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“Si no hay un cambio en la actitud de los docentes, no se resolverá la crisis educacional”

Jorge Tapia. Foto: Laura López. UPV/EHU

Eduardo Azumendi

Jorge Tapia Valdés, licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile , fue ministro de Justicia y de Educación en el gobierno de Salvador Allende. Desde su experiencia, Tapia ve la función del docente como la del pastor. “Asumimos la responsabilidad como docentes de salvar el cuerpo, el alma y el intelecto de cada uno de nuestros alumnos, discípulos o doctorandos que trabajan bajo nuestra guía al hacer sus tesis”. Tapia ha abierto hace unos días el congreso Nuevas Tecnologías y Tendencias en Educación organizado por el Campus Virtual y el Campus de Bizkaia de la Universidad del País Vasco.  

En su discuso ‘Reformas Educativas. Aspectos Estratégicos y comparados’,  Tapia recalcó que uno de los aspectos más importantes en la labor docente es el ejemplo que dan los propios profesores, qué conexión hay entre lo que dicen en la  clase magistral  y su propia actuación en los terrenos que toca el discurso. “En suma, la labor de docente es una labor de pastor muy sacrificada, que exige devoción y compromiso. Y yo creo que no vamos a salir de la crisis educativa de todo el mundo mientras los docentes no se convenzan  de que el primer paso les corresponde a ellos. Si no hay un cambio en la actitud de los docentes, no habrá un cambio en la crisis educacional que se da en todas partes”.

En su opinión, la educación debe estar en primer lugar al servicio del conocimiento, de la búsqueda de la verdad y “por lo tanto, del desarrollo científico de la humanidad. Pero ese quehacer también tiene que estar dedicado a producir bienes para nuestra propia subsistencia; de modo que, nos guste o no nos guste, la educación también tiene que enseñarnos a mover todo nuestro cuerpo, sobre todo las manos y el cerebro. La cuestión es hacer una diferencia entre producir cosas y producir bienes intangibles. Hay que ver con claridad que los países que más han progresado son países con una ética laboral”.

¿Es lo mismo innovar que  producir un cambio? “La innovación  normalmente se mueve en el plano de procedimientos e instrumentos que utilizamos para cumplir nuestros objetivos laborales; pero el cambio está relacionado con un cambio interior, espiritual e intelectual. Innovas si usas una pizarra digital, pero su uso no significa que, por ejemplo, mejore la sensibilidad, los principios éticos o la acción moral de las personas. Se innova cuando mejora el equipo que usas con las manos. Se cambia cuando mejora la forma en que piensas, te aproximas a los problemas y a la búsqueda de soluciones”.

Experiencia “traumatizante”

Sobre su experiencia en el Gobierno de Salvador Allende como ministro de Educación, Tapia la califica de “traumatizante”. En una entrevista con la revista Campusa, editada por la Universidad del País Vasco, explica que “no se trató de administrar ni de hacer una  política propia para  cambiar el sistema educacional, sino de modificar todo el sistema socio-político a través del cambio del sistema educacional. Se tomó el camino equivocado al pensar que cambiando las condiciones de la enseñanza se podía hacer una revolución general que tocara a todos los sectores y todas las edades en el país”.

“Lo peor”, añade, “fue que las fuerzas internacionales, que no veían con buenos ojos la revolución, aprovecharon para quebrar las buenas relaciones que hasta el último momento mantuvo el presidente Allende con la Iglesia católica y las fuerzas armadas. Rota esa buena conexión, la suerte del gobierno quedó en medio de un gran temporal con las consecuencias que ya conocemos. Un experto en educación muy poco podía hacer. Yo traté de salvar lo más que se podía, pero tenía disensiones más fuertes en el interior de la Unidad Popular [combinación de partidos políticos que apoyaba al presidente Allende] que con la oposición”.

Recuerda como anécdota que el ministro saliente, al llegar al ministerio y cuando estában bajando del coche le dijo: “Jorge,  te voy a dejar un proyecto que te va a hacer pasar a la historia’. Era el proyecto de la llamada Escuela Nacional Unificada, la gran reforma del gobierno de Allende que quebró definitivamente las relaciones de diálogo que el presidente logró establecer en la mayor parte de su periodo. Y, por supuesto que pasé a la historia, y a la cárcel”.

Sin embargo, se muestra dispuesto a repetir la experiencia. “Sí, porque ahora tengo mucha más experiencia y sabría qué hacer con los más intransigentes que en aquella época se unieron, no para hacer la reforma educacional, sino para cambiar la política entera del país. Para eso no puede usarse la reforma educacional, ni la educación en sí”.

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