Directores de periódicos que informan cuando les despiden
Como era de prever, ha generado una fuerte polémica el libro El Director (Libros del KO), donde David Jiménez cuenta los entresijos del año que estuvo al frente del diario El Mundo: presiones explícitas del gobierno, acuerdos más o menos secretos entre prensa y grandes empresas, toda la obra es una confesión de la corrupción generalizada de un periodismo comprado por el dinero y al servicio del poder.
La historia de un libro escrito por un exdirector una vez que lo han despedido me recordó al libro de Antonio Zarzalejos, que también hizo lo mismo tras su salida de ABC (La destitución. Historia de un periodismo imposible. Península, 2010). En él, Zarzalejos reconoce que su nombramiento fue consultado con el gobierno de Aznar y que el objetivo del periódico era hacer la “cobertura precisa” para ese gobierno, llegando a hablar de la “entrega editorial que el periódico prestó a sus dos Gobiernos (del PP) entre 1996 y 2004”.
Lo curioso de estos casos es que nos enteramos más de la realidad cuando los directores son despedidos que cuando tienen como misión contarnos lo que sucede desde la dirección de su periódico. Las tramas, conspiraciones, compra de periodistas por parte del poder económico, servilismo con el poder político se descubren cuando a los directores los cesan de la empresa y ya no tienen nada que perder. Entonces se nos aparecen, libro mediante, como justicieros, reveladores de la verdad y azote de poderosos. Uno se pregunta por qué ocultaban todo eso cuando disponían de un periódico para contarlo. Bueno, en realidad no nos lo preguntamos mucho, es bastante evidente, paradójicamente formaba parte de su misión como directores no contar las cosas.
Es muy saludable analizar cuándo las personas empiezan a hacer públicas las verdades. Esos políticos que dicen que su partido es corrupto cuando no son designados como candidatos, esos directivos que hablan mal de su empresa cuando les despiden, esos funcionarios que denuncian a sus superiores cuando encuentran otro trabajo en la empresa privada. Pero el caso más espectacular es el de esos directores que nos cuentan cómo funciona el país cuando los despiden de su periódico. Porque precisamente contarnos los entramados del funcionamiento del país es lo que se suponía que debían hacer antes de despedirlos, y no después.
Efectivamente, hay que leer los libros de estos directores, lo que quizás no había que leer eran sus periódicos. O dicho de otro modo, hay periodistas y directores que solo serán decentes y contarán la verdad cuando dejen de cobrar la nómina de sus empresas. Nos quieren hacer creer que les pagan por informarnos, pero es cuando dejan de pagarles cuando mejor informan.