Luis Pineda y las amenazas con pompas de jabón
“Rubén Sánchez Facuoso me manda matones. Me amenaza con romperme las piernas”, aseguró Luis Pineda en la madrugada del viernes 7 de marzo de 2014 desde su cuenta de Twitter. “¿Con matones y coacciones es como vais avanzando en Facua?”, soltó el presidente de Ausbanc, además llamarme “mafioso” y "capo", asegurar que yo tenía “sicarios” y preguntar si éramos un “grupo criminal organizado”. Pineda era de gatillo fácil cuando se trataba de disparar difamaciones en Twitter. En un par de años, le conté más de 600 tuits contra FACUA y contra mí. Hace unas semanas, se los entregué a la UDEF cuando declaré como testigo.
Durante más de tres años, el presidente de Ausbanc orquestó una desafinada y obsesiva campaña dedicada a insultarnos y acusarnos a FACUA y a mí de todos los delitos que salían de su imaginación. Lo hacía tanto a través de su Twitter como en las publicaciones de Ausbanc. Y logró colar algunas de sus invenciones en otros medios de comunicación, a los que engañó -o se dejaron engañar-. La mayoría de los delitos de los que me acusaba son los que precisamente han motivado su ingreso en prisión. Era como si Pineda estuviera mirándose en un espejo cuando me describía. Resulta irónico, pero hasta llegó a publicar que yo me dedicaba a “ofender gravemente el honor de algún competidor al que admira en secreto”. Sí, se refería a él.
El detonante pudo ser que a comienzos de 2012 publiqué un tuit donde recordé que treinta años atrás había sido detenido en aplicación de la ley antiterrorista por conmemorar con el lanzamiento de cócteles molotov el aniversario del fallido golpe de Estado del 23F - Pineda fue el líder de la banda de ultraderecha Frente de la Juventud-. O que a mediados de la década pasada no le seguí el juego cuando en una tertulia de la ya desaparecida Punto Radio pretendió presentarnos a Ausbanc y a FACUA, a él y a mí, como los únicos honrados en un movimiento de consumidores supuestamente lleno de corrupción.
En FACUA reclamamos -y celebramos- que expulsaran a Ausbanc de un registro estatal de asociaciones de consumidores en el que logró estar gracias a las amistades políticas de Pineda y su esposa, Teresa Cuadrado. Fue inscrita al final de la segunda legislatura de Aznar, con Ana Pastor como ministra de Sanidad y Consumo, y tras su inmediata expulsión por el gobierno de Zapatero no volvió a entrar hasta que Rajoy ganó las elecciones y Ana Mato fue puesta al frente del ministerio.
El recrudecimiento de sus ataques se produjo cuando en febrero de 2014 publiqué mi primer libro, Defiéndete, donde recopilé 101 fraudes, entre ellos “el de la falsa asociación de consumidores”. En él puse de manifiesto algunas de las oscuras prácticas de Ausbanc y el pasado de Luis Pineda en el terrorismo de ultraderecha, por el que fue condenado en dos ocasiones, entre otros por el delito de atraco a mano armada. Enfurecido por lo que conté en mi libro y la repercusión que tuvo el adelanto del capítulo sobre Pineda que publicó eldiario.es, el jefe de Ausbanc llegó a contratar una campaña publicitaria en varias ciudades para llenar las calles de carteles con mi cara -la portada de marzo de ese año de su periódico Mercado de dinero- en los que con un cartel con el rótulo “se busca” me acusaba de “corrupción” y “fraude”. No fue la única portada que me dedicó en su libelo, donde durante años publicó una larga lista de montajes para intentar destruir mi reputación, la de mi familia y gente de mi entorno, y con ello la de FACUA. Inventó que estábamos implicados en la tramas andaluzas de los ERE, los cursos de formación y las presuntas facturas falsas del sindicato UGT, además de vincularme a actividades pedófilas, extorsión, fraude fiscal, acoso a mujeres. Incluso llegó a publicar que mi mujer estaba conmigo a cambio de dinero como pantalla para ocultar mi supuesta homosexualidad mientras mantenía relaciones con mi padre.
Me personaré como acusación particular
Me personaré como acusación particularHasta la fecha he interpuesto dos demandas por intromisión ilegítima en el derecho al honor. Una contra Pineda y otra contra él, Ausbanc y su director de publicaciones, el hoy imputado -y el año pasado condenado por estafa- Luis Suárez Jordana. He ganado ambas, pero estoy a la espera de que se resuelvan sus recursos, uno ante la Audiencia Provincial de Sevilla y otro ante el Supremo. Dado que el juez Santiago Pedraz ha señalado en un auto dictado este viernes 20 de mayo que me considera perjudicado por las prácticas de Luis Pineda y su entramado, esta semana voy a personarme como acusación particular en la causa abierta en la Audiencia Nacional que ha llevado a prisión incondicional al líder de Ausbanc y al de Manos Limpias, Miguel Bernad, que también participó en la campaña contra mí.
La historia que inventó Pineda sobre mis sicarios es un ejemplo no sólo de sus montajes, sino de cómo se presentaba públicamente como un salvador de la patria perseguido por todo tipo de tramas mafiosas que a veces actuaban en connivencia con las cloacas del Estado para impedir que cumpliera la misión que le había encomendado su creador. “Levantando y construyendo, forjaré la nueva España. De la enseña, del pasado, nace mi revolución”, escribió una vez en un tuit acompañado de una foto suya con una pala al lado de una hormigonera. El texto estaba sacado -y adaptado, quizás por el corrector de su móvil- de la letra de un tema del Cancionero falangista de 1945. “¿Perteneces a Manos Limpias?”, le preguntaron en Twitter. “Sólo me pertenezco a mí mismo y al Creador. Soy presidente de Ausbanc”, contestó. En su timeline hay más de un centenar de tuits con alusiones a Dios. “Que Dios os bendiga. Arriba España. Podemos, claro que podemos”, tuiteó una vez. Tremendo combo.
La misma noche en que el presidente de Ausbanc soltó en Twitter la historia de los sicarios denuncié los hechos en la Policía, pero tuve que esperar más de año y medio para que se fijara la fecha del juicio. Aunque Pineda me había acusado de actividades delictivas, la jueza sobre la que recayó el caso decidió calificar los hechos como injurias y no como calumnias. Ante mi denuncia, el presidente de Ausbanc respondió interponiéndome otra a mí por amenazas. Las partes fuimos citadas para el juicio el 20 de octubre de 2015 en los juzgados de Plaza de Castilla de Madrid. Dado que la injuria había quedado despenalizada unos meses atrás con la reforma del Código Penal, comuniqué al juez en la sala que era consciente de que ya no se celebraría el juicio por mi denuncia y que para continuar tendría que hacerlo por la vía de la demanda civil. El magistrado preguntó a Pineda si quería seguir adelante con la suya. Y su respuesta fue absolutamente surrealista.
“El amenazado físicamente soy yo”, aseguró Luis Pineda, “y yo lo único que pretendo es que haya un acontecimiento jurídico suficiente para que sus miles de seguidores no terminen golpeándome”. “Para mí es muy relevante que de alguna manera se pare este tsunami de un señor que se presenta en su Twitter con una pistola”. “Yo sigo amenazado, sigo asustado”, dijo el presidente de Ausbanc. “En su perfil [de Twitter] lo manifiesta así, con pistola en mano (...), que me quiere romper las piernas”.
El arma al que se refería Pineda es una pistola de pompas de jabón que utilicé en un cartel con tono humorístico para promocionar mi libro. “Deje lentamente la hoja de reclamaciones encima de la mesa. Vengo armado. Traigo mis derechos”. Junto a este texto, aparecía una imagen mía empuñando la pistola de pompas y con una camiseta de Spider-Man. La camiseta la menciono porque el periódico de Ausbanc Mercado de Dinero también publicó que mi cuenta de Twitter es una herramienta al servicio de Hollywood. Según la publicación, uso mi perfil en la citada red social para “publicitar distintas marcas de compañías multinacionales de forma encubierta en Twitter, con especial predilección por las películas de Hollywood”, concretamente las “producidas por los grandes estudios en manos de los bancos de inversión de Wall Street y multinacionales como General Electric o Comcast”.
“Este mundo, donde uno empieza, te termina lapidando”, explicó Pineda al juez refiriéndose a Twitter. En otra de las causas judiciales que emprendí en respuesta a sus ataques, el presidente de Ausbanc aseguró que sólo usaba esa red social “para comunicarse con su familia y seres queridos”. Sólo le faltó añadir que si tuiteaba cientos de insultos era porque una voz le obligaba.
Y sin aclarar si quería o no proseguir con su denuncia, Pineda continuó contándole al juez la historia de mi pistola de pompas: “A mí con que sencillamente me pida disculpas o me diga que va a decir en su Twitter que no se siga por ese camino, que son 140 caracteres, yo me quedo absolutamente tranquilo, porque él es el que manda. Si él se compromete con voz de caballero, porque sé que esto es extraprocesal, a decir no se amenace a los que no están de acuerdo conmigo, y singularmente a Luis Pineda, porque al que le iban a romper las piernas literalmente es a mí”.
Cansado de escuchar las invenciones de Pineda, pedí al magistrado que comenzara a juzgarme tras informarle de que llevaba años siendo objeto de una campaña de insultos y calumnias por la que Ausbanc y su propietario ya tenían dos condenas. “No, no, no, señoría”, dijo Pineda, que indicó que retiraba la denuncia.
No sería la última vez que le contara a un magistrado una historia de pistoleros. Cuando declaró ante Pedraz el pasado 18 de abril, contó que en una Junta de Accionistas del BBVA estuvo “rodeado de personas con pistolas para que no hablara. Personas que hacían así -levantándose la chaqueta- y enseñaban un 9 largo”.
Ocho años atrás, el exdelegado de Ausbanc en Baleares, Carlos Hernández Guarch, se querelló contra Pineda por amenazarle de muerte. En una conversación telefónica, cuya grabación aportó como prueba, le dijo: “Estoy dispuesto a todo”, “a pagar a mafiosos”, “mucho cuidado porque os estáis jugando la puta vida”. “Se me fue la pinza”, explicó el dueño de Ausbanc al diario El Mundo. “Lo que me ocurrió fue un arrebato de ira... no sé si divina o diabólica”. Luis Pineda perdió el juicio.