¿Pobreza energética? Yo sólo veo riqueza
Yo este invierno no encenderé la calefacción, racionaré el agua caliente y me acostaré temprano. No, el mío no es un caso más de pobreza energética: todo lo que ahorre en luz lo pienso invertir en comprar unas pocas acciones de las compañías eléctricas. Pero ¿de qué “pobreza energética” estamos hablando? Si hablamos de energía, yo sólo veo riqueza, y mucha: pocas cosas hay en España que generen tantos beneficios como la luz.
Esta semana, por ejemplo, la noticia energética no es que la luz vaya a subir un 11%, o que haya millones de hogares pasando frío o a oscuras. La noticia energética es que una de las compañías que controla ese mercado, Endesa, vuelve a repartir dividendos. El miércoles disfrutó de su mejor sesión en Bolsa en cinco años, después de anunciar un generoso pago a sus accionistas: un rendimiento de casi el 7%, que la sitúa entre las empresas que mejor retribuyen a sus accionistas.
Aunque llevaba un par de años sin repartir, Endesa siempre ha estado entre las cinco empresas de la Bolsa que más rentabilidad por dividendo ofrecía. Ahora, tras dos años de dudas, vuelve a lo más alto, y no es para menos. Sólo en los primeros seis meses de este año obtuvo unos beneficios de 1.114 millones de euros, después de que en todo 2012 ganase más de 2.000 millones. Si miramos más atrás, los resultados de la compañía dan vértigo: desde el récord de 3.182 millones que tuvo de beneficio en 2005, se ha mantenido siempre en cifras próximas, que en algún año fueron incluso superiores por las plusvalías generadas al vender activos.
Si miramos a otras eléctricas, más de lo mismo. Iberdrola ganó el año pasado 2.840 millones, y lleva cinco años seguidos por encima de los 2.800 millones. En ese mismo periodo, para hacernos una idea de lo que estamos hablando, el precio de la luz ha subido para los consumidores más de un 60%. Otra más: Gas Natural Fenosa tuvo el año pasado beneficios de 1.441 millones de euros, y lleva también varios ejercicios al alza.
Ya sé, ya sé, las cosas no son tan simples, no podemos comparar beneficios empresariales con subidas de tarifas para los ciudadanos, soy un demagogo y un ignorante. Lo confieso: por más que lo intento, y pese a esfuerzos pedagógicos que hacen que hasta un niño entienda cómo se calculan las tarifas y en qué consisten las subastas, el déficit eléctrico y demás oscuridades, yo tiro por la calle de en medio y hago la única cuenta que sé hacer: mientras nosotros pagamos cada vez más por un bien básico, las empresas del ramo se siguen haciendo de oro, y están entre las eléctricas europeas con mayores beneficios.
Por fortuna, no nos gobiernan demagogos ni ignorantes, sino gobernantes templados y sabios que saben que esta comparación es un espejismo, que confían en la sabiduría del mercado y legislan pensando en el interés ciudadano, sin sucumbir a las presiones del lobby eléctrico (que, además, ni siquiera existe, es una fantasía de demagogos e ignorantes como yo).
Con un panorama como este –con un mercado eléctrico ineficaz, irracional, en manos de unas pocas empresas que acumulan enormes beneficios, mientras los ciudadanos cada vez estamos más apretados y muchos van quedando a oscuras–, en otros países (¡subdesarrollados!) con otros gobernantes (¡populistas!), ya les habrían ajustado las cuentas a las empresas (¡liberticidas!) o incluso las nacionalizarían por la vía rápida (¡confiscadores!). Pero ya digo, por suerte no somos un país así ni tenemos gobernantes de esa calaña. Así que, a seguir pagando.