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No es tiempo de cobardes

Iñigo Sáenz de Ugarte

Hay países en que hay mucha gente violenta y hay otros, como España, en el que a la gente se le va la fuerza por la boca. Hay días en que conviene añadir a esa frase la palabra afortunadamente. Este miércoles, hemos sido testigos de una agresión brutal y cobarde, con especial énfasis en la segunda palabra, al presidente del Gobierno. Un joven menor de edad ha propinado un puñetazo en la cara a Rajoy cuando hablaba con la gente en Pontevedra. Al principio, se habló de una bofetada, censurable por humillante pero escasamente dramática, pero las imágenes no dejaban lugar a dudas. Se trataba de la típica agresión callejera que siempre se ceba en los débiles y, aunque parezca mentira al tratarse del político más poderoso del país, era perfectamente lógico definirla de este modo. Cualquiera está en una posición de debilidad si alguien le ataca a traición.

Al estar metidos en plena campaña electoral y a pocos días de las elecciones, es imposible separar el incidente del momento político que vivimos. Será utilizado, manoseado y manipulado por unos cuantos. Aquellos que intenten sacar rédito político en cualquier sentido de un acto aislado deben ser despreciados, o quizá compadecidos porque su forma de defender sus ideas no resiste el más mínimo análisis. La comparación con los buitres es apropiada, con la salvedad de que en el caso de los buitres forma parte de su naturaleza. Están hechos para esa función, lo que no se puede decir de los ciudadanos libres.

No está en la naturaleza de la democracia solventar las diferencias políticas a puñetazos. Ni en citarse en la calle como borrachos. El domingo es el momento en el que los ciudadanos tienen la oportunidad de hablar en los términos más enfáticos, después de tanta cháchara de políticos y periodistas durante cuatro años, y todo aquel que intente tapar esa manifestación con el ruido del odio sólo se merece el calificativo de reaccionario.

A lo largo de la legislatura, hemos podido presenciar una movilización en la calle que se echó a faltar en la mayoría de los momentos clave vividos por este país desde finales de los 70. Mucha gente decidió que no bastaba con esperar en el sofá a que llegará la siguiente cita en las urnas para defender sus valores y atacar las injusticias. Fueron criminalizados por aquellos que intentaban defender un sistema político sostenido por un andamio que se caía a trozos. Triunfaron en la crítica al establishment político y ahora tienen ante sí una tarea aún más difícil: comprobar si sus propuestas tienen el apoyo de la gente. No sabemos qué dirán las urnas y sería absurdo pensar que el mensaje que salga de ellas será nítido y alentador. Bien puede ocurrir que ofrezca un lío de mil pares de coj..., de situaciones difíciles de analizar con la cabeza fría.

Pero existe esa oportunidad que no puede ser manipulada por actos de violencia ni por una pasividad suicida.

Ahora, tú puedes esconderte detrás de un mensaje de odio o cobardía o puedes dar un paso al frente y decir qué es lo que quieres que el país haga por ti. Y tienes que decirlo porque el país está en deuda contigo. Te mereces algo mejor que esto.

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