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Es la hora de gobernar: aprendiendo de la derrota de Madrid

Carmena entrega su renuncia como concejal en Madrid:"Yo ya no soy aquí nadie"

Dina Bousselham

Politóloga. Secretaria de Comunicación de Podemos —

Madrid está siendo el epicentro de la disputa por un cierre del ciclo iniciado por el 15M a través de una restauración por arriba entre las tres derechas. La responsabilidad o no de la situación actual probablemente sea compartida y, en mayor o menor medida, tenga mucho que ver con las divisiones de la izquierda y, concretamente, con quienes decidieron irse de Podemos a montar su propio proyecto político.

Pero ahora toca mirar al futuro porque más allá de eso, lo cierto es que nos volvemos a encontrar cuatro años después con una contraofensiva cuyo objetivo es revertir todos los cambios y mejoras en derechos sociales que se han ido conquistado durante el pasado ciclo electoral. Lo vemos con la paralización de Madrid Central, que por cierto, las derechas además de legislar en contra del interés de las mayorías, gestionan mal. Y es que en cualquier momento puede llegar la UE a sancionar a España por dicha paralización, puesto que el fin último de Madrid Central no es acabar con los atascos que son, según Ayuso, una seña de identidad de los madrileños, sino cuidar nuestro planeta, cuidar nuestra ciudad y protegernos de la contaminación.

También se han mostrado favorables, como no podía ser de otra manera, a apostar por las privatizaciones de los servicios públicos, principalmente con nuestra sanidad. Dentro del campo de lo simbólico, han retirado las pancartas contra las violencias machistas y a favor de la acogida de refugiados. Vox sigue mandando ideológicamente en el proyecto de país que tienen las derechas, con un PP prácticamente en descomposición y con Cs, como siempre, haciendo lo que haga falta. Hoy la Vicealcaldesa del Ayto de Madrid, cargo creado ad hoc es muestra de ello. La Concejalía de Igualdad y Derechos sociales pasa a ser Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, toda una declaración de intenciones. Almeida quiere también rescatar el proyecto para la candidatura de Madrid a las olimpiadas de 2032. ¿Os acordáis de cómo acabó esto la última vez? Con Ana Botella hablando del relaxing cup of café con leche en la Plaza Mayor o las corruptas cloacas de Gallardón comprando la voluntad de periodistas. Corrupción y Madrid siempre ha sido sinónimo del PP.

Por cierto, los logros políticos y sociales de la buena gestión del gobierno de Carmena nos muestran cómo cuando mucha gente de diferentes sensibilidades y con diferentes ideas se juntan con un mismo objetivo: hacer de Madrid un sitio más habitable y mejor. El superávit en las arcas públicas del Ayuntamiento que han permitido invertir en políticas sociales es mérito de Carmena, pero también de compañeras de Podemos, IU, Equo, y otras plataformas y colectivos que hicieron posible la victoria de 2015. Incluidos quienes hoy están en Más Madrid.

Winter is coming en Madrid. Vienen tiempos duros y difíciles para la democracia en nuestro país. Lo único que puede impedir que se cometan tropelías e involuciones con los derechos de todos y todas es tener un gobierno progresista, responsable y valiente que defienda nuestra democracia y proteja a nuestra gente. El PSOE tiene la llave para ello. El PSOE tiene que decidir. No es momento de intereses partidistas o particulares, sino de tener altura de miras y pensar en España. Lo contrario es traicionar a la mayoría de este país que ha votado opciones progresistas, que ha dicho “Con Rivera no”, que ha gritado “sí se puede” y que espera que se llegue a un pacto de gobierno que trabaje para acabar con la precariedad, que trabaje por garantizar el derecho a una vivienda digna, que blinde los derechos sociales, y que haga de este país un país justo, feminista y solidario. Todo lo contrario a la apuesta de las derechas en Madrid, cuyo modelo es precisamente condenar nuevamente, como antes del 15M, a lo mejor de este país al paro, al exilio y a la precariedad.

La situación actual nos permite reflexionar de fondo sobre algo que hemos vivido y seguimos padeciendo por desgracia en el continente latinoamericano: ¿Hasta qué punto se pueden blindar los derechos cuando gobierna la izquierda, si no somos capaces de mantener ese capital político? Porque al final, del gobierno de Lula, del gobierno de Cristina Kirchner o de Rafael Correa sólo queda la nostalgia de que hubo un tiempo mejor donde el poder trabajaba al servicio de la soberanía popular. Llegó Macri o Bolsonaro, y todas esas conquistas sociales se esfumaron. Quizás la izquierda hoy no podamos permitirnos más errores, ni más derrotas. Es la hora de gobernar.

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