La irrenunciable feminización
En mi primera comparecencia en el Parlament para exponer mis prioridades como conseller de Interior, expliqué que uno de los objetivos era tener, al menos, un tercio de mandos mujeres en la cúpula de la Policía de la Generalitat-Mossos d'Esquadra antes de terminar el mandato. En una sociedad con un 51% de mujeres, no es admisible que esto no se refleje en nuestros cuerpos de seguridad. Actualmente, solo un 21% de los agentes de Mossos son mujeres, a pesar de ser uno de los mayores porcentajes entre los cuerpos policiales de todo el Estado.
La situación se agrava a medida que aumenta el nivel de mando. La cúpula de Mossos tiene solo un 11% de mujeres, tres comisarias de un total de 27, lo cual representa un déficit histórico inadmisible. ¿Por qué hasta ahora nunca nos hemos cuestionado por qué no había presencia femenina en puestos de responsabilidad?
De todos modos, la feminización no puede reducirse a un debate sobre reservas de plazas o procesos de selección concretos. Feminizar implica avanzar hacia un cambio de cultura organizativa que supere dinámicas que, en pleno siglo XXI, son caducas. Implica cambios en las formas de liderazgo y gestión de equipos. Feminizar significa qué prioridades se sitúan en el centro de nuestras políticas públicas de seguridad, como la lucha contra las violencias machistas o la atención a las víctimas.
Asimismo, implica construir entornos sin formas de discriminación internas y luchando de forma clara e inequívoca para construir espacios libres de acoso sexual. También en lo que se refiere al cuidado de nuestros propios profesionales, impulsando planes de salud mental y bienestar emocional. También los planes de igualdad que hemos impulsado para todos nuestros cuerpos de seguridad y emergencias.
La feminización no es ni un capricho ni una moda, y no renunciaremos a ella porque todavía queda mucho camino por recorrer. Y no solo por una cuestión de justicia –que también–, sino de eficacia. Son más eficaces las organizaciones que más se parecen a las sociedades a las que sirven. Y para ser un reflejo de la sociedad apostamos por tener más mujeres en puestos de mando, algo a lo que no habían podido aspirar en épocas anteriores. No será así en mi mandato. Además, hablamos de feminización pero también de que nuestros cuerpos operativos representen la diversidad social existente en nuestro país.
Como servidores públicos, especialmente desde una visión progresista y de izquierdas, tenemos la obligación de gobernar para transformar una realidad que no nos gusta. Lo hacemos entendiendo y asumiendo las reticencias que existen siempre frente a los cambios y anteponiendo siempre los proyectos a las personas. Nuestras aspiraciones son demasiado grandes como para reducirlas por temor a las críticas.
Solo de la mano de las mujeres policías, bomberas o agentes rurales conseguiremos cumplir con las responsabilidades que tenemos con la ciudadanía. Porque todo lo que nos aporta la feminización a este cambio profundo de las estructuras del Departamento Interior es esencial para el presente y el futuro de nuestros cuerpos operativos. Además, es también el mejor ejemplo para las futuras generaciones que quieran sumarse al sistema de seguridad y emergencias de nuestro país.
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