Nuestra patria es más grande que vuestra bandera
Este año el 12 de Octubre ha tenido como telón de fondo inevitable el acuerdo de Presupuestos Generales del Estado (PGE) firmado recientemente entre el gobierno del PSOE y Unidos Podemos. Mientras la derecha se peleaba por colocar banderas de España –a ver quién la ponía más grande en los balcones- las fuerzas progresistas de este país sellaban a través de los PGE el primer paso para un futuro gobierno de coalición, poniendo sobre la mesa lo que de verdad le importa a la gente: acabar con el paro, con la precariedad, y en definitiva mejorarle la vida a quienes más han sufrido los embates de la crisis en estos últimos años.
Desde que irrumpió Podemos en el escenario político, hace ya cuatro años, comenzamos un viaje de transformación que ya se iniciaba tiempo atrás en las plazas y en las calles. Juntas y juntos asistimos a un proceso capaz de transformar en sólo unas semanas lo que antes necesitaba décadas para comenzar a andar. Desde conseguir acceder por primera vez a una institución (el Parlamento Europeo) hasta gobernar las grandes ciudades de este país (Madrid y Barcelona siguen demostrando cada día que es posible gestionar bien y hacerlo para las mayorías), pasando por la moción de censura de Unidos Podemos que supuso el comienzo del fin de Rajoy, hasta hoy, con unos PGE que incluyen medidas para proteger a los trabajadores, a los autónomos, a las pequeñas empresas, a las madres, a los dependientes, a nuestros mayores, demostrando de nuevo, que sí se puede.
Ahora que el PP se envuelve y se apropia de los símbolos que son de todos (siendo fiel a sí mismo en su afán acaparador) cabría preguntarles a sus dirigentes si ese es el sentimiento que tenían de España también cuando sus altos cargos se apropiaban de algo más y se lo llevaban crudo a Suiza. O cuando el mejor gestor en boca del PP, Rodrigo Rato, estafaba a miles de ciudadanos. O si cuando defienden el legado de Aznar recuerdan que 12 de sus 14 ministros están imputados o cobraron sobresueldos.
En cuanto a la naranja mecánica, por una vez, debería probar a salir del márketing político de las palabras vacías y demostrar alguna utilidad a España. Allá dónde han gobernado, como en Valdemoro, han llevado el municipio a la ruina. Y en aquellos sitios donde son relativamente relevantes, Ciudadanos siempre ha elegido sostener a los corruptos: lo vimos con Rajoy en La Moncloa, y con el PSOE en Andalucía.
Y qué decir en cuanto a los fascistas de Vox, cuyo “proyecto de país” se centra en deportar a extranjeros nacionalizados españoles, a ver si la bromita les va a salir cara y acaban en la cárcel por injurias al Rey Emérito.
El problema de ellos, de todos ellos, no es sólo que sean incompetentes. El problema, además, es que ellos no sirven a España, sino que se sirven de ella para llenar sus bolsillos.
Ser patriota no es colgar banderas en el balcón, ni llevar una pulsera en la muñeca con sus colores y hacer de ello una cuestión de amor a la patria o de enfrentamientos con otros. Ser patriota, amar a la patria, es amar a sus gentes. Es defender la subida del SMI, es luchar contra la precariedad, es garantizar pensiones dignas, es apostar por la vivienda como bien común regulando los precios abusivos del alquiler, es asegurar más dotación a la dependencia, es garantizar que nadie se quede en invierno sin luz y con frío, es bajar las tasas universitarias para que ningún joven se quede sin estudiar por no poder pagar la matrícula, es apostar por políticas feministas, por los permisos iguales e intransferibles, por acabar con las violencias machistas. Ser patriota es, en definitiva, defender a España, a las españolas y a los españoles, de los buitres financieros, y de los que pagan impuestos en Suiza. Ser patriota es mucho más que lo que se encorseta en cuatro o cinco clichés gastados. También lo es la España del 15M y del 8M que ya está en marcha.
Ahora queda todo por hacer, porque nuestro objetivo no es sólo firmar unos presupuestos buenos para las personas, sino gobernar este país y hacerlo sin depender de que el PSOE se despierte con ganas de mirar hacia arriba o hacia abajo, o de que no tenga más remedio que escucharnos. Nosotras siempre lo haremos desde abajo.