Como única propuesta electoral ha dejado su plan para prohibir los homenajes a miembros de ETA. Ha pronosticado que el del fin semana a Urrutikoetxea fue “el último”. Y para mostrar su firmeza ha roto uno de los carteles con la cara del dirigente terrorista detenido y lo ha roto entre aplausos de los suyos.

Terminado el acto y de nuevo blindados por la Ertzaintza, los visitantes se han subido a sus vehículos y se han marchado. En el pueblo, un grupo de jóvenes abertzales con monos blancos han procedido a “desinfectar” con lejía las calles. “Erradiquemos esta lacra antes de que se convierta en plaga”, se leía en los folletos que han distribuido.

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