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A favor del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Público en Mesa redonde I jornadas Neurocientíficas

Marina Rodríguez Baras

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La transformación que el feminismo puede generar en la sociedad es tan polifacética y compleja que no puede llevarse a cabo por una sola vía, sino que tiene que estar compuesta por toda una serie de procesos y acciones que se sumen y complementen entre sí. Aunque cada uno de esos procesos pueda ser, al considerarlo de forma aislada, insuficiente por sí mismo, es a su vez una pieza fundamental para que el conjunto del movimiento pueda funcionar. Por ello, aunque otros aspectos como la eliminación de factores de género en el acceso a profesiones relacionadas con los cuidados son esenciales,sí es importante apoyar también acciones como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, un elemento más en el camino hacia la igualdad.

Puede parecer que el principal o único objetivo de este Día Internacional es la promoción de las vocaciones científicas de las niñas, ya que muchas de las acciones más llamativas y conmovedoras que se organizan están relacionadas con eso. Es más, también puede parecer que lo que buscamos con esos actos es detectar e impulsar a las Einsteins del futuro, aquellas niñas muy brillantes que, con otros niños muy brillantes, puedan ser esos científicos de pelo blanco y alborotado con pizarras llenas de fórmulas que imagina la sociedad. Ninguna de las dos cosas es cierta.

Vivimos en una sociedad en la que desde nuestra más tierna infancia se nos dice de infinidad de maneras (juguetes, dibujos animados, lenguaje, libros de texto, roles de referencia, etc) que la ciencia solo es para genios, y que los genios nunca somos nosotras. Nos transmiten que es un entorno que no nos es propio, y/o nos hacen dudar de nuestra capacidad para aprender y desenvolvernos en él. Destruir esos dos estereotipos es fundamental para que el conocimiento científico sea un mundo abierto y no hostil, al que podamos acceder y disfrutar según nuestro interés y curiosidad, y no en función de las barreras que seamos capaces de superar. Cuando en acciones como estas vamos a un colegio y contamos ciencia, visibilizamos nuestras carreras y nos mostramos como mujeres científicas, les estamos enseñando que la ciencia es de todos y de todas. Y esto no se refiere solo a que en el futuro puedan elegir desarrollar una carrera científica profesional. Se trata también de algo mucho más amplio: que sepan que son capaces y están perfectamente legitimadas para poder y querer saber más, y que dejen de sentir miedo, distancia o sensación de incapacidad ante campos como las matemáticas o la informática y la tecnología, que cada vez son más fundamentales para ejercer nuestros derechos como ciudadanos y ciudadanas. Hay pocas cosas más transformadoras de la sociedad que la igualdad en el acceso al conocimiento.

Pero la lucha por la igualdad de género en el ámbito científico, visibilizada en este Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, va mucho más allá de la promoción de las vocaciones científicas en las niñas. Estamos trabajando paso a paso por una transformación completa de la carrera investigadora para abordar aspectos como el techo de cristal, la desigualdad en el acceso a financiación o medios tecnológicos, el acoso sexual, la invisibilización de los méritos científicos, la falta de paridad en conferencias, ponencias y demás eventos de intercambio de conocimiento, la ausencia de reconocimiento en los grandes premios (véase el ejemplo de los Nobel), las dificultades en la conciliación que (por el desequilibrio aún existente en las responsabilidades de los cuidados) nos siguen afectando especialmente a nosotras, y un largo etcétera (datos sobre estos aspectos se pueden encontrar, por ejemplo, en el informe She Figures 2018 de la Comisión Europea).

Los pasos que estamos dando en este camino, y la visibilidad que se les da con eventos como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, construyen un sistema de investigación más justo, igualitario y democrático para las investigadoras del presente y las que están por venir. Esto no redunda solo en beneficio de la ciencia sino de toda la sociedad: no solo porque es un elemento más en la transformación feminista que necesitamos, sino porque un sistema científico que fomente la igualdad en el acceso al conocimiento y que sea capaz de aprovechar también el enorme potencial científico e investigador de las mujeres va a ser esencial para que seamos capaces de afrontar los enormes retos que tenemos por delante, como el cambio climático, la desigualdades económicas globales o la creciente radicalización política. El mundo necesita a la ciencia, y la ciencia, y el mundo entero, nos necesitan también a nosotras.

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